La UE limita desde hoy las grasas trans, las peores para el corazón, que seguirán invisibles en el etiquetado

Suelen encontrarse en alimentos ultraprocesados como bollería, margarinas vegetales, galletería, aperitivos, platos preparados o productos servidos en establecimientos de restauración rápida

Las grasas trans industriales se encuentran en alimentos ultraprocesados como bollería, margarinas vegetales, galletería, aperitivos, platos preparados o productos servidos en establecimientos de restauración rápida ABC

Desde este viernes 2 de abril la presencia de grasas trans de origen industrial , las peores para el corazón, estará limitada a un máximo de 2 gramos por cada 100 gramos de grasa en los alimentos . Así lo recoge ... el reglamento europeo que se aprobó en abril de 2019 y permitió un periodo transitorio de dos años, hasta el 1 de abril de 2021, para que las industrias pudieran adaptarse a este límite. Una medida aplaudida por la Fundación Española del Corazón (FEC) que, como otras entidades, reclamaba la limitación de este tipo de grasas en los alimentos.

«Hay suficiente evidencia de que las grasas trans aumentan el colesterol malo en sangre y favorecen la placa de ateroma en los vasos sanguíneos. Son las peores grasas para la salud cardiovascular . Un gramo de grasa trans equivale a 10 gramos de grasa saturada», explica a ABC Salud la doctora Marisa Calle, integrante del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Corazón (FEC). Para esta institución lo ideal es que ningún alimento industrial superara los 0,5 gramos de de grasas trans por cada 100 gramos de grasas.

«La restricción es un primer paso, pero es imprescindible acompañarla de estrategias de educación poblacional sobre patrones de alimentación saludable y de vigilancia del cumplimiento de la normativa para poder conseguir un efecto más adecuado», opina el doctor Juan José López Gómez. médico especialista Endocrinología y Nutrición, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) .

Las grasas trans son el resultado de la transformación de aceites líquidos en sólidos , mediante un proceso de hidrogenación parcial. Su uso en la industria se popularizó en los años cincuenta, sesenta y setenta como alternativa a las grasas saturadas, aunque con el tiempo se ha demostrado que son más perjudiciales que aquellas que vinieron a sustituir.

Invisibles en el etiquetado

Suelen encontrarse en alimentos ultraprocesados como bollería, margarinas vegetales, galletería, aperitivos, platos preparados o productos servidos en establecimientos de restauración rápida, que tendrían que ser de ingesta muy ocasional. Pero para el consumidor es imposible saber si un producto las lleva puesto que no es obligatorio que aparezcan en el etiquetado ni tampoco el fabricante puede informar de forma voluntaria. Desde la SEEN creen que sería recomendable complementar la normativa que limita la presencia de grasas trans industriales con «cambios en el etiquetado para poder orientar a los consumidores».

«Es difícil conocer exactamente el contenido en grasas trans de un alimento si no viene indicado explícitamente en los etiquetados. No obstante, podemos orientarnos sabiendo qué tipos de alimentos son los que contienen estos ácidos grasos de manera más frecuente: los alimentos ultraprocesados con un alto contenido en grasas saturadas tienen más probabilidades de contener este tipo de grasas. Por tanto, sería recomendable limitar el consumo de grasas saturadas (de cualquier tipo) en la alimentación a menos del 7% del valor calórico total y la reducción a un consumo ocasional de los alimentos ultraprocesados», señala el experto de la SEEN.

Otra pista de que se han podido producir grasas trans es que nos fijemos en la lista de ingredientes: « Si aparecen los términos parcialmente hidrogenado es un producto que mejor evitar », recomienda Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos, dietista-nutricionista y especialista en seguridad alimentaria.

La OMS estima que cada año la ingesta de grasas trans causa más de 500.000 muertes por enfermedades cardiovasculares. La autoridad mundial en salud recomienda que la ingesta total de estas grasas se limite a menos del 1% de la ingesta energética total , lo que se traduce en menos de 2,2 g/día con una dieta de 2.000 calorías. En esta línea,en 2018 la OMS lanzó la guía REPLACE  en la que se indican los pasos que hay que seguir para eliminar los ácidos grasos trans de producción industrial del suministro mundial de alimentos.

La buena noticia es que en la industria española ya están desde hace años por debajo de los márgenes que marca ahora la UE. «Para la industria en España la entrada en vigor del reglamento europeo no tendría que suponer una gran diferencia ni cambio en los procesos tecnológicos. Los datos son bastante positivos. Tenemos que felicitarnos», señala a ABC Beatriz Robles.

Un informe de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) de 2015, que analizaba el contenido de ácidos grasos trans (AGT) en los alimentos de nuestro país, concluía que la gran mayoría presentan un porcentaje de ácidos grasos trans inferior al 2 % con respectos a la grasa total. La Aecosan señala que los resultados fueron mejores aún que los que se obtuvieron en 2010, ya que los AGT fueron indetectables en varios grupos de alimentos analizados, dsminuyeron en otros, o se mantuvieron en cantidades bajas. «El contenido de AGT en los alimentos no representa en la actualidad en España un problema de salud pública», concluían los autores del informe.

¿Se podrían eliminar definitivamente estas grasas de los productos ultraprocesados como propone la OMS? Beatriz Robles asegura que sí: «Tecnológicamente es posible que no aparezcan esos ácidos grasos trans y sin hacer grandes cambios. Incluso se puede conseguir el producto sin necesidad de solidificar las grasas, utilizando otro tipo de grasas o aditivos».

Aunque las grasas trans desaparecieran por completo de determinados alimentos ultraprocesados, éstos seguirían siendo de consumo muy ocasional. «Un producto que sea ligeramente menos malo no lo convierte automáticamente en un buen alimento», advierte Beatriz Robles. Tampoco que sea de origen vegetal lo hace siempre mejor producto. Y uno de los ejemplos sería la margarina, que nació como alternativa a la mantequilla, a la que se demonizaba por su contenido en grasas saturadas de origen animal. «La mantequilla la clasificaríamos como un alimento procesado ligero y la margarina es un ultraprocesado que intenta imitar a la mantequilla utilizando otro tipo de ingredientes que no son mucho más saludables: aceites vegetales de calidad media-baja, sal y grasas de mala calidad. La margarina nunca es un alimento de consumo diario», aclara la dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos. Las únicas fuentes de grasas saludables que podemos tomar a diario, añade, son el aceite de oliva virgen y los frutos secos .

La mejor manera de evitar el consumo de productos susceptibles de contener grasas trans industriales es optar por los alimentos frescos o mínimamente procesados. «La dieta mediterránea es una dieta magnífica. Lo ideal sería que tendiéramos todos a hacerla», concluye la doctora Marisa Calle. La experta advierte también de que las grasas trans pueden producirse también cuando preparamos frituras en casa a altas temperaturas . «El aceite no debe llegar al punto de humeo (160-180ºC dependiendo del tipo) y tampoco ser reutilizado», aconseja.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios