MACHAKITO 25
Pasa la Feria
Y un adiós definitivo es darle las espaldas a la portada camino de coger la rutina de los días. Todos son adioses en un día como el que gastamos hoy en decirle «bye bye love» a una ciudad llena de prodigios
PIRATAS DE GUADALQUIVIR
CUANDO LA PAPA TE ATRAPA

Hay metáforas muy visuales para expresar la nostalgia de un día como el de hoy. El tiempo vuela. Y pasa la vida, pasa la gloria, pasa el cariño y pasa la Feria. Todo es un eterno viaje montado en el caballo del eterno ... retorno. Empiezas con la primera que bailas y terminas con la del adiós. Una lona de caseta hasta el albero son unos ojos que se cierran con alergia a la despedida. Un jarro de rebujito yacente sobre el albero mide la fugacidad de un tiempo feliz. Y un adiós definitivo es darle las espaldas a la portada camino de coger la rutina de los días. Todos son adioses en un día como el que gastamos hoy en decirle «bye, bye love» a una ciudad llena de prodigios. Que la hemos vivido, disfrutado, llorado, negociado, postureado, lamentado y reflexionado.
¿Larga, corta, medio pensionista? Yo, al respecto, lo tengo muy claro: la Feria no me impone un calendario. Soy yo el que elige cuándo tengo que ir o no. No es una obligación laboral picar a diario. No es una competición atlética. Los récords lo dejamos para los que hacen números y reducen la Feria a toneladas de mierdas, basuras y diecinueve mil visitantes más que el año pasado. Ni de coña caigo en esa joyanca.
Mucha gente anda empeñada en decirnos que la feria está masificada. No te jode el profeta. El metro de Tokio en hora punta es un desierto al lado de Pascual Márquez la noche del alumbrado o la del martes, víspera del festivo local. La Feria está tan masificada como lo está la ciudad. Porque el lío de Los Remedios no es otra cosa que la proyección de Sevilla, de lo que Sevilla vive y sobrevive diariamente. Ir y venir a la Feria, pese al empeño de Tussam, del Metro y de los puyazos de los taxis VTC por sus carreras casi espaciales (en vez de llevarte al Parque Alcosa parece que te llevan a Marte) nos devuelve a la realidad de una ciudad que no cabe en su traje de años atrás. El traje del 92 se nos ha quedado cortísimo. La unidad de pesas y medidas de una fiesta más o menos ideal, pero realista, dejó de ser el apropiado hace unos años. Envejeció. Quizás cuando se industrializó y turistificó como una de las fuentes de ingresos más poderosas que tiene la ciudad. Pero hay más. Mucho más.
El problema de Sevilla es que lleva treinta años sin que se haya actualizado el transporte público a las nuevas necesidades. Un médico sevillano, preocupado por la salud de la ciudad, me comentaba en Machakito 25 que el transporte público de Feria demuestra el retraso execrable y la ausencia de inversiones durante décadas. E insistía que para llegar a esa situación han hecho falta colaboradores necesarios, nocturnidad y alevosía. Ni una coma le quito a lo dicho por Manuel González. Ampliar la Feria no solucionará nada. Porque lo que necesita la Feria es lo que Sevilla no sabe darse o pelearlo. Levantemos el catavino y veamos la clara esperanza de su futuro en este bye, bye love que se llevan las mulillas del arrastre…
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