'Reyes de la noche': «A José María García y José Ramón de la Morena les sacará de quicio»
Los creadores desvelan los entresijos de la serie inspirada en la batalla de la radio deportiva de los 80 y 90, que Movistar+ estrena el viernes 14
Javier Gutiérrez ('Reyes de la noche'): «Hemos hecho una serie muy salvaje y nos hemos quedado cortos»

La edad de oro de la radio deportiva no siempre fue un fenómeno reluciente. También estaba cubierta de mugre, golpes bajos y traiciones, a menudo en directo. José María García y José Ramón de la Morena protagonizaron durante años una guerra cruenta ... y, como casi todas, también rentable, por una audiencia increíblemente millonaria. Hubo premeditación, nocturnidad y alevosía. Aquella gloria con regusto amargo solo podía ser contada en forma de comedia. 'Reyes de la noche' se estrena en Movistar+ el viernes 14 de mayo y no tardará en convertirse en una de sus producciones más comentadas. Aunque solo sea para evitar demandas, es preciso advertir una vez más que todo es ficción.
Sus creadores, Adolfo Valor ('Lo dejo cuando quiera', 'Promoción Fantasma') y Cristóbal Garrido ('Lo dejo cuando quiera', 'Fariña', 'Cuerpo de élite') nos cuentan los entresijos de su criatura.
–La serie hace un retrato inmisericorde del mundo del fútbol y del periodismo.
–Adolfo Valor: Los periodistas siempre han sido retratados en el cine como unas alimañas sin corazón, capaces de vender a su madre por una buena noticia. No íbamos a ser menos y ponernos moñas. La profesión no es así. Una de las ventajas que tenía esta historia es que son dos profesionales muy buenos en lo suyo. Son muy listos y muy cabrones. Eso te marca todo lo demás, pero creo que nosotros hemos sido, no sé si respetuosos, pero hemos intentado contar la profesión con cariño.
–Cristóbal Garrido: Y que cuando estás en guerra, todo vale, ¿no? Es difícil mantener las formas cuando te juegas tanto.
–A.V.: A los guionistas también se nos retrata muy mal en el cine y en las series. Nos tiramos piedras contra nuestro propio tejado muchas veces.
–Se pone mucho cuidado en remarcar antes de cada capítulo que todo es ficción, empezando por los personajes, pero luego Jesús Gil es de verdad, se habla de la cadena de la Iglesia y hay referencias inequívocas. ¿Cuánto se parece la serie a la realidad? ¿Qué porcentaje hay de ficción?
–A. V.: No lo hemos medido, pero yo creo que el espectador va a entender cuándo es ficción y cuándo es verdad. Y si no lo entiende, tampoco es imprescindible, pero hemos dejado pistas por el camino. No queríamos hacer un pastiche. Queríamos que el fresco estuviera muy bien armado y luego colocar dentro a los personajes. Todo ese mundo de la cadena de la Iglesia o los personajes históricos como Jesús Gil enriquecen muchísimo la historia.
–C.G.: La intención era contar un contexto histórico muy concreto. La serie funciona más allá, pero si sabes que eso existió y entiendes las referencias, lo vas a agradecer mogollón y lo hace más interesante.
–A. V.: El juego era un poco como hace Tarantino en el final de 'Malditos bastardos', que te mete una historia ficcionada. Esos juegos nos gustaban mucho, como que a mitad de serie entre Gil y lo haga así, sin hacer un retrato biográfico, aunque tiene mucho de verdad porque nos documentamos mucho. Pero él ya ha salido en otras películas y hay documentales. Queríamos crear nuestro propio Gil, un cruce entre Jake LaMotta y Orson Welles en 'Sed de mal'. Nos cuidamos de que no fuera una imitación ni que dijera 'tal y tal' y meterlo en un jacuzzi con dos tías en bikini.
–La investigación ha sido larga y fue necesario hablar con mucha gente. ¿También con José María García y José Ramón de la Morena?¿Qué pensarán al ver la serie?
–C.G.: No, hablamos con mucha gente de sus equipos y de otros, porque no solo había dos emisoras. También con gente que había vivido esa guerra de manera colateral, pero no quisimos tocarlos a ellos porque no queríamos enamorarnos en exceso ni contaminarnos. Nuestra intención no era contar sus vidas. Más allá de la cartela que sale al principio diciendo que es ficción y bla, bla, bla, es una cosa absolutamente deliberada en la que Adolfo y yo no perdimos ni dos segundos. Era contar esa guerra, pero a través de unos personajes completamente ficticios. No llegamos a hablar con ellos nunca e imagino que les llegaría, porque hablamos con muchos periodistas deportivos y algunos les dirían: 'Hemos hablado con dos guionistas enanos y barbudos que preguntan por vosotros'. Pero en ningún momento tuvimos la tentación de hablar con ellos, de verdad. De hecho, hay mucha información y ellos mismos han escrito libros.
–C.G.: Si me van a demandar, claro que me preocupa su opinión.
–A.V.: Legalmente estamos cubiertos porque insistimos en que es una serie de ficción, pero a mí me encantaría que les gustase. Voy a decir una cosa que a Adolfo le da mucha rabia. Yo he hecho 'Fariña', y Sito Miñanco habrá visto la serie y me da igual lo que opine, porque hablamos de cosas reales y de condenas que han existido. En el caso de José María García, De la Morena o Pipi Estrada, me encantaría que la viesen y la disfruten y nos lo digan. Es complicado, porque las series de policías no gustan a los policías, ni a los médicos las de médicos. A ellos les pondrá muy nerviosos y les sacará de quicio, pero lo entiendo.
–En esa guerra nocturna de las ondas, ¿hasta qué punto tomáis partido?
–C.V.: Hemos intentado ser muy objetivos. Uno de los retos era que las dos emisoras fueran igual de chulas, que tuvieran mucho encanto visual, igual que los dos equipos y los dos protagonistas. El reto es que el espectador salte de uno a otro y no sepa con quién ir ni quién va a ganar. Es un duelo de ingenio e inteligencia y los dos tenían que ser muy listos y muy cabrones y retarse constantemente. El punto de vista es el de los dos. Vas con ellos y con el personaje de Itsaso por igual.
–A.V.: No podíamos descuidar a ninguno, porque si no la guerra se descompensa y no te importa nada. Los dos deben ser igual de brillantes y, cuando sufre uno, también debe sufrir el otro. Que no solo Jota Montes sufra, sino que cuando el Cóndor llega a casa y ve las consecuencias de la guerra, también le tienen que pasar factura.
–C.G.: Pensábamos mucho en 'Amadeus' cuando la escribíamos. La película se llamaba 'Amadeus', pero Salieri es increíble. Queríamos conseguir ese efecto, porque los dos son increíblemente carismáticos.
–Miki Esparbé ha hablado de la «época gloriosa del periodismo deportivo», en la que sin embargo sus protagonistas cometían actos no tan gloriosos. Aparecen como dos genios del mal.
–A.V.: Sí que lo son. En la película de Billy Wilder 'El gran carnaval', Kirk Douglas hace de periodista hijo de puta y capaz de provocar una tragedia con tal de conseguir una exclusiva. Estos tenían ese punto, de ir a por todas. El programa es su vida y por el camino se van dejando muchas cosas. La guerra tiene bajas y víctimas.
–C.G.: Todas las personas con las que hablamos de aquella época nos decían que fue la más feliz de su vida y la más jodida, porque se mataban unos con otros. Ahora echas la vista atrás y piensas: no mereció la pena, pero al mismo tiempo es lo que nos parece interesante reflejar. Es gente que disfruta mucho con su curro y se deja la piel por noticias que en realidad no son tan importantes.
–A.V.: Eso también le da un rollo cómico.
–¿Se ha perdido esa pasión a muerte por conseguir la noticia, lo que tenía de bueno ese periodismo?
–C.G.: Cambiar ha cambiado.
–A.V.: Pero todo ha cambiado: el cine, las series, la prensa... y todo ha perdido cierto encanto. Hay algo muy guay de la radio de aquella época, que tenía algo único. O lo escuchabas en ese momento o te lo perdías para siempre. Ahora hay podcast, puedes entrar en la web… Eso también hacía grande el momento y por eso tantos millones de personas se acostaban con el transistor.
–C.G.: La serie no arranca con los dos protagonistas, sino en un hogar español de aquella época. Hay algo de eso que ya no está. El gesto mítico de girar el dial que se ilumina ya no existe, salvo en el coche a lo mejor, con las luces apagadas, que te transporta a otro universo. Tenía un encanto especial para los radioyentes y ahora es otra cosa. También puede ser que nos estemos haciendo mayores y sintamos nostalgia por todo.
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