Karla Sofía

Las películas, el arte, no se dejan domar en galas interminables —aunque lo parezca y vivan de ellas—. Por eso no debe extrañar que Karla Sofía Gascón entrase en las quinielas no por su soberbia interpretación en 'Emilia Pérez' sino por la conveniencia de dar un premio a una actriz trans. Y tampoco debe sorprender que la saquen de la carrera por unos tuits desafortunados de hace un tiempo.

Vivimos en un mundo de blancos y negros: los más grandes desmanes de los ‘míos’ pueden perdonarse sin pestañear cuando minucias de los ‘no míos’ son interpretadas a la manera de los peores pecados capitales. Aquí a los que no les gusta Karla Sofía Gascón pueden hasta estar de acuerdo con sus tuits racistas pero les surge un gustirrinín tremendo con verla hundirse. Y a los que les gusta Karla Sofía no estarán de acuerdo con sus tuits pero se niegan a aceptar su supuesta gravedad.

Ni lo uno, ni lo otro. En la hipocresía hollywoodiense parece lógico que te quiten a igual rapidez que cuando te pusieron. Lo molesto: marcar de por vida a una actriz soberbia con unas opiniones muy discutibles de hace años. Volvemos a nuestra cantinela de la última década: las contradicciones y los errores humanos no deberían acabar con carreras tan asombrosas como la de Gascón. No estaba nominada a la mejor tuitera del año, ni a la mejor persona de 2020 y 2021 —momento de los tuits—.

Estamos tan metidos en determinadas dinámicas que ya da igual: otra ‘famosa’ al paredón y a buscar a la siguiente. Da tanto igual que, por lo menos, debemos congratularnos con las películas nominadas: ninguna —salvo, quizá, ‘Wicked’— da vergüenza ajena. No se repetirá el Oscar de 2022 a ese horror titulado 'Coda'.