TIEMPO RECOBRADO
Cuando lo falso es lo verdadero
La política ha derivado en propaganda en la que el continente es más importante que el contenido
Sostenía Guy Debord que en nuestro tiempo lo verdadero es un momento de lo falso. La afirmación fue formulada en 'La sociedad del espectáculo', un libro publicado en 1967. Más de medio siglo después, el propio Debord se hubiera sorprendido de hasta qué punto tenía ... razón.
Lo verdadero es hoy indistinguible de lo falso o, mejor, lo falso es mucho más verosímil y creíble que lo verdadero. Esto es lo que ha sucedido con la broma de Carlos Alsina que, en el contexto de una reflexión sobre la identidad del futuro candidato del PSOE a la Alcaldía de Madrid, aventuró en su programa que el partido ya había decidido que sería Jorge Javier Vázquez, el presentador de 'Sálvame'.
La ocurrencia de Alsina, que obviamente se permitió una ironía, fue tomada literalmente en serio hasta el punto de crear una tormenta política. Muchos medios entraron a valorar la idoneidad del candidato, mientras el PSOE desmentía su intención de fichar a Vázquez. Pero lo más insólito es que el propio interesado se vio obligado a negar esa posibilidad, añadiendo el matiz de que, de llegarle la oferta, la rechazaría.
Lo sucedido va más allá del equivoco o la anécdota porque revela que en la política en nuestro país la ficción resulta mucho más creíble que la realidad. Si hace cuatro años Pedro Sánchez optó por presentar a un entrenador de baloncesto, ¿por qué no esta vez a una cara conocida en los medios de comunicación?
Ciertamente el PP hizo lo mismo en las elecciones generales de 2019 cuando incorporó a sus listas a famosos y personajes mediáticos, sin ninguna experiencia política y sin más mérito que su notoriedad como el padre de Mari Luz Cortés.
Más allá de estos fichajes, la política ha derivado en relato, en pura propaganda en la que el continente es mucho más importante que el contenido. Los eslóganes han desplazado a los programas, los dirigentes se han convertido en actores y la fama merece mucha más confianza que la valía intelectual o la coherencia.
La política es desde hace décadas un espectáculo, como señalaba Debord, una acumulación de representaciones cada vez más alejada de las ideologías. «El ser ha derivado en tener y el tener en parecer», afirmó. Exactamente: todo en la política es hoy pura apariencia.
No descarto, por ello, que la broma de Alsina acabe por tornarse realidad porque resulta mucho más creíble que el PSOE fiche a un actor, un torero o un futbolista para la Alcaldía que la opción de un dirigente solvente y con principios que podría ser un estorbo. Al fin y al cabo, Sánchez ya dijo que nunca pactaría con Podemos y lo hizo 48 horas después.
Todo en la política es volátil, cambiante y líquido. Y todo se decide y se ejecuta en función del relato. Por ello, la gran verdad de Alsina es que el PSOE no encontrará un candidato mejor que Vázquez.
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