Suscríbete a
ABC Premium

bala perdida

El resucitado Simón

Resultó la musa macho de una época oscura, y ahora ni le recordábamos

Un tal Breton

Lumis y cigalas

Ángel Antonio Herrera

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ha resucitado Fernando Simón en medio de la semana y nos ha dado un susto, porque de pronto, con él, ha venido la pandemia que se fue. Cinco años se cumplen de aquel aquelarre. De modo que ha hablado Simón mucho tiempo para no ... decir nada, en rigor, como cuando nos explicaba que íbamos a lamentar dos víctimas de Covid, así tirando por lo alto. Simón resultó la musa macho de una época oscura, y ahora ni le recordábamos, ya, porque tenemos la faena repartida entre Sánchez, Trump y la llantina de Gerard Piqué. Cumplió como el hombre del tiempo del mal, Fernando Simón, y logró un telediario propio dentro de los telediarios de Matías Prats, y en los otros. No le hacemos nunca justicia a Simón, coño. El hombre del tiempo propiamente dicho nos daba el boletín de las tormentas, y él nos ponía el pronóstico de la gravedad del Covid, que era mucha gravedad y era poca sin salirse de un mismo párrafo. A mí Simón me entretuvo, porque igual no cumplió de informador solvente, pero sí se consagró de creador del malabar verbal, cuya oratoria no garantizaba nada, salvo cierto acojone, si en lo científico nos lo tomábamos en serio. Recuerdo, entre sus alhajas mejores, aquella frase a propósito de un rebrote de contagios de jóvenes, en Mallorca: «Es posible que alguno fallezca». Resulta difícil decir tanto sin decir nada. Simón salía en la tele, le cambiaba el ralentí al titubeo, y hala, a seguir acertando siempre sin acertar nunca. Llegó al virtuosismo de parecer una asamblea de hombres, un cónclave de imitadores de Simón, que iban saliendo ante la afición para matar el tiempo hasta que el verdadero Simón diera la cara, con lo que el verdadero Simón igual ni apareció nunca, ahora que lo pienso. En lo alto de una tragedia, nos visitaba a diario Simón, con el peinado despeinado y una ronquera rubia de imitador de sí mismo. Nos enseñó, sin pretenderlo, a recelar del pronóstico, mientras se parecía a Carlos Latre emulando a Simón. Algo tuvo de ventrílocuo de acertar siempre no dando ni una.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación