LA TAURINA DE ABC
La penalización del indulto: «Si lo llego a saber, lo mato»
El reglamento del Circuito de Novilladas de Andalucía ha perjudicado al novillero Ignacio Candelas, excluido de las semifinales del certamen por no estoquear a su oponente

El novillero rondeño Ignacio Candelas indultó el pasado sábado a un excelente utrero de Fermín Bohórquez en la plaza de toros de Marbella. Se había quedado en el sexto chiquero este buen novillo, de nombre 'Oportuno', que fue la ... gran oportunidad para que el aspirante pudiera demostrar toda su valía en esta clasificatoria del Circuito de Novilladas de Andalucía. Coincidían Enrique Romero y Francisco Ruiz Miguel en calificarlo como un «gran» y «excelente» animal. Despegado de tierra y brocho de pitones, tuvo ritmo y nobleza, con especial duración. Tras una larga faena, muy destacada al natural y en unos circulares durante el epílogo, el público pidió clamorosamente el indulto, el presidente sacó el pañuelo naranja y Fermín Bohórquez lo embarcó en el camión, rumbo a su finca Fuente Rey.
Después de haber logrado el que quizás sea el máximo triunfo posible, al menos para un ganadero, el novillero se imaginaba, como es lógico, pasando de fase como uno de los semifinalistas del ciclo. Según exponen las bases «los criterios de puntuación estarán divididos en cuatro apartados: cada novillero podrá sumar hasta 28 puntos, repartidos en actitud, expresión artística, espada y orejas. De esta forma, en cada novillo lidiado se valorará la actitud hasta 5 puntos, la expresión artística hasta 5 puntos y la espada hasta 2 puntos. Además, cada oreja cortada sumará un punto, no sumando ningún punto los rabos cortados. En caso de indulto, el novillero solo tendrá un punto total por orejas y rabo simbólicos y 0 puntos por la espada».
Y siguiendo las pautas de la organización, el jurado –compuesto por Manuel Luque, Dávila Miura, Manolo Viera, Javier Bocanegra y Gabriel Fernández– puntuó la actitud, expresión, uso de la espada y orejas cortadas. Fue Martín Morilla, novillero de Morón de la Frontera, el mejor calificado, pues ciertamente fue el que más destacó en sus formas. Y vino el problema a continuación, cuando a muy poca distancia quedaron puntuados segundo y tercer novillero del cartel –Pedro Gallego e Ignacio Candelas–. De las tres novilladas clasificatorias, compuestas por nueve aspirantes, pasan seis de ellos a las semifinales; o sea, dos por novillada.
Y llegados a esta situación, fue el indulto de 'Oportuno' lo más inoportuno para el recorrido de Ignacio Candelas en este certamen, pues según las bases está claramente penalizado al obtener únicamente un punto por orejas y rabo simbólicos y cero puntos por la espada. A pesar de que su faena fue, como mínimo, de dos orejas, le hubiera sido suficiente con dejar una estocada medianamente decente y cortar una oreja para clasificarse por delante del novillero Pedro Gallego. Este criterio no tiene ningún sentido, pues parece que el mérito de un indulto es exclusivamente del animal e ignora la importancia que haya podido tener en dicho resultado la lidia del aspirante. Así las cosas, el novillero Ignacio Candelas, cuya faena del indulto a 'Oportuno' recorre las redes sociales tras haber sido compartida por Fermín Bohórquez, verá las semifinales desde su sofá, seguramente lamentándose de no haber sacrificado a tan excelente colaborador.
Es él quien llama a la redacción de ABC, reconociendo su pesar por la «injusticia» de ser el único novillero descartado de esta segunda clasificatoria. Está convencido de que «si hubiera matado el novillo, sería el primer clasificado». Y llega a la misma, y triste, conclusión a la que llegan todos los aficionados: «Si lo llego a saber, lo mato». Aunque sabe que es una quimera lo que plantea, pide a la Fundación Toro de Lidia una oportunidad en la semifinal. Este periódico ha tratado de contactar con la entidad, sin respuesta. Conviene que para el futuro esta reglamentación sea revisada y redactada con mejor criterio, sensibilidad y afición. Porque una cosa es ponerle coto a los indultos, y otra muy distinta es condenar a los lidiadores que, como en este caso, se ven sorprendidos por la aclamación popular y por la decisión presidencial.
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