LA ALBERCA
Ocho presas faltan, mil mentiras sobran
Ahora que los embalses están en niveles históricos es más pertinente reclamar las obras hidráulicas
Los embalses de Sevilla están a niveles históricos. Melonares se ha llenado hasta la corcha, que es el mejor homenaje que jamás recibirán los ecologistas que se opusieron a su construcción, y ya garantiza abastecimiento de agua para un lustro. El año pluviométrico está siendo ... una fiesta contra la sequía, que tantas amarguras suele traer por estas tierras, sobre todo entre los agricultores. De hecho, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir sigue escatimando riegos porque mantiene vigentes los repartos establecidos en época de escasez, una prueba más de que muchos organismos públicos van por detrás de las realidades sociales. El agua es una bendición para Andalucía, que es una de las comunidades más secas de Europa y lleva varias décadas de retraso en sus infraestructuras hidráulicas. Por eso en estos días de abundancia es aún más necesario reclamar lo que se nos debe. Ahora que los pantanos están pletóricos hay que levantar la voz con más firmeza. Porque sólo la previsión y planificación en época de alegría nos librará de los tiempos de miseria. Hasta hace apenas unos meses muchos pueblos andaluces tenían que someterse a restricciones nocturnas, incluso al reparto de agua potable con camiones cisterna. Y eso es subdesarrollo. Es increíble que una comunidad con tantos recursos como esta siga esperando desaladoras, nuevos embalses, trasvases y conducciones elementales para aprovechar el agua que se puede guardar cuando las nubes se alinean a nuestro favor, que es una vez cada demasiado tiempo.
Actualmente el Gobierno de España tiene paralizadas ocho grandes presas que permitirían acumular estas lluvias y garantizar el abastecimiento en zonas especialmente afectadas durante varios años. En Almería siguen a la espera de la desaladora para el Levante y de la conducción desde Carboneras hasta Tabernas. En Cádiz se necesitan urgentemente obras como la presa de Gibralmedina. En Córdoba hay que ampliar ya las conducciones de Iznájar y es perentorio realizar la conexión entre los pantanos de Puente Nuevo y Sierra Boyera, una obra pendiente desde 1994. En Granada es un clamor la necesidad de agilizar las conexiones de la presa de Rules y de construir la de Velillos. En Huelva siguen esperando el Túnel de San Silvestre y la presa de Alcolea en Gibraleón, que lleva ocho años pendiente, además de las de la Coronada y Pedro Arco. En Jaén es escandalosa la situación de la presa de Siles, inaugurada en 2015, pero sin canalizaciones. Y qué decir de la presa de Cerrada de la Puerta, que preveía una capacidad de casi 290 hectómetros cúbicos y que está actualmente metida en un cajón. En Málaga están cansados de pedir la Concepción y Cerro Blanco. Y en Sevilla ya ni nos acordamos de la presa de San Calixto, fronteriza con Córdoba, diseñada para evitar grandes inundaciones. Pero las tácticas partidistas bloquean el desarrollo de Andalucía. Porque la peor borrasca que nos asuela es la política, a la que le siguen faltando ocho presas y sobrando mil mentiras.
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