Parrillas

Tres chefs frente a tres jurados. Se van eliminando. Al final, el que queda de los parrilleros se enfrenta a uno de los jurados, que también es maestro de la parrilla. Y tienen unos artefactos para hacer la carne que para qué. Algunos parecen aparatos de tortura para quemar a San Lorenzo, con elevadores, manivelas. También hay rayos infrarrojos. Un paraíso de la barbacoa. Madre mía, qué solomillos, qué chuletones, qué mollejas (sí, mollejas), qué hamburguesas, qué cristianos… Es como ver en el cine 'El cocinero de los últimos deseos', de Yôjirô Takita . Eso también me gustaría que me lo ofrecieran. La película transcurre en dos épocas, la actual y los años 30 en Manchuria, donde el cocinero de las recetas había sido encargado de hacer un banquete de 112 platos para el emperador. De principio a fin está uno en el cine salivando, y escuchando los 'oooohs', 'aaaaaahs' y 'mmmmm' de los otros espectadores. Y el plato más apetitoso es un sándwich de carne empanada. Vale, wagyu katsu.

Todo argumentos en contra de lo de 2050. Dice el documento de los muchos expertos que no han cobrado un duro que la población española tendrá que reducir la ingesta de alimentos de origen animal para alcanzar la «neutralidad climática». Déjenos comer lo que nos dé la gana, señor Sánchez, que bastante tenemos con todo lo demás . La carne es felicidad. Como es felicidad ese falso documental que han hecho en TVE Digital según el cual Azúcar Moreno ganó Eurovisión. Pero qué cosa más graciosa. Hasta Blas Cantó está gracioso.

Como dice Fran Lebowitz, la verdura es interesante, pero no tiene ningún propósito si no va acompañada de un trozo de carne.