conmemoración de los 50 años de la muerte de franco
Amalia Gómez: «Hay que dejar en paz a los difuntos y no simplificar la forma en que España accedió a la democracia»
La doctora en Historia y exsecretaria general de Asuntos Sociales en el primer Gobierno de Aznar califica de «error» celebrar esta efeméride cree que sería «mucho más útil» recordar el periodo entre las elecciones de 1977 y la aprobación de la Constitución de 1978
«Resucitar» a Franco crea más polarización según los políticos sevillanos de la Transición
Alfonso Garrido (PSOE): «Lo que hay que celebrar es la Constitución de 1978, no la muerte de Franco»
Luis Pizarro (IU): «Hubiera sido mejor consensuar los actos de Franco pero no sé por qué es tan difícil hacerlo ahora en España. En los 80/90 lo hacíamos»
Rojas-Marcos (PA): «Franco murió triunfante en la cama mientras a los demócratas se nos encarcelaba. ¿Es eso lo que se celebra?»

Amalia Gómez tenía 31 años cuando murió Franco y hoy puede presumir de haber cumplido 81. Diplomada en Lengua y Cultura Inglesa por el West London College of Commerce y licenciada en Filosofía y Letras (sección Historia) por la Universidad de Murcia, fue becaria ... del gobierno inglés en la Universidad de Swansea (1973) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Archivo General de Indias. Se doctoró en Historia de América por la Universidad de Sevilla en 1979 y durante varios años trabajó como profesora de Historia en el instituto Velázquez, uno de los primeros de la capital andaluza.
Diputada en el Parlamento de Andalucía y portavoz de Educación, Cultura y Asuntos Sociales, fue secretaria general de Asuntos Sociales en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en el primer Gobierno de José María Aznar. Investigadora de temas educativos y sociales, ha sido presidenta de Cruz Roja Española en Sevilla.
-¿Qué le parece que se conmemoren los 50 años de la muerte de Franco?
- Me parece que la decisión del presidente del Gobierno de conmemorar los 50 años de la muerte de Franco es un error y una expresión más de esa confusión entre lo institucional y lo partidista que, lamentablemente suele suceder y, con inusitada frecuencia, en actos o manifestaciones de miembros del gobierno. Pero además, dio más la impresión de que el acto era un verso suelto, algo improvisado, entre un mitin o un encuentro de vuelta a noviembre de 1975. Y en noviembre de este año se cumplirán los 50 años de su muerte. Casi 19 millones de españoles y españolas o no habían nacido o nacieron ese año. La verdad histórica les debe llegar, ajena a estrategias políticas o coyunturales. No era el formato, ni el enfoque, ni el momento; ni siquiera la oportunidad y mucho menos la manera. Hay que dejar en paz a los difuntos, sobre todo porque no se puede hacer reduccionismo simplificador de cómo accedió España a la democracia. El camino a la búsqueda de la libertad ya había empezado dentro y fuera de España, con mas o menos fuerza, españoles de todos los colores políticos convencidos que tenían que estar preparados para diseñar o preparar la estrategia para la democracia.
-¿No hubiera sido mejor consensuarlo, en todo caso, con la oposición para que fuera una conmemoración no partidista sino de Estado?
-En estos momentos, sí hubiera sido muy importante para la sociedad española que se hubiera consensuado una comisión organizadora,una comisión de Estado, avalada por la trayectoria personal, especializada y acreditada de personas conocedoras de esos años de la Transición que fueron los que hicieron posible la democracia. Aquí no hubo necesidad de la Revolución de los Claveles 1974 (esa emocionante y épica marcha de los militares sobre Lisboa, que no dispararon balas, sino que la muchedumbre en Largo do Carmo adornó las armas con claveles, poniendo de esta forma los cimientos de la democracia portuguesa).En España, la sociedad que había vivido el franquismo dio una lección al mundo de que tenía conciencia de que estaba ante un cambio de ciclo. Y los políticos tuvieron la generosidad, altura de miras y sentido de la responsabilidad para organizar y pilotar la Transición, con un modelo por crear y unas estructuras de poder por modificar. Que no era fácil. En esta ocasión me temo que ha podido más la inercia de la sorpresa , de la fugacidad de los titulares de la política calidoscopio que, por otra parte, ha concitado poco interés social. Una oportunidad perdida para recuperar memoria de aciertos, errores, dilaciones de la generosa y pedagógica lección de la Transición.
-¿Hubiera sido más aconsejable conmemorar los 50 años de las primeras elecciones democráticas de 1977 o de la Constitución de 1978?
-A mí me parece que hubiera sido más muy interesante el periodo comprendido entre las elecciones de 1977 y la Constitución de 1978. Desde luego con una visión muy amplia desde la actitud expectante, pero nada pasiva, de la sociedad española que se sumó al proceso de transformación, consciente de las dificultades, con algún recelo por parte de quienes temían a lo desconocido, y con el impulso de los que sabían que los tiempos habían cambiado. España tenía que ser una democracia y se habían ido sorteando brechas y retos que requerían políticos y políticas con visión de futuro, altura de miras, y conciencia de que no era un camino fácil, pero desde luego la meta era irrenunciable. Esa conmemoración o memoria sería muy útil en estos momentos donde no hay unidad en los asuntos de Estado, porque se ha hecho de la dispersión la estrategia de la supervivencia, y el valor de la diversidad se ha convertido en un factor de dispersión en la acción política. La unidad en la diversidad, la andadura de cómo se fue construyendo con otro tipo de gestión, y desde el marco general de la Constitución, nos fue abriendo puertas en España y en el Mundo. Este periodo si que merecería una conmemoración, consensuada por todos los grupos y compartida por todas las administraciones, para que la sociedad recordara y los más jóvenes supieran como se alcanzó la democracia en España.
-¿Cree que una conmemoración de este tipo puede acercar a los españoles o, por el contrario, ahondar en el clima de polarización que se vive desde hace años?
-Yo, que nací un año antes del desembarco de Normandía- creo que estamos en un tiempo donde repensar, analizar, comprender, y sobre todo razonar, no es tan fácil. Hay incertidumbre, preocupación pero no sólo por la subida de la cesta de la compra, por la estabilidad n el empleo, por la ruptura del principio de igualdad entre españoles que vivan en una Comunidad u otra, por la politización de lo institucional, por la nebulosa del concepto y uso del poder ejecutivo… por ese partidismo (en algunas ocasiones, bastantes) que no está por principios del bien común, sino por la seducción de la permanencia en el poder. En mi opinión, hace falta que la propia sociedad rompa ese clima nefasto de la polarización. No soy pesimista, sí realista. En estos momentos hace falta la libertad que da el conocimiento, y la fortaleza que da pensar que no hay nada imposible, salvo lo que no se intenta. Hoy más que conmemoraciones, yo creo que hace falta más compromiso personal, más participación social , más sentido del deber de ciudadanía, más voces voces que antepongan España y la ley a cualquier otro criterio o razón espuria.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete