Masterchef 8

Esta chica es una joya: la hormiguita Ana tumba a los gallos de «Masterchef» en el combate final

La madrileña se impuso en el combate decisivo con un menú que entrelazó la gastronomía con la joyería

Superó a su paisano Andy, que anunció que cuelga la toga por la chaquetilla, y al coruñés Iván

Ana, la inesperada ganadora de Masterchef 2020

Ana celebra su triunfo en «Masterchef 8» RTVE

Rubén Ventureira

Los 100.000 euros y el trofeo del «Masterchef» del confinamiento fueron para Ana Iglesias . Esta chica, que antes de entrar en el programa estudió Derecho y montó una marca de joyas de cierto éxito, superó en el combate final a Andy «El Pollito», segundo, y a «El Gallo» gallego Iván , los dos hombres que mantuvieron un pique desde el inicio de la edición, cuatro meses atrás.

Ana (Madrid, 24 años) partía con la ventaja de contar con billete para el gran duelo final desde la primera prueba de la pasada semana. Al comenzar la gala 12+1, que a tal número se llegó ayer, quedaban dos chaquetillas en juego y cuatro aspirantes en liza: Andy (Madrid, 26 años), Luna (Lanzarote, 29 años), Alberto (Barcelona, 31 años) e Iván (A Coruña, 38 años).

En el primer reto de la noche se concedió uno de esos billetes. Consistió en cocinar un plato al ritmo marcado por el maestro Martín Berasategui : ningún español tiene más estrellas Michelin (12) y ningún chef del mundo cuenta con más estrellas en su propio país que el donostiarra. «Es el dueño del cosmos», resumió Luna con su habitual simpatía. Ahora que todo ha acabado ya se puede decir: ha sido la alegría de la edición.

Muy resumidamente, el plato era una ensalada de tuétanos de verdura cruda con bogavante y esferificaciones de piparra. La concentración resultaba fundamental. «Voy a ir despacio, no es fácil, pero nada es imposible en la vida», aconsejó Martín Berasategui a los cuatro aspirantes. «Es una base para acompañar un gran bogavante. Bonito, sencillo y agradecido», resumió Jordi Cruz .

Siguiendo las instrucciones del multiestrellado chef, que animaba a los concursantes al grito de «garrote», Andy , Luna , Alberto e Iván se pusieron manos a la obra. De entrada, lo complicado era cocer bien el marisco. Y eso –que como bien sabe Iván, que es coruñés, no es sencillo– fue lo más sencillo del reto. Una vez que el vasco diese por acabado el cocinado, los aspirantes tenían un minuto para emplatar.

Luna tuvo problemas ya desde el principio. Arrancó con la lengua fuera, y más pendiente de preguntar y de repreguntar que de atender: ya hemos escrito en más de una ocasión que no hay profesora de yoga más atacada por el estrés que la canaria. Iván fue el siguiente en entrar en problemas: «Es imposible seguir a un tío de esta categoría», admitió. Y lo cierto es que era tremendamente complicado: se trataba de muchos ingredientes, a emplear en cantidades exactas, y en ocasiones a cocinar a una temperatura determinada. Era un plato de laboratorio culinario, a elaborar con precisión de cirujano. «Tiene 500 pasos», resumió Pepe Rodríguez . Ver a los concursantes en este cocinado generaba al espectador una tensión como la que se produce en las películas cuando un tipo tiene que desactivar la bomba en dos minutos y no sabe qué cable es la clave para frenar la cuenta atrás. Alberto fue el tercero en perderse. Así que, de entrada, Andy parecía el ganador... Lo parecía hasta que llevó su plato a la mesa de los chefs: no recordaba en nada al del donostiarra. Andy , que tiene el ego muy alimentado, hizo su propia versión de la ensalada. «Hay ese punto excesivo de ser pretencioso», juzgó Jordi Cruz . Pero la realidad es que estaba muy rico, y eso lo reconocieron los cuatro chefs.

«Amargo y malo como un demonio»: así le quedó lo suyo a Alberto . No le fue mejor a la novia del barcelonés, Luna . «Me metí en un atajo», reconoció la canaria, a la que le preguntaron por una salsa que ella ni recordaba que Martín Berasategui había elaborado. «Lo has hecho súper bien, y con una fuerza increíble», la elogió generosa el donostiarra, pero su caos no merecía ser premiado con una chaquetilla.

«Estoy agotado. Hoy he conocido la sensación de El Coyote cuando perseguía a El Correcaminos . No estoy insatisfecho, es impotencia», reflexionó Iván . «Está en la línea de lo de Alberto, has ido a remolque», criticó Pepe Fernández. «¿Qué me has hecho?», preguntó, un tanto exageradamente, Samantha Vallejo-Nágera . «Todo lo complicado está hecho, solo te ha faltado refinamiento. Y está rico», elogió, por contra, Jordi Cruz . Por tanto, el asunto estaba entre Andy e Iván , entre «El Pollito» y «El Gallo» , los dos eternos rivales. Y los cuatro chefs eligieron al abogado. «Nadie confiaba en mí, nadie. Objetivo complicado. Ha sido muy duro», analizó el madrileño. « Andy , nos vemos en la final», reaccionó Iván , que no pudo disimular la cara de disgusto, y apeló a su suerte y buen hacer en la prueba de exteriores, que durante todo el concurso se le dio de rechupete.

Andy se puso la chaquetilla con el mismo orgullo que un golfista viste la chaqueta verde del Masters de Augusta , como si fuese una prenda hecha a la perfecta medida de su ego.

Con Pepe en Illescas

Siempre que puede, Pepe Rodríguez presume de tierra natal en «Masterchef», Illescas (Toledo). Los dominios del chef fueron el escenario de la prueba exterior: fue en su restaurante, El Bohío , en donde se dilucidó la tercera plaza para el reto final.

En el programa, Pepe es el «chef» tradicional, pero el menú que propuso para el reto era «como de Jordi Cruz », juzgó Alberto , quien dijo que se sentía como el Barça antes de saltar al Bernabéu para jugar contra el Real Madrid . El Madrid era, claro, el gallego. Lo que quería decir el catalán –e Iván lo habría entendido mejor, que por algo es coruñés y del Dépor – es que buscaba un «Centenariazo» , es decir, vencer al máximo favorito en el momento crucial.

Iván eligió primero. Optó por elaborar uno de los entrantes («gazpacho de aceitunas, sopa de hierbas y almendra») y un principal (con el bonito título de «Dos maneras de comer atún»). Alberto fue el siguiente en seleccionar: se decantó por «gamba roja, albóndigas de gamba, azafrán y juego de sus cabezas» y «ciervo asado, compota de frutos rojos y queso de cabra». Por descarte, a Luna le tocó una «emulsión de setas, boniato, papada y cacahuete», y un postre con base de café titulado «Asiático».

El objetivo era servir un menú de seis platos a los duelistas que compitieron en las siete ediciones de «Masterchef Junior» . El que mejor reprodujese todas las elaboraciones lograría la chaquetilla y el último pase para el combate final.

«Me veo con la chaquetilla. Voy a toda vela», se animaba Iván . Al tiempo, Alberto , muy concentrado, aparecía como su principal rival, mientras a Luna se le veía cocinar con el relax que proporciona saber que tus posibilidades de ganar son mínimas y que bastante has hecho metiendo la cabeza entre los cinco finalistas. Lo más bonito del cocinado fue ver a tres amigos animándose entre ellos para sacar los platos adelante. También fue entrañable escuchar a Alberto decir que lo suyo con Luna , ese amor que se ha cocinado a fuego lento, está ya «más que a medias».

«Calienta, que sales de titular», animaba Pepe Rodríguez , siguiendo el simil futbolístico, a su gallo favorito, Iván .

El coruñés sacó un notable con el gazpacho y triunfó con la doble versión del atún. Al barcelonés se le pasó la gamba, pero atinó con el ciervo, sabrosísimo. La canaria acertó con la emulsión de setas, pero tuvo que hacer dos veces el merengue y por ahí se esfumaron sus aspiraciones, pues acabó presentado un postre que no se parecía en nada al que le habían pedido. Luna fue quinta, porque así lo decidieron los tres chefs, y el billete final quedó entre Iván y Alberto , amigos desde el inicio del programa, y que se emocionaron hasta la lágrima intercambiando elogios. El elegido fue el gallego, el más regular de los tres. «Que viva el amor», proclamó en la despedida de Illescas una emocionada Samantha en alusión a la parejita, y Luna le plantó un beso a Alberto , que esta vez no llegó a tiempo de hacerle la cobra (lo de besarse en público no va con él).

El combate final

Rodeados de familiares y compañeros de la edición, los tres finalistas ( Ana , Andy e Iván ) tuvieron que preparar en la cocina circular un menú completo, compuesto de un entrante, un plato principal y un postre. «Queremos ver vuestra evolución», animó el jurado. Por tanto, se trataba de un cocinado libre, a ejecutar en 120 minutos, con la única condición de realizar dos raciones de cada.

Antes de empezar, supimos que, ocurriese lo que ocurriese, el abogado había decidido dejar de ejercer como tal y abrir su propio restaurante. Hablamos de Andy , que es nombre artístico, según confesó su madre, pues toda la vida ha sido Andrés . Para destensar el momento, Alberto y Luna confesaron que lo suyo va viento en popa, y se dieron un celebrado pico.

El beso más esperado, entre Luna y Alberto RTVE

Ana , que partía más relajada porque ya llevaba una semana clasificada para el combate decisivo, elaboró una ostra aliñada con champán y consomé de jamón ibérico con granizado de melón (entrante); pichón a baja temperatura y muslo confitado con una guarnición de setas (primero); y, como homenaje a sus cuatro abuelos argentinos, un alfajor deconstruido para cerrar boca.

Andy cocinó foie a baja temperatura con anís, nuez moscada y canela, presa ibérica acompañada de un puré de calabaza y mandarina y esferas de boletus y, como postre, bizcocho de zanahoria deconstruido con helado de albaricoque.

Iván optó por navajas a baja temperatura con tres aliños diferentes, salmonetes crujientes con sopa thai como principal y tarta de Santiago con sopa de vermú y helado de castaña para poner el punto final.

A la hora de catar los platos, el jurado contó con la ayuda del chef Joan Roca , cuyo trabajo está avalado por tres estrellas Michelin. «Los veo seguros y con bastante orden», elogió el invitado tras «visitar» a los tres aspirantes. De entrada, sin probar nada, le atrajo la propuesta de Iván , por arriesgada.

Frenesí en la cocina circular durante el gran combate final RTVE

Los cuatro chefs empezaron comiéndose Galicia, o sea, el entrante de Iván . ·«C0mo entrante se me queda como un aperitivo», juzgó Jordi Cruz sus navajas. «Te ha superado el producto», criticó Pepe . «Me ha gustado», elogió Samantha . «Está muy bien, pero las sabores necesitan un poco más de intensidad», añadió Joan Roca . El siguiente turno fue para el foie de Andy : estaba rico. Ana fusionó sus dos pasiones, las joyas y la cocina, tanto en este entrante como en el primero y en el postre: «Vas de calladita, pero vas asimilando, asimilando, asimilando», resumió Samantha el sentir general, que fue un elogio unánime.

En cuanto a los primeros, los salmonetes de Iván merecieron un aplauso por lograr el equilibro perfecto con un «plato cosmopolita», sentenció Joan Roca . «Con este plato demuestras que con la cocina se puede viajar», se extendió el chef catalán. Andy bordó la presa ibérica. Pero Ana ganó la partida a los dos con «Memoria», un plato que apelaba a su infancia, un pichón sabrosímo al que «no se le encuentra una pega», juzgó Jordi Cruz , y un «plato tres Estrellas Michelin», corroboró Joan Roca .

La suerte ya parecía echada, a favor de Ana , cuando llegaron los postres. Pero había que probarlos. Iván acertó con uno muy personal y muy bueno, un «Galicia Calidade» en toda la regla. Andy no calculó bien las cantidades. Y Ana puso la guinda a su gran noche con su versión del alfajor, que epató los paladares de los chefs.

La victoria de la madrileña estaba a esas alturas cantada. Y así fue. Fue el premio a la evolución. «Hay muchas maneras de llegar al éxito. Se puede llegar de una forma más sincera, más pausada, más humilde», resumió Pepe Rodríguez . Fue el triunfo de la humildad, el premio a la hormiguita silenciosa en un mundo de gallos, pollos y pavos reales.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios