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TIEMPO RECOBRADO

Hopper, el artista de las sombras

Sus cuadros son transparentes. Nacen de su infelicidad, de su insatisfacción, de un sufrimiento interior que aflora en las imágenes que salen de su pincel

Calígula

Líderes fuertes

Pedro García Cuartango

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Hay un cuadro de Edward Hopper en el que se ve una habitación vacía por la que entra la luz de mediodía. Un crítico le preguntó qué buscaba con esa obra y él respondió: «A mí mismo». Hopper no pintaba lo que veía sino ... cómo lo veía. Creía que el arte sirve para plasmar un estado de ánimo, no para reflejar la realidad. Su pintura es engañosa en la medida que su realismo oculta un misterio que jamás queda desvelado al espectador. Era una persona solitaria, huraña, ensimismada en la creación. Como reflejan los diarios de su esposa, se pasaba días en silencio y era terriblemente egocéntrico. No le interesaban los demás, sólo le importaba pintar. Empleaba días e incluso semanas imaginando cómo serían sus cuadros y planificando hasta los menores detalles.

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