Gregorio Luri: «Me sulfura la mediocridad satisfecha de los docentes»
El autor de 'Sobre el arte de leer' advierte de la baja comprensión lectora en la niñez y los problemas que ello tiene en el futuro
Los alumnos de 10 años retroceden siete puntos en comprensión lectora respecto a 2016

Gregorio Luri no pide, como suelen hacer otros pedagogos o expertos en educación, que se omitan las críticas que hacen a los docentes en las entrevistas. El miedo a la horda de respuestas y críticas sobre todo desde el anonimato de las redes (donde es mucho más fácil y cómodo) por parte de los profesores hace que muchos pidan, no muy discretamente, que «no se publique» porque «ya sabes, la gente no lo lleva bien».
Luri da la cara, una vez más, y señala directamente a los profesores como los responsables del fracaso en los resultados en comprensión lectora de nuestros alumnos. Estos los dio a conocer estudio internacional PIRLS (del inglés, Progress in International Reading Literacy Study), que evalúa la comprensión lectora del alumnado en su cuarto curso de escolarización obligatoria, es decir, 4º de Primaria.
Los niños de 10 años de nuestro país bajaron 7 puntos en comprensión lectora, quedándose en 521 puntos respecto a la edición anterior de 2016 y muy por debajo de la UE (528) y de la OCDE (533). Por comunidades, también hubo datos que dieron que hablar. Cataluña se quedó un trimestre por detrás de Andalucía y a un curso completo de Asturias. Otra conclusión del informe es que no hay ninguna comunidad autónoma, salvo Asturias, con nivel alto y avanzado (este último es el máximo escalón) de comprensión lectora.
—¿Son los datos de PIRLS preocupantes?
—Siempre se pueden hacer mejor las cosas. Yo nací en el año 55 y sé lo que había entonces y cómo estaban las escuelas esos años. ¿Estamos a la altura de nuestras aspiraciones legitimas? No. Pero no tiene nada que ver con la decadencia. Estoy harto de los pesimistas. Freud decía que hay tres cosas imposibles: gobernar, educar y curar. Es imposible porque no podemos garantizar una escuela de éxito al cien por cien con todos. Como tampoco podemos tener hospitales que nos ahorren la muerte o contar con gobiernos serios. Hay que convivir con la fragilidad humana.
—No le gustan los pesimistas pero entiendo que no se habrá sentido muy bien con esos datos, sobre todo habiendo sido maestro de Primaria (aparte profesor de Secundaria y en la universidad)...
—Me cabree. Porque los datos no están a la altura de lo que podemos llegar a ser. El drama es doble. Por una parte, nos están diciendo que en 4º de Primaria podemos prever el fracaso escolar al final de la escolaridad, es decir, a los 16 años. Lo grave no es el porcentaje de niños con problemas de comprensión lectora sino que la escuela no los corrige. Los alumnos irlandeses leen mejor que los españoles siendo el inglés una lengua menos transparente que la española. Me cabrea que con esos problemas haya docentes, padres y niños que digan que están satisfechos con la escuela. No entiendo esa mediocridad satisfecha, me sulfura.
—¿De quién en particular?
—De los docentes, que son los profesiones. Ellos son los responsables. Si tienes unos datos como esos, donde se ve que nuestra escuela no ayuda a entre un 20 y 25 por ciento de los alumnos y que además sabemos que son los que vienen de familias con déficit lingüístico, entonces ¿para que le sirve la escuela a los niños pobres? Eso es lo que me escandaliza.
Los alumnos con problemas de comprensión lectora tendrán dificultades para acabar la Secundaria
Gregorio Luri
Pedagogo
—¿Cómo se le pone remedio a eso?
Atreviéndonos a mirar la realidad. Recuerdo una conversación con un profesor coreano que me dijo que podemos, en principio, justificar entre un 8 y un 10 por ciento de los problemas de comprensión lectora por los trastornos de su aprendizaje. Sin embargo, la razón de cualquier porcentaje que supere el 10 por ciento es pedagógica. Y eso hay que mirarlo a la cara. Nuestra escuela y nuestros políticos se inflan y engolan usando grandes palabras: «Escuelas con ciudadanía critica», «Escuelas creativas»... Pero entonces es cuando miran sus ideales y no los resultados. Lo que importa es estar a la altura y no lo estamos.
—¿El problema es la formación del profesorado?
—Parece que se los forma más en competencias emocionales que en el conocimiento del oficio y este es duro, complejo y muy especializado.
—¿Tiene algo que ver la 'ley Celaá' en todo esto?
—No. Lo que no hace la ley es poner medios para solucionarlo. Lo que PIRLS pone de manifiesto es que el punto de fractura está en tercero y cuatro de Primaria. Es el momento en que los niños tienen que pasar de aprender a leer a aprender leyendo. En ese momento, si el niño domina la lectura aprenderá leyendo y más conocimiento y vocabulario adquirirá. Pero el que tiene problemas de vocabulario se encuentra con dificultades de comprensión lectora y entonces menos va a leer. Y esto se transforma en un círculo vicioso.
El día que dejemos de pedirle cosas a la escuela será cuando dejemos de creer en su nobleza
Gregorio Luri
Pedagogo
—¿Cuál es la forma de arreglarlo?
—Hoy por hoy no tiene arreglo. Los que tienen problemas reales en PIRLS los tienen en PISA (el informe que también evalúa la Lectura, pero en niños de 15 años). Los que tienen un vocabulario pobre tendrán hoy problemas de comprensión lectora y se encontrarán con dificultades para terminar la Secundaria en el futuro. El 'buenismo' oculta los problemas reales de la escuela.
—¿Hay desafección por la lectura en los niños?
—Sí, claro. Imagina un niño que tiene un vocabulario de 600 palabras. Ese niño tiene que traducir el lenguaje escolar al familiar. Y llega otro con 5000 palabras, que no tiene que traducir nada porque los lenguajes coinciden: es decir, con lo que está hablando en casa ya está haciendo deberes.
—Entonces el problema parte de casa...
—Sí, pero no podemos culpabilizar a los padres. Es la escuela la que está para ayudar a los niños pobres a trascender su medio cultural. Esa su misión. Por eso, hay métodos que funcionan con niños ricos y no con pobres. Las corrientes pedagógicas modernas fomentan el trabajo en equipo y un profesor que acompaña pero no dirige. Imagine un trabajo en equipo de niños que hablan pobremente con un profesor que no dirige: ¿qué clase de estímulo tiene para mejorar su comprensión lectora? El profesor tiene que intervenir y cuanta mas pobreza cultural mayor tiene que ser esta intervención.
—¿No le pide demasiado a la escuela?
—Sí porque es noble. A una bocadillo de mortadela le pides poco, a la paella más. El día que dejemos de pedirle a la escuela dejaremos de creer en su nobleza.
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