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La última ovación de Sevilla a Paloma San Basilio

Con esta gira, la artista da las 'Gracias' y se despide de los escenarios tras más de medio siglo de espectáculos

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Paloma San Basilio cantando en el Cartuja Center j.m. serrano
Paula Mateo

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No todos los días se tiene el privilegio de ver a una estrella brillar. Anoche, Paloma San Basilio iluminó el escenario del Cartuja Center CITE con una voz que ha conseguido pasar a la historia de la música de este país. A sus -nada menos que- 74 años, deleitó a Sevilla con su gira 'Gracias', un tour con el que se despide de los escenarios tras cinco décadas de trayectoria. A pesar de que no se llegó a alcanzar el 'sold out', el entusiasmo del público llenó los pocos asientos que quedaban libres.

Uno de los detalles que más llamó la atención durante la noche fue la media de edad del público, cercana a los ochenta años. Aunque los prejuicios pudieran sentenciar que lo más probable era que nadie cantara, la realidad fue muy distinta: los octogenarios animaron la noche con sus voces y palmas. Eso sí, contaban con la ventaja de que, tras la primera canción, 'Gracias a la vida', Paloma ya les había hecho calentar la voz: «Cantar en Sevilla lo es todo para mí, porque todo empezó aquí. Mis primeros ocho años sevillanos son los que crearon esa atmósfera que después me permitió seguir desplegando mis alas por el mundo. Este es un cierre para abrir otra etapa, porque las etapas de la vida se sobreponen. Con esto, quiero dar las gracias y recordar que esto es una fiesta, así que quiero que cantéis. ¡Vamos a calentar la voz!».

El tiempo no apaga la pasión

Una vez preparadas las cuerdas vocales, Paloma empezó a cantar un éxito tras otro'. Desde Bésame' a 'Caballo viejo', 'El día que me quieras' o 'Paloma'. Sin dejar atrás 'Ansiedad', un tema que dedicó a Venezuela, «un gran país que lo está pasando mal. A ver si desde aquí, conseguimos que se abra un rayo de luz y consigan tener el futuro que se merecen».

La velada incluyó incluso cambios de vestimenta. Paloma pasó de un vestido largo blanco con puntos negros a un traje blanco, no sin antes preguntar al público si habían visto '101 dálmatas', porque «¡siempre quise ser Cruella de Vil!». Acto seguido, interpretó el estribillo de una de las villanas más queridas de Disney. Por su parte, el segundo atuendo fue un elegante vestido largo negro de purpurina.

La madrileña no solo interpretó algunos de los éxitos más populares de su discografía, también rindió tributo a otros artistas y compositores que han marcado, en mayor o menor medida, su trayectoria. Para ello, en el repertorio del concierto incluyó obras como 'Hijo de la luna', de Mecano, 'Cuando nadie me ve', de Alejandro Sanz, 'Tacones Rojos', de Sebastián Yatra, '¿Y cómo es el'?, de Raphael, o 'Despacio', de Luis Fonsi, entre otras.

Viajar en el tiempo a través de la música es posible, y Sevilla lo comprobó anoche. Tras los pequeños reconocimientos, el Cartuja Center se transformó en un portal a las décadas de los 80 y 90 con temas como 'Quiéreme siempre', 'Luna de miel', 'Nadie como tú', 'Libre', 'Beso a beso' o 'Nunca llores por mí'. Esta última pieza terminó con miles de aplausos y el auditorio sevillano en pie. «¡Esto es único, único en el mundo!», exclamó emocionada. «Yo no quiero irme llorando, pero soy muy llorona. No quiero tristeza, tenemos que estar contentos y felices porque llevamos tanto tiempo juntos, ¿o no?». Y así fue cómo Paloma puso el broche de oro a a este viaje: con 'Juntos' y un «mil veces gracias gracias» que, probablemente, resonará eternamente en los corazones de aquellos asistentes que llevan acompañándola durante más de media vida.

Antes de retirarse del escenario, Ricardo Castillejo, periodista y actual director de la revista Sevilla Magazine irrumpió en el escenario. Castillejo, que había celebrado los Premios Escaparate la noche anterior, quiso conmemorar a la artista en este momento tan significativo y clave en su carrera, entregándole el premio 'Favoritos 2025' como símbolo de cierre de esta etapa inolvidable.

Paloma demostró que el tiempo no apaga la pasión ni la vitalidad. Con la misma energía que transmitía cuando tenía 24 años, contagió a los asistentes su amor por la música. Al fin y al cabo, la edad es solo un número.

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