El contragolpe
Arbitrajes bajo sospecha
«Florentino Pérez ha roto nuestra inocencia. Resulta que los árbitros no se equivocan por ser humanos, sino que lo hacen aposta»
Los llorones del Atlético

Incautos, pensábamos los colchoneros que errar era humano, y que los (a nuestro entender) beneficios históricos a favor del equipo de Concha Espina eran producto de esa humana imperfección, desde el gol marcado con la mano por Alsúa en los años cuarenta a las finales ... y semifinales de Europa, pasando por innumerables partidos, cuyo relato exigiría páginas y páginas.
Florentino Pérez ha roto nuestra inocencia. Resulta que los árbitros no se equivocan por ser humanos, sino que lo hacen aposta. Les impiden ganar títulos (¿pero no presumen continuamente de ellos?). ¿Es posible que el que más gana apele al victimismo?
No le puedes robar la felicidad al contrario cuando te ha ganado apelando a los árbitros. Y menos cuando es un equipo tan poco favorecido como el Espanyol. Cuando te ganan, tienes que dar la mano al rival y felicitarlo, pero sobre todo pensar qué es lo que has hecho mal para mejorar. Una mala decisión arbitral es como un tiro al poste. Mala suerte y a meterlo en la siguiente jugada.
El derbi del sábado fue extraordinario, de los que hacen afición. El Real Madrid tiene unos jugadores magníficos. Llevó en general el mando del partido, pero el Atleti contragolpeó siempre con peligro, y pudo marcar varios goles. Tras un primer tiempo con gol de penalti de Julián Álvarez por pisotón a Lino (que falló tres ocasiones claras), el equipo merengue salió como un huracán, empató el partido y nos tuvo unos minutos noqueados. Afortunadamente, supimos reponernos, no caer a la lona y entrar como puñales por la banda derecha.
Salimos del Bernabéu con la cabeza muy alta. Llorente es una máquina, ya juegue de defensa, medio o delantero y Oblak volvió a realizar paradas salvadoras. Si Griezmann (o Barrios, o Giuliano) hubieran estado más atinados en sus remates, el resultado habría sido distinto. Pero seguimos en la lucha, en una Liga que se adivina muy disputada.
Para quien no lo sepa, en 1953 el Atlético de Madrid doblaba a su vecino en número de Ligas (cuatro a dos). Un presidente fabuloso, Santiago Bernabéu (que llegó a jugar por cierto en el Atleti y que jamás hubiera permitido que un subordinado se refiriera a él como 'ese ser superior'), fichó a Alfredo Di Stefano y cambió la historia, sin que la rivalidad mermara por ello.
Los del Atleti no lo somos por presumir de nada, sino por múltiples razones, imposibles de comprender para algunos. Ya se sabe aquello de que el corazón tiene razones que la razón no entiende.
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