una raya en el agua
Ísimos
Organismos públicos de todo signo están trufados de hermanísimos, begoñísimas, cuñadísimos y compañerísimos de partido
El Estado o sus adversarios
La ronda
En la Diputación de Badajoz hay un funcionario que no cayó en la cuenta, según dijo ante la jueza, de que un tal David Sánchez Pérez-Castejón podía tener algo que ver con Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Los directores de los conservatorios pacenses fueron más ... perspicaces: titularon «Hermanísimo» el correo electrónico en que se reenviaban las bases de la plaza a la que después optaría el presunto desconocido. Ojo clínico. Porque sólo se trataba de las bases, la simple convocatoria del puesto, que además les parecía –también según su declaración judicial– perfectamente innecesario, y cuya adjudicación consideraban, a tenor del mencionado superlativo, decidida de antemano. El interesado también debía de pensarlo –o de saberlo– así cuando reservó una vivienda en vísperas de la preceptiva entrevista tras la que resultó, en efecto, contratado… entre otros diez candidatos.
La magistrada Biedma, que tiene la obligación de pensar mal para que no le tomen el pelo, estima que el correo de marras «no tiene otra explicación lógica posible» que la del conocimiento previo del destinatario del empleo. Un indicio racional, dicho en lenguaje del Derecho. Una presunción sesgada, argüirá la defensa; seguro que los demás aspirantes también tenían hermanos. Habrá quizá que volver a convocar como testigos al emisor y la receptora del mensaje, del mismo modo que ya lo ha sido de nuevo el propio Sánchez (David), en este caso como imputado, a ver si ya recuerda con mayor precisión cuáles eran sus funciones exactas y dónde estaba su lugar de trabajo.
Sí, se trataba de un enchufe como una catedral, como un castillo. Otra cosa es que constituya delito, y de quién, si de los que prefiguraron y concedieron la prebenda o del que la usufructuó en propio beneficio. O de todos ellos. Es sabido que las administraciones públicas españolas, de toda condición y signo, están trufadas de hermanísimos, begoñísimas, cuñadísimos, amiguísimos y hasta compañerísimos de partido. Incluso de 'putísimas' colocadas en la nómina del Estado en virtud de requisitos especiales que no figuran en sus currículos. Pero sólo David 'Azagra', Sánchez en el siglo, es hermano del actual presidente del Gobierno, y eso confiere a su caso un especial significado político.
Porque es cierto que el escándalo adquiere especial relevancia por tratarse de quién se trata. Eso no importa a la justicia, que actúa a instancias de una acusación privada, pero sí justifica la atención de la opinión pública, la repercusión mediática y el consiguiente reproche moral a la falta de ejemplaridad de personas significativamente obligadas a observarla. Por un asunto parecido, de ventajas a familiares, el primer ministro de Portugal va a tener que convocar nuevas elecciones tras perder una moción de confianza. Ahí, al ladito mismo de España. Cosas raras que ocurren en esas humildes democracias parlamentarias.
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