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pincho de tortilla y caña

Más Mazón, menos ejemplaridad

Ahora, la investigación de la dana corre a cargo de la Justicia

La cancelación ha muerto, ¡viva el exterminio!

Los males del mundo

Luis Herrero

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Me dicen algunos amigos valencianos que quienes vemos las cosas desde lejos no estamos valorando suficientemente que la mayoría de las calles que fueron anegadas por la riada del 29 de octubre hayan recuperado su aspecto inicial, que la mayoría de los garajes estén ... limpios, que funcionen los servicios, que el campo se vaya rehabilitando a buen ritmo y que no poca gente damnificada haya vuelto a sonreír de nuevo. El ruido de la política, me dicen, no refleja el pulso de la calle. El debate público y el latido callejero emiten en longitudes de onda distintas. La preocupación prioritaria de los ciudadanos del común no es la de buscar culpables, sino la de seguir normalizando las viejas rutinas o, en todo caso, la de sentar las bases para que nada parecido vuelva a suceder en el futuro. Y ahí es, justamente, donde yo me atasco. ¿Cómo se puede mejorar algo sin saber qué es lo que falló? ¿Y quién tuvo la culpa de que fallara? La respuesta que suelo escuchar cuando formulo esa pregunta es que la fragmentación informativa, la multiplicidad interesada de versiones, la falta de transparencia y la proliferación de bulos y paranoias ensucian tanto el debate que lo hacen impracticable. Hay algo de verdad en eso, desde luego, pero la novedad de la situación es que, cuatro meses después de la tragedia, no son los actores políticos, ni los medios de comunicación, ni los espectadores de a pie, quienes están tratando de encajar los fragmentos del puzzle. Ahora, la investigación en marcha corre a cargo de la Justicia. La Guardia Civil, cuando atiende las demandas informativas de la jueza que instruye la causa, no se deja enredar por relatos sesgados de un signo u otro. No me cabe duda de que, a medida que avance el procedimiento, aflorarán muchos de los errores –unos negligentes y otros no– que cometieron las personas encargadas de prevenir o de minimizar las terribles consecuencias de la dana. Veremos en la picota a algunos técnicos y a muchos políticos de las tres administraciones: la central, la autonómica y la local. Quedará claro que señalar en una sola dirección es manifiestamente injusto. Pero, en el entretanto, resulta imposible (y poco saludable) no darse por enterado de los testimonios que en el nuevo contexto de la investigación judicial están saliendo a relucir. Ahora sabemos, por ejemplo, que el empeño inicial de Carlos Mazón por demostrar que estuvo en todo momento al pie del cañón, primero en su despacho y pasadas las siete de la tarde en las instalaciones del Cecopi, se ha transmutado en el de acreditar que al Cecopi no llegó hasta las 8:28 de la tarde, diecisiete minutos después de que se emitiera la primera alerta a la población civil. Si la decisión de emitir esa alerta, tal como se acordó, puede tener trascendencia penal quiere dejar claro que él no participó en ella. Pincho de tortilla y caña a que, antes que después, Feijoo terminará dándose cuenta de que seguir apoyando a Mazón significa dar por bueno el criterio de que la ejemplaridad política es menos importante que tratar de eludir la acción de la justicia por las cosas que se han podido hacer mal.

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