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La gran exposición que cambió Toledo

Más de 1.100.000 personas han visitado «El griego de Toledo», la muestra que este sábado ha cerrado sus puertas tras tres meses de gloria para Toledo

La gran exposición que cambió Toledo ana pérez herrera

VALLE SÁNCHEZ

Ni lo más optimistas hubieran soñado con un « Año Greco » como el que está viviendo la ciudad en este 2014. Y lo que queda. Este sábado, 14 de junio, justo en el ecuador de esta conmemoración, ha cerrado sus puertas en el Museo de Santa Cruz «El Griego de Toledo», la muestra más importante que se ha celebrado sobre la trayectoria y evolución del Greco con 122 cuadros cuadros traídos de todo el mundo, desde París, Ginebra, Nueva York, Nápoles o Chicago. En solo tres meses se ha convertido en una de las más visitadas en España en los últimos tiempos, con más de un millón de visitas (1.100.000) y ha llegado a superar, incluso, cifras tan espectaculares como las que registró la muestra de Salvador Dalí en el Reina Sofía, en Madrid, el pasado año, que cerró con 732.339 visitantes en cuatro meses. [La muestra, en imágenes]

Solo en el primer mes la exposición de Toledo fue visitada por 295.000 personas y a los dos meses se alcanzó la cifra de 657.000 visitas. El ritmo fue creciendo de tal forma que desde hace más de quince días está colgado el cartel de «no hay entradas».Un auténtico éxito para Toledo. Desde el concierto de campanas que marcó en enero el inicio de la conmemoración y que sacó a la calle a todos los toledanos, todas las iniciativas han constituido un gran éxito cultural y social. Los toledanos se han volcado y han contribuído también a la gran repercusión nacional e internacional de esta efeméride. En una de sus últimas intervenciones ante la prensa, el presidente de la Fundación El Greco 2014 , Gregorio Marañón, no podía ocultar su satisfacción por el éxito del Año Greco que, a su juicio, «marcará un antes y un después en el devenir de la vida cultural de nuestra ciudad»

Pero, sin duda, uno de los grandes aciertos de este IV Centenario ha sido «El griego de Toledo», la muestra que hoy se clausura, aunque algunos de estos «espacios grecos» continuarán abiertos durante todo el año. En una entrevista con ABC, Casilda Ybarra, coordinada de la exposición que tiene por comisario al gran historiador Fernando Marías, da algunas claves del éxito de este proyecto, que no se ha limitado a una única sede, sino que «se ha trasladado a la ciudad, por las calles en las vivió el Greco», para visitar los otros Espacios Greco: Santo Tomé, la capilla de San José, la Catedral, Santo Domingo el Antiguo, Tavera y el Museo Greco. Ybarra destaca que el Año Greco ha sido «la noticia amable» después de tantos años de crisis porque «la gente desea noticias amable, está deseando más cultura y más proyectos de este tipo». Además, ciudades de todo el mundo, como Madrid en 1902, habían celebrado ya muestras sobre el artista, pero nunca en el lugar al que estuvo tan unido y que inmortalizó en sus cuadros.

Casilda Ybarra ha estado durante los últimos cuatro años dedicada en cuerpo y alma a esta exposición, peleando para traer a Toledo lo mejor del Greco que estaba disperso por todo el mundo. «Teníamos que anticiparnos porque el IV Centenario iba a ser un tema muy recurrente para cualquiera de estas instituciones». Y lo hicieron.

En las paredes del Museo de Santa Cruz se ha redescubierto el amor del Greco por Toledo, su referencia paisajística, «ese Toledo celestial que siempre introduce en su obra». También vemos su figura de «artista total, de diseñador, escultor, pintor y también arquitecto porque concebía sus obras para un espacio», como se muestra en la recreación que se hace la capilla Oballe, incluso, con las mismas dimensiones de la original. Y es que el cretense «manipulaba la luz y ubicaba las ventanas para que se pudieran ver esos colores». La muestra ha dado a conocer también su importante faceta como retratista y su sentimiento «del mundo terrenal y el mundo de lo oculto, de lo invisible; los inframundos, el infierno o el mundo celestial». Y la concepción del cuerpo, en las figuras alargadas de toda su pintura devocional en contraste como naturalismo de los retratos de corte y de cardenales que le hicieron tan prestigioso en su época.

Y, sobre todo, en «El griego de Toledo» hemos descubierto «al artista del color, de la luz, una luz que va a construir a través de los colores porque es el artista de la belleza, frente a lo que se pintaba en esa época en España, todos esos cristos y mártires ensangrentados; él va a sintetizar cualquier estigma a un punto de sangre porque prefiere ensalzar la parte devocional e invitar al cristiano a la oración a través de la belleza de los propios santos representados». La coordinadora de la muestra destaca también los colores tornasolados venecianos, los azules y los naranjas de su época española y su época final, como en la luz que se ve en el cuadro de La adoración de los pastores (Museo del Prado) y que el Greco pintó curiosamente para su tumba del convento de Santo Domingo el Antiguo. Un cuadro lleno de vida y de luz en el que él mismo se retrata arrodillado junto al niño. Como anécdota, Casilda Ybarra cuenta que una pequeña, de tres años, al contemplar hace unos días el cuadro en la exposición junto a sus padres les dijo: ¿Os habéis dado cuenta de cómo todos miran al niño? Y esa expresión infantil resume la esencia del Greco, «la luz se proyecta en el niño porque en la contrarreforma Jesús es la luz».

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