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La Berlinale, alfombra roja política sin complejos

Sólo después de la protocolaria protesta, comenzó el cine, con el drama irlandés 'Small things like these', protagonizado por Cillian Murphy

Cillian Murphy Efe
Rosalía Sánchez

Rosalía Sánchez

Corresponsal en Berlín

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La inauguración de la Berlinale se convirtió anoche en una manifestación política en la alfombra roja, dirigida contra la extrema derecha pero específicamente contra el partido Alternativa para Alemania (AfD), al que apuntaron sus glamurosos dardos varios de los invitados de honor. En una protesta organizada por el propio festival, cineastas como Jella Haase y Katja Riemann gritaron «Defendamos la democracia» y sostuvieron las luces de los teléfonos móviles en el aire para un minuto de silencio. «Porque me asusta ver la indiferencia, la normalidad con la que la gente va a las urnas y pone su cruz en partidos que se distinguen clara y obviamente con ideas radicales de derecha», explicaba Haase. «Bueno, es que la Berlinale es un festival político», justificaba el despliegue el director nominado al Oscar de 78 años Wim Wenders ('Perfect Days'). «La Berlinale ha sido tradicionalmente el más político de los grandes festivales, y no va a dejar de serlo ahora, y no lo hará en el futuro. De hecho me gusta la Berlinale porque siempre abre la boca por algo», sostuvo.

«Al rechazar a la AfD, la Berlinale se ha posicionado claramente contra el extremismo de derecha en Alemania, para dar ejemplo de democracia, diversidad y coexistencia pacífica», dijo el festival de cine en un comunicado. Así compensa la organización el hecho de no haber desinvitado a varios políticos de AfD a los que, por cuestiones de protocolo y financiación pública, debe obligatoriamente invitar. La actriz Pheline Roggan ('Jerks') llevaba un collar de purpurina con la inscripción «Fck AfD», la modelo y empresaria Papis Loveday sostenía un cartel con las palabras «¡No al racismo! ¡No a la AfD!». Papis Loveday también llevaba un mensaje importante en su espalda: «Más empatía».

Sólo después de la protocolaria protesta, comenzó, por fin, el cine, con el drama irlandés 'Small things like these', protagonizado por Cillian Murphy, que vuelve a trabajar con el cineasta belga Tim Mielants, de la popular serie 'Peaky blinders'. Junto a la actriz norirlandesa Michelle Fairley, de 'Juego de tronos', y de la británica Emily Watson, de 'Chernóbil', Murphy encarna a un padre entregado que descubre el secreto del asilo de las Magdalenas. «Estamos convencidos de que esta historia que junta la bondad hacia los más débiles y la voluntad de alzarse contra la injusticia encontrará eco en todos», estimó el italiano Carlo Chatrian, que codirige por última vez la Berlinale con la neerlandesa Mariette Rissenbeek. El próximo año, ambos serán reemplazados por la estadounidense Tricia Tuttle. «Estamos aquí para ver cómo los artistas responden al mundo en el que vivimos actualmente. Tengo curiosidad de ver cómo lo hacen», declaró la actriz Lupita Nyong'o, la primera personalidad negra que dirige el jurado del certamen y que ha expresado su admiración por el trabajo de los directores Ann Hui, Christian Petzold y Albert Serra. «Soy extranjera aquí», evadió Ngong'o la cuestión de los invitados de AfD, «me alegro de no tener que responder a esa pregunta». La actriz italiana Jasmine Trinca, también miembro del jurado, destacó ayer en la misma rueda de prensa de presentación del festival que las películas te permiten ver el mundo a través de los ojos de otra persona y que «tenemos que abrir los ojos y el corazón, seguir siendo humanos, y esto es algo muy político».

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