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George R.R. Martin, John Grisham o Jonathan Franzen, entre los 9.000 escritores que han demandado a ChatGPT por el uso fraudulento de sus obras

Los autores se organizan contra el uso de sus textos para entrenar 'chatbots'

Un periodista de ABC se liga a una IA

George R. R. Martin, uno de los demandantes Ángel de antonio

María Estévez

Loa Ángeles

Más de 9.000 escritores estadounidenses sindicados en el 'Authors Gild' acaban de poner una demanda colectiva contra las empresas de tecnología detrás de la IA generativa por la injusticia que supone la explotación de obras protegidas por los derechos de autor para entrenar 'chatbots' sin consentimiento, crédito o compensación de los autores.

En una carta enviada esta misma mañana por la presidenta del Sindicato de Autores, Maya Shanbhag Lang, a sus miembros se informa de que el sindicato ha presentado una denuncia contra OpenAI, la compañía tras ChatGPT.

«Lo hemos hecho porque creemos que es un paso necesario y crucial para proteger los derechos de los autores y la profesión de escritor en general. No tomamos esta acción a la ligera. Nuestro equipo legal, que tiene especial experiencia en la legislación de propiedad intelectual, ha estado conversando con empresas de IA sobre la necesidad de otorgar licencias de libros para la capacitación en IA».

La carta continúa diciendo que «el Gremio ha pasado años investigando este tema. Nos hemos reunido con ejecutivos de tecnología, representantes del Congreso, científicos de datos y organizaciones asociadas. No emprenderíamos acciones legales a menos que no sintiéramos que era la mejor manera de avanzar», afirma Maya Shanbhag Lang.

Franzen, Grisham, R. R. Martin

En los mismos términos se expresó el autor y demandante George Saunders: «Queremos que el mundo tecnológico cumpla con sus frecuentes declaraciones de que está del lado de la creatividad». Grisham, Franzen, Connelly Los firmantes de la carta entre los que se encuentran 17 reconocidos escritores como Jonathan Franzen, John Grisham, George R.R. Martin, o Jodi Picoult presentaron la demanda en el Distrito Sur de Nueva York a la espera de que se clasifique como una demanda colectiva.

La IA generativa funciona con programas que extraen cantidades masivas de texto para producir respuestas naturales y realistas a las indicaciones del usuario. Las tecnologías de IA generativa construidas sobre grandes modelos de lenguaje deben su existencia a los escritos de los autores. Son tecnologías que imitan y replican el lenguaje, historias, estilo e ideas de los escritores alimentando sus sistemas de IA con millones de libros, artículos, ensayos y poesía protegidos por derechos de autor.

Empresas de tecnología como OpenAI, Alphabet, Meta, Stability AI, IBM y Microsoft han gastado miles de millones de dólares para desarrollar tecnología de IA sin compensar a los autores por el uso de sus obras. Sin esos libros la IA no funcionaría, ya que su lenguaje sería banal y extremadamente limitado.

El novelista y ensayista Jonathan Franzen elogió el esfuerzo del Sindicato al presentar la denuncia y afirmó: «El sindicato de autores está dando un paso importante para proteger los derechos de todos los estadounidenses cuyos datos, palabras e imágenes están siendo explotados, para obtener inmensos beneficios, sin su consentimiento; en otras palabras, esta iniciativa protege a casi todos los estadounidenses mayores de seis años». La demanda del Sindicato de Autores es la última de una serie de denuncias presentadas por escritores contra OpenAI.

Es probable que genere atención debido a que entre sus demandantes se incluyen novelistas de gran éxito de diversos géneros, entre ellos también David Baldacci, George Saunders y Michael Connelly. «El sustento de estos autores se deriva de las obras que crean. La tecnología pone en peligro la capacidad de los escritores de ficción para ganarse la vida, ya que permite a cualquiera generar, de forma automática y gratuita, textos que de otro modo pagarían a los escritores para que los crearan». Dirigen la demanda los bufetes Lieff, Cabraser, Heimann & Bernstein, LLP y Cowan, DeBaets, Abrahams y Sheppard LLP.

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