lente de aumento
Karla es una mala trans
Lo 'woke' exige que a la mutación física la acompañe una conversión mental. Hay trans y trans
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Antes de la tormenta leí algo sobre Karla Gascón y apenas nada sobre 'Emilia Pérez'. El mayor atractivo de la película es la actuación de su protagonista. Y ni eso. Corrijo. El mayor, quizás único, hallazgo de este «disparate moralizante» (Carlos Granés dixit) es ... que gracias a su desempeño en la cinta la actriz se ha convertido en la primera trans en estar nominada a los Oscar. El universo 'woke', decir mundo se les queda pequeño, se frotaba las manos, entonaba jaculatorias y barnizaba de épica la hazaña de que una trans interpretara a una trans.
Supongo que en algún momento la actriz debió de pensar lo mismo que Marlee Matlin cuando la intérprete sorda recibió el Oscar por su papel protagónico en 'Hijos de un dios menor': ¿me lo dan por lo que soy o por lo que hago? Matlin resolvió el dilema con una exitosa carrera en el cine y la televisión en la que su talento no quedó opacado por su sordera. La actriz española lo tiene más crudo porque se le exige ser símbolo antes que persona. La transición física es (mal)tratada por los derviches de lo 'woke', que muestran su verdadera jaez: intolerantes, inquisidores, sectarios y muy, muy, cansinos. El linchamiento mediático a la de Alcobendas muestra la podredumbre de esta suerte de religión laica a la que le importa muy poco lo que hagas y mucho lo que digas. En realidad, la mutación física de Carlos a Karla es una nimiedad si no va acompañada de una conversión mental. Pero esa transición exigida por los creyentes del paralizante movimiento en el caso de la actriz no se dio.
La arqueología tuitera ha constatado que se puede cambiar de cuerpo sin cambiar la sesera, una herejía, vamos. Carlos antes de ser Karla dejó un rastro de tecleos tan desaforados como desafortunados para la doctrina dominante. Seguro que muchos de ellos merecen ser criticados y su autora considerada una retrógrada bocachancla. Pero es que al recibir la nominación al galardón más importante del cine dejó claro que no quiere ser abanderada de nada.
Gascón cambió de sexo pero no de pensamiento, negándose a cumplir con los mandamientos que dictan los santurrones. Porque en eso Carlos tenía mucha razón, aunque ahora lo tenga que pagar Karla: las gentes de la farándula no tienen obligación ninguna de darnos la turra política, ni nosotros por qué tragarnos unas galas convertidas en mítines cuando de lo que se trata, o se trataba, es de reconocer la excelencia en el desempeño de un oficio. Lo demás, que debería ser accesorio, se convierte en lo nuclear.
El máximo exponente patrio de este síndrome es Almodóvar. Lo que peor llevo a cada película que estrena es tener que aguantar sus diarreicos sermones. Malicio que Pedrooo andaba frotándose las manos pensando que para su próxima película iba a reclutar a Karla. Juntos saldrían a combatir la homofobia, el racismo, la pobreza y nos salvarían de las garras de la extrema derecha, que nos deja sin pensiones ni vivienda.
Pero Karla ya no vale. ¿Cómo se llamaba la película esa donde salía?
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