Edurne Pasabán: «En vacaciones prefiero el mar a la montaña»
La alpinista se confiesa muy familiar y prefiere disfrutar de un descanso tranquilo junto a sus sobrinos
Edurne Pasabán, de niña, no soñaba con convertirse en alpinista profesional. Hasta que a los los 15 años un primo le enseñó a escalar en roca; un año más tarde, coronó el Mont Blanc. No se planteó dedicarse profesionalmente al montañismo (de hecho, estudió Ingeniería Técnica Industrial en la Universidad Politécnica de Valencia) hasta que en 2001 regresó a casa con la cima del Everest en el bolsillo. Desde entonces, las cumbres son su «adicción».
—Usted es una mujer muy activa, per o, ¿en vacaciones le gusta seguir con el ritmo de siempre?
—Después de pasar días en expediciones, llegas a casa con deseos de relajarte. Por eso prefiero vacaciones tranquilas. Aunque cuando llevo mucho tiempo sin escalar lo echo de menos. Al final, las expediciones siempre se convierten en una especie de «vacación».
—Ha estado en lugares del mundo de muy difícil acceso. ¿Cuál es la vista más espectacular que ha encontrado?
—En el descenso del K-2, a 8.000 metros de altura, pude contemplar el reflejo de la propia montaña, una enorme sombra que cubría todo el valle.
— ¿A qué hora se levanta y a qué hora se acuesta?
—A las 8:30 ya estoy levantada. Por la noche suelo irme a la cama sobre las 22:00 horas.
— ¿Mar o montaña?
—Muchos creerán que prefiero la montaña. Pero la verdad es que en verano me quedo con la playa, porque es mejor para relajarme.
— ¿Y qué le gusta hacer en la playa?
—Por la mañana, ejercicio. Luego me doy un baño, como en un chiringuito de la misma playa y duermo la siesta en una tumbona. Por la tarde me gusta retar a las olas con un poco de surf.
— ¿De qué huye en el verano?
—De la gente y de las aglomeraciones.
— ¿Y en qué ciudad se perdería?
—En San Francisco. Aunque también lo haría en Barcelona o en San Sebastián, porque son lugares que conozco muy bien.
— ¿Cuál es su película favorita?
—«Amélie».
— ¿Y su plato del verano?
—Me encantan las gambas. Un atardecer, en un chiringuito de playa, con una cerveza y un plato de gambas con ensalada sería el momento perfecto.
— ¿Qué lectura nos recomienda?
—Estoy leyendo «El Sueño del Celta», de Mario Vargas Llosa.
— ¿Vacaciones en familia o a solas?
—Soy muy familiar. Mis vacaciones perfectas son en cualquier lugar junto a las personas que quiero, en especial con mis dos sobrinos, con los que me encanta compartir.
— ¿Qué playa le encanta?
—Las de Ibiza. La isla tiene unas calas espectaculares. Hay de todo y para todas las edades, no es sólo marcha.
— ¿Su sonido del verano?
—El de las olas, porque me recuerdan a mi ciudad, San Sebastián, y a mi infancia.
— ¿Y su banda sonora?
—En mi iPod llevo de todo. Desde música clásica hasta pop, y las canciones de los veranos. Pero, sobretodo, me gusta lo que yo llamo «la canción de la expedición». Cada expedición que hago tiene su propia sintonía que, cuando la escucho, me trae muchos recuerdos.
— ¿Nos recomienda un lugar para cenar?
—El Kaia, en la costa del País Vasco. Un sitio para comer un buen pescado.
— ¿Y para ir de copas?
—No soy de ir de copas. En Madrid hay bares que se ponen de moda y se llenan solo por el hecho de ser «el sitio del verano». A mí me da igual con tal de que compañía sea buena.
—¿Qué es lo que no falta en su maleta?
—Siempre llevo maletas gigantes para asegurarme de que tengo cómo defenderme en cualquier ocasión. Imprescindibles, la plancha de pelo, el bañador y una buena lectura.
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