'Los ojos de Mona', la iniciación a la vida a través del arte
Una nieta que se puede quedar ciega y su erudito abuelo protagonizan el último fenómeno editorial en Francia. Thomas Schlesser firma esta novela en 52 obras maestras que encierran valiosas lecciones existenciales
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El historiador de arte Thomas Schlesser (París, 1977) defiende en 'Los ojos de mona' (Lumen) que cuadros, esculturas y fotografías tienen el poder de avivar el sentido de la existencia. Esa es la verdad que quiso mostrar a Mona, ... la protagonista de su libro, una niña nacida en su imaginación a raíz de una dolorosa pérdida personal a la que «crió» durante una década a través de esta conmovedora historia, que se ha convertido en un fenónemo editorial en Francia.
Schlesser concibió a Mona como «una nieta ideal, tal y como se sueña: traviesa, curiosa, modesta, inteligente, divertida, fuerte pero frágil. Un mal misterioso se cierne sobre ella: podría quedarse ciega, y es esta tensión entre las cualidades tan entrañables que desprende y el peligro que acecha a la vuelta de la esquina lo que espero que dé 'sabor' a la novela». La pequeña se encuentra en plena preadolescencia y su abuelo Henry teme que, si se queda invidente, «lo único que se llevará con ella es la trivialidad de la infancia», afirma a ABC. Por ello idea un plan de rescate: mostrarle 52 obras de arte en 52 semanas a lo largo de tres grandes museos parisinos: Louvre, Orsay y Pompidou.
Más allá de que la pequeña cree recuerdos de belleza, el objetivo de Henry es ir desvelando a su nieta la dimensión trascendente del arte, el modo en el que los artistas nos hablan de la existencia y la iluminan. «Es una novela de iniciación a la vida a través del arte y de la historia del arte», explica el también director de la Fundación Hartung-Bergman y profesor de la Escuela Politécnica de París. Mirando con los ojos de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Goya, Van Gogh, Frida Kahlo o Marina Abramovic Mona va aprendiendo la importancia del desapego, de sonreír a la vida o que los monstruos acechan en todas partes.
Fondo y forma recuerdan así a 'El mundo de Sofía', de Jostein Gaarder. Schlesser está encantado con la comparación, pero añade matices: «Es un libro de historia de la filosofía y nunca pretendí hacer lo mismo con la historia del arte. 'Los ojos de mona' es una novela sobre la historia del arte al servicio de la vida. Porque en el arte no solo encontramos un valor estético fundamental (belleza, emoción), sino también mensajes que pueden cambiar nuestra vida».
Evolución y '#Metoo'
Al principio, el autor pensó en casi un centenar de obras, desde la prehistoria hasta secuencias de películas, pasando por jarrones Ming, procedentes de museos de todo el mundo. «Estaba convencido de que tenía que haber tanto grandes hitos como originalidad, para mostrar también que los relatos de la historia del arte evolucionan constantemente. Sin duda, las mujeres habrían estado menos presentes en el libro antes del '#Metoo'». No obstante, con el fin de no diluir la trama en un mero cuaderno de viaje, llegó a la conclusión de que «necesitábamos una unidad de tiempo (un año) y lugar (París) para mantener el sentido de la novela. De ahí la concentración en tres museos, con escalas cronológicas más reducidas. Luego, en función de la coherencia del personaje, Henry, y no yo, se hizo la selección»
Con Marguerite Gérard y 'La alumna interesante', Mona aprende que no hay sexo débil; con Louise Bourgeois y su 'Precius Liquids', la importancia de decir que no. Cada obra es tratada por Henry como una cápsula del tiempo y pensamiento que, tras contemplarla junto a Mona, despliega la época en la que fue creada y el modo en el que es percibida por el artista.
De todas ellas, el escritor confiesa que su favorita es 'Cruz negra' (1915), de Kazimir Malevich. Considerada una de las piezas más icónicas del siglo XX, con ella el artista, nacido en lo que hoy es Ucrania, buscaba liberar el arte de lo convencional y darle un nuevo impulso. Por todo ello, 'Cruz negra' supone para Schlesser «un gran grito de libertad». El cuadro constituye un espacio autónomo, regido solo por sus reglas, como Mona cuando sea mayor. De entre los artistas, el profesor coincide con el abuelo al escoger a Gustave Courbet, con el que se fascinó tras una visita al Museo de Orsay cuando tenía 18 años: «Para mí es el maestro absoluto, y a través de él el arte entró en mi vida. Su obra me perturba, me hace hacerme preguntas. Sobre él, sobre mí mismo, sobre el mundo».
Mona lleva a cabo ese mismo recorrido con cada pieza escogida por Henry y, más pronto que tarde, se enfrenta en el libro a un episodio en su vida en el que aplica lo aprendido. «Las lecciones que recibe de su abuelo en los museos consisten en distinguir el símbolo de la realidad, la representación de la verdad. Por desgracia, esto se ha convertido en una cuestión crucial en nuestras sociedades saturadas de imágenes», subraya. Ese es, en cierto modo, el sentido último del estudio de las Humanidades, tan maltratadas en los planes de estudios españoles. Por ello, además de los abuelos que puedan leerlos a sus nietos, este libro va dirigido a adolescentes y jóvenes que buscan una introducción a estos estudios de la cultura humana. «En Francia tenemos la suerte de contar con una estructura universitaria sólida y una enseñanza de calidad. También tenemos el inmenso privilegio de contar con un patrimonio fabuloso. Pero lo que falta es una manera de hacer accesible la historia del arte para que no resulte demasiado intimidatoria», precisa.
Capítulo español
En la novela, los artistas de las diferentes épocas ayudan a la pequeña «a descubrir y comprender sentimientos complicados, a rebelarse contra lo establecido y a formarse una opinión sobre las cosas», recalca. Dos son las aportaciones patrias a esa formación. «A través de 'Cabeza de cordero y costillares' de Goya, Mona se sumerge en la 'furia' del siglo XIX. Le asusta la idea de que los monstruos estén por todas partes, pero le aclara su propio lado oscuro». Con 'L'Aubade', de Picasso, Henry intenta decirle a Mona que descomponga todo lo que le rodea para entender cómo funciona y lo recomponga a su manera».
'Los ojos de Mona' invita a meditar sobre el papel del arte en nuestra existencia, y Schlesser se despide con una última reflexión tomada de la frase que el poeta francés René Char escribió mientras militaba en la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial: «En nuestras tinieblas no hay un sitio para la belleza. Todo el sitio es para la belleza».
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