La rebelión de los frailes agustinos contra la transformación de su monasterio en un geriátrico VIP
Mientras el proyecto avanza en el corazón de Florencia, están dispuestos a atrincherarse para evitar lo que consideran un atentado contra el patrimonio cultural de la ciudad
En la basílica del Santo Spirito se puede admirar el Crucifijo de madera de Miguel Ángel, que residió en el convento
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Frailes agustinos del convento Santo Spirito se rebelan contra el proyecto de que éste se transforme en una residencia de lujo para ancianos. El monasterio, en el que residió Miguel Ángel, se encuentra en el corazón de la capital de la Toscana, en la ... plaza del mismo nombre, al lado de la emblemática basílica homónima del célebre arquitecto Filippo Brunelleschi.
Cientos de personas, entre los religiosos, familias, monjas, jóvenes y hasta jugadores del Calcio Storico Fiorentino, abarrotaron el lugar en una manifestación de protesta contra la operación. Carteles con lemas como 'No al expolio' o 'Salvemos Santo Spirito' ondearon frente a la basílica diseñada por Brunelleschi en 1481, mientras los manifestantes escribían mensajes con tiza en el pavimento: 'Esto no es un hotel', 'Aquí late el corazón de Florencia'.
El conflicto estalló en 2022, cuando el Ministerio de Defensa italiano adjudicó el ala abandonada del complejo -antigua sede militar- a Fastpol, que es la empresa responsable del proyecto de residencia privada para ancianos. Los agustinos, custodios del lugar desde el siglo XIII, rechazan lo que consideran una «especulación»: «No queremos un spa para ricos donde hubo claustros de oración», afirma el prior Giuseppe Pagano.
La importancia histórica y cultural de este complejo del Santo Spiritu de Florencia es enorme. Su basílica ofrece un itinerario entre los más sugestivos de las iglesias italianas. Se puede admirar la belleza creada por los artistas florentinos más famosos. Uno de los que más contribuyó a la majestuosidad de la iglesia fue Miguel Ángel, quien durante sus estudios de juventud recibió la oportunidad de disfrutar de su esplendor hasta el punto de inspirarse en ella para una de sus obras más significativas, el Crucifijo de madera.
Los agustinos de Florencia son hoy 12, frente a los 60 de los años 70. Viven en un laberinto de pasillos semivacíos, donde antes resonaban coros y rezos. Uno de sus claustros, el «de los Muertos» -llamado así por las numerosas lápidas en las paredes-, sigue cerrado al público por falta de personal. «Somos prisioneros en nuestra casa», lamenta fray Agostino Crocco.
La orden religiosa, que llegó a tener 200 monasterios en Europa, ahora prioriza mantener abiertos solo los emblemáticos. «Si perdemos Santo Spirito, perderemos un pedazo de la memoria cristiana», advierte el prior Pagano. Mientras, Massimo Torelli, muy conocido por su labor en 'Salviamo' -asociación dedicada a la conservación del patrimonio histórico y cultural-, se pregunta: «Lo que se hará con el antiguo cuartel no es sólo cosa de los agustinos, si no queremos que esta ciudad se convierta en un hotel, en una ciudad falsa y vacía. ¿Quién paseará por el claustro de la basílica diseñado por el arquitecto Bartolomeo Ammannati? ¿Los millonarios ricos que vienen a una instalación VIP o los que viven y trabajan en esta ciudad?».
No es un caso aislado
La rebelión de los frailes del Santo Spirito no es un caso aislado. Comunidades religiosas enteras se extinguen: en 2023, las monjas clarisas de Nápoles cerraron su monasterio de 700 años tras quedarse solo tres hermanas, todas octogenarias. En Sicilia, 15 iglesias rurales se vendieron a particulares en un año. «Sin vocaciones, los conventos se convierten en esqueletos vacíos. Y cuando llegan las inmobiliarias, el patrimonio se fragmenta», explica Marco Spinelli, historiador del arte sacro.

El dilema es profundo: ¿cómo preservar edificios históricos sin comunidades que los habiten? La Iglesia italiana intenta soluciones creativas: en Milán, un convento del siglo XV es ahora un centro cultural; en Venecia, carmelitas descalzos alquilan habitaciones a turistas. Pero en Florencia, donde el 70% del patrimonio religioso depende de órdenes en declive, el modelo choca con la presión urbanística. «Cada cierre es una herida», dice Stefania Saccardi, vicepresidenta de la Toscana. «No podemos permitir -añade- que el afán de lucro borre siglos de historia».
Dispuestos a atrincherarse
Mientras, en Santo Spirito la lucha sigue. Los frailes han ganado aliados inesperados: desde el Movimiento 5 Estrellas hasta la Liga. Matteo Renzi, exprimer ministro y exalcalde de Florencia, media para frenar el proyecto. «No es solo nuestro convento -sentencia el abad Pagano-. Es la batalla de todos los que creen que la belleza no tiene precio». Los frailes agustinos están dispuestos a atrincherarse para impedir que el proyecto se lleva a cabo.
Cada día cuentan con más apoyo de los florentinos. Ya han recogido 10.000 firmas en la plataforma Change.org, donde se hace un llamamiento para evitar el riesgo de que el convento se transforme en «un negocio que arrebataría al barrio y a la ciudad de Florencia, un bien de gran valor para el interés general, poniendo en peligro incluso la permanencia de los frailes».
La próxima semana, los agustinos se reunirán con el arzobispo Gambelli y la alcaldesa Sara Funaro, que apoyan su causa. Mientras, sus campanas siguen sonando cada tarde, como un recordatorio: en una Europa cada vez más secularizada, hasta las piedras sagradas necesitan guardianes.
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