Hazte premium Hazte premium

LIBROS

John Irving: «Los libros me iniciaron en el sexo»

John Irving publica en España su decimotercer título, «Personas como yo». Una novela protagonizada por un bisexual que le sirve para hablar en esta entrevista de su niñez, su sexualidad y la lucha contra la intolerancia

John Irving: «Los libros me iniciaron en el sexo»

david morán

John Irving (Exeter, New Hampshire, 1942) no escribe novelas. Las madura en su cabeza, deja que envejezcan lentamente y sólo cuando la historia está completa, cuando la realidad se ha filtrado en la ficción dejando un poso indeleble, es cuando empieza a transformar esas ideas en frases. Frases que tampoco son frases, sino cordones umbilicales conectados a sus adorados Dickens y Melville y por los que circulan los gozos y miserias de unos personajes en los que convive lo disfuncional y lo fascinante. Es así como el autor de «Oración por Owen» ha creado un imponente corpus literario que llega ahora a su obra número trece con «Personas como yo» (Tusquets), pariente más o menos cercana de «El mundo según Garp» en su denuncia de la intolerancia sexual y novela en la que Irving se mete en el pellejo de Billy Dean, un joven bisexual que va forjando su identidad a través de medio siglo de Historia americana.

Un canto a la libertad sexual en el que las obras de Shakespeare e Ibsen, que ensayan Billy y sus familiares, se convierten en reflejo de esa confusión de identidades. «Es descorazonador comprobar que Shakespeare aceptaba las diferencias mejor que muchas personas de hoy en día. En sus obras encontramos una gran confusión sobre la identidad sexual, sin darle mayor importancia», reconoce el autor.

¿De dónde surge el narrador de «Personas como yo»? ¿Es sólo fruto de imaginar su propia vida si hubiese tomado otros caminos y hubiese obedecido a otros impulsos?

Sé que el universo que habitan mis personajes no es un lugar amistosoEn un sentido, Billy viene de ese momento en mi propia infancia, entre mis doce y dieciséis años, en el que me imaginaba manteniendo relaciones sexuales con todo el mundo. Chicos mayores del equipo de lucha grecorromana, pero también las madres de mis amigos, las chicas y mujeres de todas las edades. Aún así, mi experiencia sexual prácticamente no existió hasta finales de la adolescencia, así que sí, Billy viene de todo lo que yo imaginaba. También quería que formase parte de una minoría sexual tan radical que en realidad fuese una minoría dentro de una minoría.

¿Se podría entender entonces como una suerte de autobiografía alternativa?

En realidad me he sentido más conectado a otros protagonistas. Es más: Billy es lo suficientemente ajeno a mí como para que le diese muchos atributos superficiales de mi propia infancia, con el fin de sentirme más cercano a él: una madre que es apuntadora en un teatro, mi vida como estudiante en Viena… Incluso mi trabajo como camarero angloparlante la noche en que fue asesinado el presidente Kennedy.

En cualquier caso, «Personas como yo» se puede leer como una indagación en la forja de la identidad a través de la sexualidad, la literatura y el deseo. ¿Son pilares básicos?

La rabia es casi siempre lo que me motiva a escribirEfectivamente, es así. Desgraciadamente, nunca hubo una bibliotecaria en mi vida, pero sí que hubo un padrastro que me trató como un adulto, por lo menos en lo que debía leer. Y le estoy muy agradecido por haberme presentado a esos escritores decimonónicos que me hicieron desear ser escritor. Antes de tener edad para leer a Dickens, Melville y Hardy, pensé en ser actor. Siempre en el teatro, nunca en el cine. Pero el deseo de ser escritor acabó ganando al de ser actor. Y, en cierto modo, mi generación tenía mucho más fácil conseguir sexo en la literatura que en la realidad. En muchos casos, fueron los libros los que nos permitieron iniciarnos en el sexo.

Bisexuales, transexuales… Su escritura siempre se nutre de «outsiders». ¿Qué es lo que le atrae de estos personajes? ¿La vida se ve mejor desde los bordes?

El outsider siempre me ha interesado. Son personajes que o bien son excluidos o han hecho una elección muy consciente para salir de la sociedad. En casi todas mis novelas, el punto de vista es el de una persona más joven, como Billy. Siempre existe un joven que está en el umbral de ser adulto y algo está a punto de ocurrir, algo que definirá lo que será como adulto. Supongo que como escritor nunca he sentido que pertenezco a ningún sitio. Nunca me acabo de sentir en casa.

«Personas como yo» es, sobre todo, un grito a favor de la tolerancia sexual.

Fíjese: yo llegué a la edad de merecer justamente en la época de la liberación sexual, y siempre pensé que la gente que anunciaba aquella liberación lo hacía en realidad veinte o treinta años antes. De hecho, aún no se ha producido; todavía es una lucha que las diferencias sexuales sean aceptadas. El simple hecho de que exista un debate en Estados Unidos sobre el matrimonio homosexual es absurdo. Sí, se hace cada vez más popular, y creo que antes de que yo fallezca será más aceptado, pero ¿por qué hemos tardado tanto? Por supuesto que los derechos de los homosexuales son un tema de derechos civiles, y no deja de ser irónico que necesitásemos de un presidente afroamericano como Obama para que finalmente lo dijese con todas las letras.

A la hora de hablar de la familia de Billy leemos en más de una ocasión comentarios relativos a la «indignación moral», y eso es precisamente lo que parecen combatir todas sus novelas.

Quería que Billy formase parte de una minoría dentro de otra minoríaEn los años setenta, cuando escribía «El mundo según Garp», pensaba que perdía el tiempo con reliquias históricas. Me dije: «¿Una novela sobre tanto odio sexual y hacia las diferencia sexuales? Estará anticuada antes incluso de que salga». Pero la intolerancia hacia las diferencias sexuales, contra las minorías, todavía existe hoy en día. Así que cuando pensé en esta novela por primera vez, me sentí deprimido. Me dije: «¡Dios mío, si este libro ya lo he escrito!» El problema no ha desaparecido.

En un momento de la novela, el joven transexual Gee le dice a Billy que él y sus libros están llenos de rabia. No sé si se siente identificado con esta frase.

La rabia es casi siempre lo que me motiva a escribir. Intento ser divertido y tierno con mis personajes, pero sé que el universo que habitan no es un lugar amistoso. Por ejemplo, puedes entender que el huérfano de Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra no quiera tener nada que ver con el aborto, ya que la vida fue lo único que le dio su madre, pero sin embargo aprende a hacer uno. Sólo cuatro de mis novelas son realmente políticas –esta, «El mundo según Garp», «Oración por Owen» y «Príncipes de…»–, pero existe mucha discriminación social y muchas razones por las que enfurecerse y sentir rabia en las novelas restantes.

John Irving: «Los libros me iniciaron en el sexo»

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación