TIRO AL AIRE
Más Alexias y menos Tamaras
Hace décadas que tenemos goleadoras en los recreos y ahora, además, lucen un doble Balón de Oro. Pues eso: gol, voz y voto
Mi mejor amiga del colegio jugaba al fútbol. Era tan buena como el mejor de los chicos. Aquello le granjeó un enorme respeto en el patio del que nos beneficiamos las demás. Sin saberlo, crecimos en un ambiente de igualdad envidiable. Si en los 80 ... una chica de tu clase chutaba y marcaba en cada recreo llevabas mucho avanzado en la vida. No porque las demás termináramos dándole algo al balón, que también. Sino porque no es lo mismo que les contemos a las niñas que ellas también pueden jugar al fútbol a que lo hagan y además vean a Alexia Putellas, por segunda vez, levantar el Balón de Oro.
Por eso, quiero más Alexias y menos Tamaras, aunque para no contradecir la defensa de la libertad de las mujeres hay que abogar por la presencia de ambas. Pero entenderán lo que se agradece que destaquen mujeres por mérito propio en cualquier Olimpo. El fútbol es un sitio precioso para hacerlo. Putellas nos demuestra que para que una mujer brille no hay que apagar a ningún hombre valioso. Esto, que parece –y es– una obviedad del feminismo no suele estar siempre tan claro. Ocurre lo mismo con la libertad de las mujeres en estos nuevos tiempos obsesionados, igual que los viejos, en cómo debemos comportarnos las mujeres. Lo sabe Tamara. La nueva Inquisición ha cercenado su plan con el guaperas seleccionado. O no. Pero ni una queja. Igual ha sido la madre y, en cualquier caso, seguro que encuentra otro pronto. Sin mucha prisa. Ya han platicado en casa de congelar óvulos. Ella lo ha dicho. No me meto más.
Vuelvo a la elegante Alexia Putellas y no para comentar el vestido. A la futbolista le han preguntado por la Selección. Ella ha dicho que hay que hablarlo y que le causa tristeza. Tristeza histórica, podía haber añadido. Por lo de acallar las quejas de las mujeres.
Suelo dudar si explicarle a mi hija que antes de ayer no podíamos votar ni ir a la Universidad o tirar para adelante obviando lo conseguido. Pero lo segundo tiene algo de cancelación y de dar por hecho que todo avanza en positivo. Porque ¿cómo valorar el presente sin el pasado? No se puede entender el español en América sin Colón y Cortés y la silenciada y enigmática Malinche –rescatada ahora por Nacho Cano y por el libro 'Las que faltaban', de Cristina Oñoro–. Del mismo modo, para enfrentarse a la empantanada cuestión de la Selección Española no está mal recordar a Seneca Falls y a Clara Campoamor. La voz y el voto femenino. Ningún epígrafe sin su contexto histórico complejo, esas amadas aguas de los canceladores. Como las gaviotas de Cantoná, siguen al barco a ver qué cae. Al enmudecer las quejas de las internacionales en el fútbol español hemos versionado lo del 11 contra 11 y siempre gana el mismo. Pero aún queda partido. Hace décadas que tenemos goleadoras en los recreos y ahora, además, lucen un doble Balón de Oro. Pues eso: gol, voz y voto.