lonely planet imaginario (iii)
Lonely Planet imaginario (III): El maletero de Puigdemont
lonely planet imaginario (III)
Continúa el recorrido por las estancias más estrambóticas del verano. Esta vez, en el escondite del rapsoda de la fuga y maestro del humo
La piscina de La Moncloa
El cajón de la lencería de Yolana Díaz

Carles Puigdemont i Casamajó, 130º president de la Generalitat de Catalunya, segundo en el exilio y primero fugado, gusta viajar resguardado. Dependiendo de la ocasión, elige el maletero de un turismo, un baúl precintado o cuanto compartimento aislante sea propicio para sus desplazamientos, siempre ... que las circunstancias se lo permitan. Está claro que en una valija normal no cabe, y no porque los tenga como el caballo de Espartero, sino porque su amor propio se derrama y no cumple la normativa de líquidos de Brussels Airlines.
Esta semana, el ex president ha anunciado que estará presente en el debate de investidura de Salvador Illa en el Parlament y que regresará a España desde el exilio como Jesús desde el mundo de los muertos. No importa que sea apresado a su llegada a Cataluña a causa de sus cuentas con la justicia. ¡Al revés! Unas esposas le añaden dramatismo a la formación de gobierno que Sánchez les debe. Por eso lleva unas propias, no sea que se le olvide a la policía colocárselas.
Aunque amnistiado, al de Junts le quedan flecos para un traje de presidiario, pero eso es lo de menos. ¡Será por justicia! No hay nada que detenga a este hombre de su cita con la historia. Ni siquiera las limitaciones de espacio. «Yo tengo que estar y quiero estar, por eso he emprendido el viaje de retorno desde el exilio». ¡Así es! Con una caja de barritas energéticas, una bolsita de quesitos babybell y tres litros de agua si hace falta.
Periodista e 'indepe', aunque no necesariamente en ese orden, Puigdemont es también el Mari Kondo catalán del almacenamiento, el Houdini gironés, el farol catalán. No es de extrañar que en maletero donde viaja consiga reunir la mayor y más asombrosa cantidad de objetos, desde un inhalador con esencia a tutifruti y un ventilador de mano, pasando por unas tenazas de cerámica para el pelo, un cargador con salida para diez móviles distintos y un pequeño peluche de dragón al que, si le tocas la pancita, emite las primeras notas de Els Segadors.
En este último viaje a España ha hecho un huequecito para Pedro Sánchez, que viaja siempre con él a donde sea, en cuerpo y espíritu, y al que reserva de vez en cuando un saco de dormir para que pueda el jefe del Ejecutivo conocer Waterloo y. familiarizarse con el paisaje de la derrota que tantos entrañables momentos ha deparado para los cobardes de corazón. Porque es así. Carles es un rapsoda de la fuga, un maestro del humo.
Resulta curioso que alguien aficionado como él a los recovecos y pequeños habitáculos, tema la posibilidad de ser encarcelado. Es un miedo patológico al encierro penitenciario mas no al así al empacado al vacío al que se somete para salir por patas cada vez que puede. Para quien es capaz de cruzar la frontera entre España y Francia en una cajonera, qué son para él unos días en Lledoners. Consciente de que ha de llevar a cuestas su leyenda, Puigdemont viaja con algunos amuletos: su pin de Diputado del Parlament de Cataluña, un boli Bic de sus años como alcalde de Girona y un mechón de cabello del día en que fue investido 'president' de la Generalitat, aquel glorioso mandato en el que se celebró el referéndum sobre la independencia y se aprobó una nación ilegal e imaginaria. De aquella declaración guarda Puigdemont un reloj cronómetro, porque la República Catalana duró menos de cinco minutos. Desde entonces, Puigdemont viste ropa reversible, listo siempre para la huida. Quienes han preparado con mimo su camping prófugo aseguran que el 'molt honorable' prefiere el maletero del monovolumen al de los compactos, caben más cosas para seguir haciendo kilómetros jugando al escondite.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete