SEVILLA AL DÍA

La pataleta de Fran Rivera

Suele pasar que, de las mayores pasiones, al igual que de las personas a las que más queremos, nos despedimos en diferido

Fran Rivera se ha mostrado esta semana «abatido y destrozado». Así nos lo ha hecho saber a través de su cuenta de Instagram con un solemne comunicado en formato vídeo. Tras viralizarse la publicación, decidió emprender una tournée por diferentes medios de comunicación nacionales ... asegurando que se encuentra ante uno de los momentos más difíciles de su vida. Por los platós expuso los motivos de su tragedia, que también es la de otros ocho compañeros de trabajadera que lo han nombrado portavoz de la espontánea plataforma de afectados por la lluvia.

El intríngulis de la cuestión es que la Esperanza de Triana, su hermandad, aprobó en 2016 una 'normativa básica' que limita la edad de los costaleros hasta los 50 años, entre otras cosas, para no obstruir el relevo generacional. La pasada Semana Santa, la última que le correspondía, la lluvia malogró su adiós debajo del Tres Caídas, cuestión por la que albergaba la esperanza de que la Junta de Gobierno fuese benévola y aplicase la misma doctrina que durante la época del COVID, en la que accedieron a dar una dispensa a los que se jubilaban. Esto les permitió ser los pies del caballo una vez más y despedirse del oficio en condiciones. En esta ocasión, en cambio, no ven procedente ofrecer prórroga alguna.

Desconozco si, como ha deslizado el torero, realmente existe una motivación personal en la decisión del Hermano Mayor, pero creo que es fácil entender que no comporta el mismo nivel de excepcionalidad una pandemia mundial que una lluvia primaveral y que, si se sentase ese precedente de laxitud en este caso, se tendría que replicar cada año que el agua dejase la cofradía en el templo. 

Yo puedo llegar a empatizar con la faena que supone para Paquirri y sus colegas no poder colgar el costal en plenitud. Y, ojo, no critico que un famoso se queje; el lamento no es patrimonio de los donnadies, el desahogarse es humano. Ahora bien, lo de montar un melodrama, llegando incluso a evocar al Arzobispado como el que apela al Tribunal de la Haya, me parece de coña.

Estoy de acuerdo con eso que expresa de que una hermandad debe de significar caridad, fraternidad y cariño. Justo tres elementos que él, tras tantas madrugás en el palo, podría aplicar para dejar a un lado su 'momento pataleta' (palabras suyas) y alegrarse por todos los chavales que van a tener el privilegio de estrenarse abajo, de vivir esa sensación tan grandiosa que hoy, al perderla, provoca su rabieta.

Suele pasar que, de las mayores pasiones, al igual que de las personas a las que más queremos, nos despedimos en diferido. En la indefinición de las últimas veces reside el motor de lo hermosamente excepcional. La vida es no parar de crear recuerdos bonitos y saber abrazarlos. Quizás la norma que hoy escuece mañana sea la suerte de un hijo. Ánimo.

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Sobre el autor Santi Gigliotti

Periodista sevillano autor del blog 'El poyete'

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