Elegir entre dos obreros de la construcción: 'A working man' o 'Ghostlight'
Jason Statham vuelve para protagonizar 'A Working Man' y Keith Kupferer da vida a un peón en 'Ghostlight'
El resto de estrenos de la semana
El personaje principal es un obrero de la construcción, es de mediana edad, tiene una hija…, en fin, un personaje corriente y al que el guionista tiene que procurarle coyuntura y particularidad para que funcione como motor de una trama. Entre los estrenos de esta semana tenemos dos títulos que utilizan a ese personaje, un obrero, como gasolina para la historia, uno es 'A working man', cuyo guionista es Sylvester Stallone, y otro es 'Ghostlight', con guion de Kelly O'Sullivan, que también la ha dirigido junto a Alex Thompson. Si vemos y observamos las dos, nos daremos cuenta de que nuestro personaje corriente, común, puede convertirse en cualquier cosa en manos de un guionista.
También influye el actor que se elija para interpretarlo: el protagonista de 'A working man' es Jason Statham, que su presencia en cualquier película garantiza acción, violencia, venganza y mucha metralla; es más bien, digamos, 'obrero de la destrucción'. Y en 'Ghostlight' está Keith Kupferer, un actor poco conocido pero con unas magníficas dotes para un papel dramático, para envolver su personaje de material conmovedor. Si uno los cambiara de película, cosa absurda, probablemente se convertirían ambas en comedia, y sin gracia.
Y si es tarea del guionista y del director darle consistencia distinta a una historia con un personaje corriente y con el actor adecuado, el espectador también tiene la pequeña obligación de saber a cuál de esos dos obreros de la construcción le apetece más ver, al que 'pega' más fuerte o al que 'pega' más adentro, al que lleva el casco como verbo o al que lo lleva como amparo.
'A working man' es un thriller duro, rasposo, en el que Statham hace uno de sus papeles habituales, es un justiciero y se encarga de arreglar el mundo a su modo y, en este caso, consiste en forrar a palos a la mafia rusa cuando rapta a la hija de su jefe en la obra. No hay sorpresas, tiene el desarrollo previsto y mucha espectacularidad y ruido de nueces (y huesos) en las escenas de lucha, en las que se emplea este actor con tanto arte como Laurence Olivier con la calavera de Yorick. Jason Statham es el Fred Astaire del guantazo.
En 'Ghostlight' sí hay sorpresa, es decir, algo inesperado. El protagonista, Dan, es un hombre abatido, como su esposa, por la muerte reciente de un hijo, y sobrevive en una casa moribunda en la que su otra hija, adolescente, se ha convertido en pesadilla, en pesadísima, en un punto al extremo de lo extremo. Hay mucha acción, pero en el interior de ellos, en esos lugares que un buen guionista y un buen director tiene que hacer ver sin que los coja groseramente la cámara. La aparición en la historia del teatro, del ensayo, de escurrir la realidad entre la ficción, le da un enorme vuelo al argumento. Y una obra shakespeariana, 'Romeo y Julieta', será en el fondo el hilo conductor al que se sujeta el espectador para conocer por dentro a esos personajes y a los estupendos actores.
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Y es curioso cómo dos películas tan lejanas entre sí, aunque compartan oficio sus personajes principales, pueden operar en el espectador una parecida sensación de catarsis, de purificación interior, de respiro final, al que se llega en ambas prácticamente sin aliento; en una, con salpicaduras de plasma y, en otra, con una buena rociada de desconsuelo. Y si uno no se equivoca de taquilla, el paso por ellas es un éxito.
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