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Garantías y sospechas

Ahora toca ver si las condenas se cumplen o hay privilegios para todos

Felix Machuca

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Encima se hacen los ofendiditos, los avasallados, las víctimas propiciatorias de esa conjura de necios que, según sus caprichos, orquesta el Estado contra los libertadores de Cataluña. Los oyes hablar tan indignados que parece que les hubieran sometido a la pena de bajada de pantalones ... en público, no quedándote más opción que preguntar: ¿qué esperaban estos tipos después de la que formaron? ¿No intentaron, ya fuera soñando o despiertos, un golpe de mano al Estado y limpiarse lo innombrable con la Constitución? ¿No han dividido en dos mundos enfrentados y, me temo que irreconciliables, a familias, amigos, compañeros de trabajo, universitarios, trabajadores, ciudadanos cargándose la paz social de Cataluña? ¿No han introducido en el tejido social y emocional catalán el virus fatal del supremacismo donde o eres independentista o eres una mierda española? ¿Qué esperaban después de haber firmado y perpetrado todo esto y mucho más? ¿Un premio? ¿Una mona de Pascua? ¿Una ración de caracoles a la brasa al modo leridano? Lo mismo el que está averiado y tiene desconchado el entendimiento soy yo. Y estos chicos, tan malos y traviesos, tan mentirosos y peligrosos, estaban en su derecho de recibir carantoñas en las espaldas, vitorearlos en la plaza de San Jaime y vestirlos de payeses para que le dieran la vuelta olímpica al Nou Camp mientras a coro se le cantaban Los Pajaritos. Lo mismo, repito, esperaban honores y no que su causa, ya fuera una ensoñación ya fuera un acto de plena conciencia, tuviera la respuesta contundente que le ha dado el Supremo. Es verdad que hay quien entiende que los diferentes actos del proceso, desde el referéndum de pacotilla hasta la proclamación de la República más estúpida del mundo, son merecedores de una condena más severa, al considerar que en todos estos actos hubo violencia en grado suficiente como para que no fuera un delito de sedición, sino de sublevación con acento en la o de bóveda. Ahí está la sentencia del Supremo. Guste más o menos. Ahora lo que hay que ver es si se cumple o los privilegios existen… incluso para los declarados enemigos del Estado

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