'Tic, tac', para TikTok: Biden amenaza con veto si no vende su negocio en EE.UU.
Las tensiones con China reavivan el asedio a la red social que no logra convencer sobre su independencia de Pekín. A su favor, la inminencia de las presidenciales del año que viene: millones de votantes jóvenes ya son adictos a TikTok
Reino Unido plantea prohibir TikTok en los móviles de trabajadores públicos
La Comisión Europea decide vetar el uso de TikTok a sus empleados

La red social del entretenimiento intrascendente -el 'selfie-baile', la receta pintona, el chiste fácil- es un asunto de estado en Washington desde hace años. TikTok ha tenido un crecimiento monstruoso en EE.UU. y todo el mundo, en especial en el público joven. ... Solo en la primera potencia mundial, acumula ya más de cien millones de usuarios en un país con 330 millones de habitantes. Es, además, la que más engancha a quienes la usan: los estadounidenses pasan una media de 56 minutos al día en TikTok -por encima de otras redes sociales con más usuarios, como Facebook o Instagram-, según los datos de Insider Intelligence.
La preocupación de las autoridades, sin embargo, no es tanto los efectos perniciosos sobre los jóvenes de esa adicción a la red, al desplazamiento compulsivo del dedo sobre la pantalla para ver más vídeos, sino un asunto geopolítico: TikTok pertenece a ByteDance, una compañía china con sede en Pekín. Por lo tanto, es un brazo potencial del Partido Comunista chino, con acceso a datos personales y capacidad de influir en millones de estadounidenses.
Desde los tiempos de Donald Trump, en la Casa Blanca, en el Congreso y en los líderes de los dos grandes partidos domina la opinión de que el éxito de TikTok entre su población va contra los intereses de seguridad nacional de la primera potencia mundial. La razón esencial: la ley china permite a su Gobierno exigir la entrega de los datos personales de sus usuarios. Y, ante una China bajo Xi Jinping cada vez más combativa con EE.UU., es arriesgado descartar su uso en operaciones de influencia: ¿censurará o privilegiará contenido sobre los abusos a la minoría uigur, los ataques a la libertad en Hong Kong, la lucha de Taiwán por su independencia?
La incomodidad con TikTok no acabó con la llegada al poder de Joe Biden hace dos años. En ese tiempo, su Administración ha realizado análisis de seguridad nacional sobre el impacto de TikTok y ha negociado durante meses con la red social para obtener garantías de que su utilización será inocua.
Esos esfuerzos parecen estancados -o agotados- y Biden ha impuesto a TikTok un ultimátum: o vende su negocio en EE.UU. o se enfrenta a un veto. La compañía china lo reconoció este miércoles después de que lo revelara 'The Wall Street Journal'.
Proteger la seguridad nacional
«Si el objetivo es proteger la seguridad nacional, la desinversión no soluciona el problema: un cambio en la propiedad no impondría nuevas restricciones al flujo de datos o a su acceso», reaccionó la compañía a través de un comunicado de su portavoz, Brooke Oberwetter. «La mejor manera de enfrentar las preocupaciones sobre seguridad nacional es con las protecciones de datos de usuarios y de sistemas, transparentes y basadas en EE.UU, con seguimiento robusto por terceras partes y con verificación, que ya estamos implementando».
Ese es el resumen de la posición que ha mantenido TikTok en los últimos años: forzar la venta de la red social no consigue nada y la solución es establecer un control que satisfaga a las autoridades.
El crecimiento extraordinario de TikTok en EE.UU. coincidió con la recta final de la presidencia de Trump, que hizo de la confrontación con China una de las líneas básicas de su mandato. TikTok ya sabía lo que es un veto por razones políticas -India prohibió la red social en junio de 2020 por su enfrentamiento con China en la frontera del Himalaya- y trató de poner sus barbas a remojo en su mercado más rentable.
La red se americanizó
TikTok se americanizó: colocó como consejero delegado a Kevin Mayer, un ejecutivo de Disney, y montó una campaña de información para convencer a la opinión pública de su distancia con Pekín: la compañía está registrada en las Islas Caimán y su negocio en EE.UU. está aislado de China.
Eso no convenció a Trump ni al creciente sentimiento anti-chino en la política estadounidense. El multimillonario neoyorquino aprobó una orden de prohibición de TikTok y después aceptó una venta a Oracle, un gigante tecnológico controlado por un aliado suyo, Larry Ellison.
Todo eso quedó descarrilado por el bloqueo judicial de la orden ejecutiva. Biden la sustituyó por otra que imponía un análisis de los peligros de TikTok y la conclusión es similar a la de Trump. Ello a pesar de que la compañía china ha impulsado el llamado Proyecto Texas, un plan con un coste de 1.500 millones de dólares diseñado para evitar cualquier sospecha de utilización de datos personales por parte del Gobierno de Pekín: todos los datos recabados en EE.UU. quedarían alojados en los servidores de Oracle, que también tendría control sobre sus códigos informáticos; se establecería un panel de tres personas, con luz verde de la Casa Blanca, que supervisaría las operaciones de TikTok; y todos sus empleados recibirían el mismo proceso de control que los de compañías contratistas del Gobierno de EE.UU.
Asedio en el Congreso
Tras negociaciones arduas con los ejecutivos de la compañía bajo estas promesas, el Comité de Inversión Extranjera en EE.UU. (Cfius), formado por miembros de diversas agencias gubernamentales que analizan los riesgos de inversiones transnacionales, ha dictaminado que hay que forzar a ByteDance a que venda.
El asedio también viene del Congreso, en uno de los pocos asuntos que ponen de acuerdo a republicanos y demócratas. Una propuesta de ley introducida este mes en el Senado permitirá a Biden el veto a tecnológicas que puedan suponer amenazas a la seguridad nacional. Dos comités de la Cámara de Representantes están centrados en parar los pies a TikTok. Uno de sus líderes, el republicano Mike Gallagher, ha calificado a la red social como el «fentanilo digital». La semana que viene comparecerá en Washington el consejero delegado que sustituyó a Mayer, Shou Chew, que ha centrado toda su labor en tratar de congraciarse con las autoridades locales, sin mucho éxito hasta ahora.
Globo espía
El episodio del globo espía chino que flotó durante días en el espacio aéreo estadounidense hasta ser derribado en aguas de Carolina del Sur no ha mejorado la situación para la compañía. «Un gran globo chino en el cielo y millones de globos chinos TikTok en nuestros teléfonos», reaccionó el senador republicano Mitt Romney. «Debemos abatirlos todos».
Cualquier desenlace será largo y problemático. La propiedad de ByteDance está dividida en paquetes controlados en un 60% de inversores globales, un 20% de empleados y un 20% de sus fundadores. Una hipotética venta del negocio en EE.UU. requeriría, además, luz verde del Gobierno de Xi, ya que tiene capacidad de decisión sobre exportaciones tecnológicas, como la del exitoso algoritmo de TikTok.
La venta forzada o la prohibición desencadenarán una batalla legal dura y larga, de meses o años, que se mezclaría con la campaña electoral de 2024. Los usuarios de TikTok son jóvenes, y estos votan sobre todo al partido demócrata. Muchos fueron belicosos cuando Trump amenazó el veto a TikTok -hasta le estropearon un mitin reservando asientos en masa que después no ocuparon- y Biden podría sufrir la misma furia. El veto a la red social «nos haría perder literalmente a todos los votantes menores de 35 años, para siempre», dijo Gina Raimondo, secretaria de Comercio, el mes pasado a Bloomberg.
Es un problema que no sufre Xi: en China no hay acceso a Facebook, Instagram, Google o YouTube, pero tampoco existe la fastidiosa costumbre de someterse al voto de los ciudadanos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete