
Rino Barillari
Rino Barillari
Miércoles, 05 de Marzo 2025, 15:23h
Tiempo de lectura: 3 min
Ha acabado en urgencias 164 veces, le han roto las costillas en 11 ocasiones y le han destrozado 76 cámaras. Es el precio de ser el rey de los paparazzi. Así llaman a Rino Barillari la prensa italiana y los camareros, peluqueros o barrenderos quele soplan por dónde andan los famosos. Lleva 60 años 'pillándolos', porque tiene culo ('suerte'), dice él.
En Roma es una leyenda. Llegó allí de adolescente desde Calabria. Sin un duro. Pero Rino espabiló pronto, por la noche sacaba las monedas que los turistas lanzaban a la Fontana di Trevi y se las quedaba. Luego se dedicó a fotografiar a los turistas, revelaba sus carretes y llevaba las fotos de los retratados a los hoteles. Ya se manejaba con la cámara cuando, en 1964, le llegó el rumor de que al actor Peter O'toole, que estaba casado, se le había visto por las calles de Roma con unas copas de más y con la actriz Barbara Steele del brazo. El jovencito Rino –todavía menor de edad– se puso a buscarlos. Y cuando los encontró, disparó su cámara con decisión y se llevó el primero de los mamporros de su larga carrera: O'Toole le golpeó en la cara, y lo tuvieron que coser en el hospital.
No imaginaba Rino que esa primera agresión fue un golpe de suerte, una muestra de su 'culo' como dicen en Italia, de su buen fario. Porque Peter O'Toole lo indemnizó con un millón de liras, un dineral que supuso para Rino el perdón paterno por haberse escapado a Roma a 'malvivir' y la convicción absoluta de que a partir de entonces se iba a dedicar a 'cazar' a los famosos, un oficio mucho más rentable que fotografiar turistas.
La noche ha sido su oficina. Se estableció en el corazón de la Roma festiva y noctámbula, en la Piazza Navona. Por si hay que salir pitando en su casa están listos las cámaras, objetivos, paquetes de cigarrillos y una hilera de corbatas ya anudadas: «Sé que es de locos, que podría hacerme el nudo en veinte segundos, pero veinte segundos por aquí, otros veinte por allá... y puedes perder el servicio. Mejor llegar el primero», explica el veterano paparazzi.
Llegar el primero, conseguir una exclusiva es su objetivo y su adicción, pero no solo con los famosos, ha cubierto también sucesos, se ha presentado con su cámara cuando ha habido tiroteos, con delincuentes y terroristas. De esas salió ileso. Pero lo apuñalaron unos fanáticos del fútbol: «desde entonces lo odio», dice.
Con los famosos, sin embargo, ha sido tenaz a pesar de los golpes que se ha llevado. «¿Privacidad? Para mí significa inténtalo», cuenta el veterano fotógrafo. De él ha dicho el crítico de arte Achille Bonito Oliva: «Dios perdona, Barillari, no». El fotógrafo se ha llevado un puñetazo de Gérard Depardieu, un bofetón del astronauta Buzz Aldrin y casi lo vapulean los gorilas de Frank Sinatra. Ninguno logró detener sus disparos.
Sus 400.000 fotografías han 'pillado' a Sylvester Stallone, Sharon Stone, Marcello Mastroianni y a Juan Pablo II jugando a la petanca, entre otros. Y han destapado adulterios, como el de la mujer del chef Anthony Bourdain, quien se suicidó después de que se publicaran las fotos delatoras.
Él ni se inmuta. «No me llaman 'fotógrafo', me importa una mierda. Mis fotos salen en todo el mundo», dice. A los 79 años cosecha reconocimientos: lo han nombrado profesor honorario de Fotografía en la Universidad de Xian (China).