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ABC Cultural

Crítica de 'Una historia de amor italiana': La convivencia en pareja es cosa de superhéroes

La película es un pequeño puzle fácil de construir, a pesar de su desconcierto temporal, porque siempre tiene al espectador en el interior de sus personajes y su historia

Fotograma de 'Una historia de amor italiana'
Oti Rodríguez Marchante

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El espectador de esta preciosa película tiene la oportunidad de elegirle el género, pues puede considerarla una comedia romántica que te descorazona o también una drama romántico que continuamente te permite reír, o sonreír. El título original es ‘Supereroi’ y se refiere a los superpoderes que necesita poseer una pareja para amarse y vivir juntos con el paso del tiempo, y su director, Paolo Genovese (que hizo la película ‘Perfectos desconocidos’ que más tarde rehízo en España Álex de la Iglesia), es un gran estudioso en su cine de los enigmas que operan en las relaciones amorosas.

Como historia de amor (italiana o de cualquier lado) contiene dos poderes infalibles: es imaginativa, simpática, y sus dos personajes principales, él y ella, poseen un encanto mayúsculo que sus intérpretes, Alessandro Borghi y Jasmina Trinca , exprimen con toda naturalidad y derramándose el uno al otro cubos de eso que se llama 'química'. Y como película, Genovese tiene el acierto de esquivar el precipicio de lo convencional: nos cuenta su historia, pero lo hace de un modo en el que los hechos no se narran linealmente , sino que los vierte sobre la pantalla desordenados en tiempo pero ordenadísimos y profundos en sentimiento…, un pequeño puzle fácil de construir, a pesar de su desconcierto temporal, porque siempre tiene al espectador en el interior de sus personajes y su historia.

Él es matemático (el tiempo no existe, pero…) y ella dibuja tiras de cómic, y entre ambos y la pericia del guion y la ligereza de la puesta en escena edifican ese armatoste, a veces tienda de campaña, a veces palacio, que es la vida en común, desde el azar del encuentro (bonita secuencia de lluvia y paraguas) a los esfuerzos por conocerse, gozarse y soportarse…, algo así como la conversión del azar en destino. Está llena de ingenio visual, dibujos y animaciones incluidas , y de muy buen tono verbal, bien dialogada y bien ponderada entre la seriedad y lo chispeante. Por otra parte, habla bajito, con cautela, con enorme verdad, sobre el gran problema matemático de una pareja, ese uno más uno igual a tres que es la ma(pa)ternidad, mucho más complicado en esta historia que la conjetura de Poincaré, y que resuelve de un modo valiente, a contrapelo, en estos tiempos de altanería y fatuidad.

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