25-N: Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Maltratadas a los 14 años

La primera relación marca para siempre. Tras un amor nocivo, Marta necesitó un tortuoso camino de terapia y recomposición personal

'Las Mariposas', el motivo por el que se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

Marta cede esta foto a ABC. No quier ser identificada/ 25N: Por un mundo sin violencia machista ABC/ ATLAS

Marta comenzó a perdonarse su «mal ojo» hacia Manuel el día que ayudó a otra adolescente a encarar su tortuosa y primera relación sentimental. Dice esta joven murciana que nunca había respondido a esa pregunta. «¿Que cuándo me perdoné yo? Sé que mis padres ... comentan que nunca han llegado a hacerlo, por no haber sabido detectar los primeros síntomas. Como no había evidencias de lesiones físicas, parece que no se asume que es violencia. Ellos me veían cambiar, de ser una niña extrovertida, alegre y académicamente fuerte a repetir curso, encerrarme en mi habitación, no querer hacer planes y quedar solo con mi novio», dice esta muchacha. Han pasado ocho años de ese primer amor que marca para siempre, de ese «niño tan mono al que ansías gustar en el instituto», a una comunicación de celos incorregibles y una agresión que fue el detonante de la ruptura dos años después.

«Me volvió histérica, me quería ir, no sabía cómo. Él buscaba cualquier pretexto para el enfado. Me daba una de cal y otra de arena: un día era un “te quiero” aplastante, al otro el idilio se terminaba y no podía casi ni hablar con chicos. Recuerdo el día que fui a una feria de Alicante y me pilló el teléfono. Se encerró, vio el número de un amigo de mi prima y... “Furcia” fue lo que menos me llamó. El maltrato psicológico al que me sometió fue brutal ». Tras el puñetazo y, esta vez sí, las muestras palpables de que Marta (es un nombre ficticio porque no quiere ser identificada) era una niña maltratada desde los 14 años, sus padres «pusieron tierra de por medio» y la mandaron a estudiar a Madrid, una ciudad donde conoció a un chico que no disfrazaba sus encantos. «Manuel le hizo la vida imposible. Me estuvo buscando mucho tiempo, tuve una recaída y quedé con él una vez más. Al ver a mi madre, destrozada, y el daño que le causé, no volví a hacerlo. Fue un momento muy duro, aunque después gané pronto la batalla a ese miedo tremendo que yo sentía».

La terapia ha recompuesto algunos trozos de autoestima desencajados. El desequilibrio inicial ha convertido a esta mujer de 22 años en educadora social y testimonio de «supervivencia» para decenas de niñas que se acercan a las instalaciones de la entidad de ayuda a otras víctimas donde ella trabaja, la Fundación Ana Bella . «Doy charlas en institutos y veo las caras de las jóvenes. Sé lo que están padeciendo. Te asombrarías de cuántas personas, sobre todo, madres, vienen a pedirnos apoyo. ¡A diario!». En este mismo instante Marta socorre a una chica «embarazada , fruto de una agresión de su maltratador , su pareja hasta hace pocos días», que tampoco quiere salir de su habitación en una ciudad andaluza. En plena refriega por la trascendental ley educativa, la «ley Celaá», Marta dice que solo conoce una receta para frenar la escalada de casos de maltrato entre adolescentes: «Te lo tiene que mostrar un igual y ver un reflejo». Pone como ejemplo la Comisión Atenea , un proyecto educativo donde no es un profesional el que explica las consecuencias de un amor tóxico, sino que el compañero de clase muestra su experiencia y las señales de alarma. Son «agentes del cambio quienes dicen que “no voy al cine porque a Manuel le molesta no es indicio de amor”».

El mito del amor

«Es más fácil que una niña “caiga” en el círculo que una adulta . No nos han enseñado qué es el amor sano. Nos educan en una sociedad "de princesas" con el mito romántico de que Bella deja toda su vida por el vampiro («Crepúsculo»), pero yo me vi envuelta en una relación en la que acabé ahogándome». Según el Instituto Nacional de Estadística en 2019 el maltrato ejercido por menores se disparó un 21% respecto a 2018. Entidades como Fundación Anar y Save the Children alertan de que el 41% (cuatro de cada diez) adolescentes sufren violencia psicológica y de control por sus parejas.

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