VÍA PULCHRITUDINIS
Parroquias
Para ser mayoría social necesitaríamos todos juntos, una vez a la semana, llenar el estadio de fútbol de la ciudad
Maullidos
Los García

Al llegar a casa enciendes el televisor y sin ningún afán comienzas a ver lo primero que emiten. Las horas y el cansancio de la jornada no te dejan fuerza para abanderarte como el espíritu crítico que se te presupone durante el resto del día. ... Las escenas y, sobre todo, los personajes fluyen ante ti en una danza hipnótica que en poco tiempo te llevará a la cama para caer en los brazos de Morfeo.
A la mañana siguiente, después de que tu cerebro haya asimilado sin barreras lo visto la noche anterior, te subes en el coche y enciendes la radio. Los tertulianos hablan sobre política. No pueden hacer otra cosa porque la actualidad es la que es, una retahíla de declaraciones de quienes diseñan nuestro presente y nuestro futuro apostando siempre por ofrecernos derechos, autovías o la felicidad en modo de eslogan para imprimir en la camiseta con la que identificar a su supuesto electorado frente a la oposición. Es esa mayoría social que veíamos ayer por la noche en la televisión y que hoy refrendamos con el soniquete de la radio. Una mayoría que no necesita gente que la entienda pero a la que nadie se puede negar porque nos hace trampas. Nadie en su sano juicio proclamaría que está dispuesto a tirar del carro, a responsabilizarse de la educación de un hijo cuando éste es un desastre o a hacerse cargo de unos padres porque la «dependencia» no llega. Todos sabemos lo que deberíamos hacer pero si alguien nos exonera de la responsabilidad cómo nos vamos a resistir a formar parte de algo que nos regala los oídos y nos libera de peso las espaldas.
El domingo, cuando cada uno se encamina hacia su parroquia para ir a misa, la sensación de minoría se apodera de los parroquianos. Iglesias con quince o veinte feligreses se sienten ridículas frente a la mayoría social. Es cierto que en las iglesias cada vez hay menos gente, ser cristiano ni está de moda ni es mayoría social. Cosa bien distinta es que el número de asistentes es brutal si sumamos la asistencia a esos pequeños templos que tres y hasta cuatro veces al día celebran la Eucaristía. Para ser mayoría social necesitaríamos eliminar las parroquias y los horarios de misas para todos juntos, una vez a la semana, llenar el estadio de fútbol de la ciudad. Nadie podría juntar a tanta gente como lo hacen las parroquias de nuestro país. Allí todos sabemos que te van a pedir cosas que cuestan pero no importa porque no seremos mayoría pero sabemos que se crece más dando que recibiendo. La mayoría social no conseguiría llenar todas las parroquias con quince paisanos ni regalando pastillas para la felicidad, por algo será.
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