conservación
Recuperar y gestionar nuestros bosques: inversión en lo rural y compromiso con la naturaleza
Pancho Purroy, director Land Life en España y Portugal analiza el estado actual de nuestros bosques, su futuro y la necesidad de restaurar las tierras degradadas
El Día Internacional de los Bosques, que se celebra el 21 de marzo, es una fecha para reflexionar sobre la importancia de estos ecosistemas para el equilibrio de nuestro planeta. En un contexto global marcado por el cambio climático, debemos detenernos a analizar el estado actual de nuestros bosques, sus perspectivas futuras y, sobre todo, la necesidad de restaurar aquellas tierras que han sufrido procesos de degradación.
A mediados del siglo XIX, las masas forestales en España se redujeron considerablemente, quedando en solo seis millones de hectáreas. Sin embargo, tras décadas de esfuerzo, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico contabiliza hoy 19,2 millones de hectáreas de superficie forestal arbolada. Aunque el aumento de la masa forestal es significativo, es crucial poner el foco en la calidad de nuestros bosques. De hecho, desde 1968 hasta septiembre de 2024, los incendios han arrasado 3,1 millones de hectáreas, lo que refleja la fragilidad de nuestros ecosistemas forestales. Es fundamental dirigir los esfuerzos de restauración hacia las zonas más degradadas, afectadas por incendios recurrentes, sequías, plagas o la desertificación, para garantizar no solo su extensión, sino también su diversidad ecológica.
En este contexto, es clave renovar el enfoque de la reforestación. Durante el siglo XX se plantaron en nuestro país grandes extensiones de pinos, especies capaces de arraigar y prosperar en suelos empobrecidos. Aunque esta estrategia fue válida en su momento porque ayudaba a frenar la erosión y a cubrir rápidamente terrenos degradados, hoy hay que gestionar estas masas con el foco en la complejidad del propio ecosistema, buscando diversidad y resiliencia. Es de sobra conocido que los bosques monoespecíficos son más vulnerables a los incendios y las plagas, y las altas densidades en masas no gestionadas crean un sistema muy estresado en periodos de sequía. Un ciclo vicioso que incrementa exponencialmente los efectos del fuego y de las enfermedades.
Frente a la amenaza del cambio climático, el debate sobre cómo proteger y restaurar nuestros bosques se vuelve crucial. Los expertos coinciden en la necesidad de mantener y gestionar adecuadamente las masas forestales históricas, así como recuperar aquellas que han sido degradadas a lo largo de los años por efectos adversos como incendios o malas prácticas de gestión. La restauración ambiental no debe limitarse a plantar árboles, sino que debe incluir la recuperación de los procesos naturales de los ecosistemas. La restauración debe estar orientada a recuperar los equilibrios ecológicos perdidos, revertir la pérdida de biodiversidad y garantizar que los bosques sean más resilientes ante el cambio climático.
La restauración de los ecosistemas forestales significa devolverles su capacidad para regenerarse de forma natural. Cuando se otorgan el tiempo y los recursos necesarios para que se naturalicen, los resultados son espectaculares. En Land Life nos especializamos en la recuperación de montes dañados o degradados, transformándolos en ecosistemas resilientes a través de una reforestación de precisión con especies autóctonas. Nuestro enfoque prioriza la creación de masas arboladas mixtas de baja a media densidad, con el objetivo de maximizar la biodiversidad y fortalecer el equilibrio natural del entorno.
En este proceso, los principios de la restauración ambiental juegan un papel fundamental para asegurar la supervivencia de los ecosistemas forestales. Primero, es crucial seleccionar especies autóctonas que puedan medrar en este contexto de crisis climática. Aunque nos apene, en muchas ocasiones no podemos pensar en el bosque que hubo antaño, sino en el bosque que podrá subsistir, favorecer la biodiversidad y la estabilidad ecológica a futuro.
Por otro lado, es imprescindible que las comunidades locales y los pueblos estén involucrados en la restauración, ya que esto beneficia a las personas que viven en las zonas cercanas y asegura la sostenibilidad a largo plazo del proyecto. La participación activa de los habitantes locales contribuye a mejorar el bienestar económico, social y ambiental de la región.
La combinación de conocimiento científico y local es otro principio clave en la restauración. Esto implica aprovechar el saber tradicional de las comunidades y el conocimiento técnico de los expertos. La reforestación también implica diversificar las plantaciones, para no depender de una sola especie, sino de una mezcla de árboles que favorezca la resiliencia y la sostenibilidad del ecosistema restaurado.
Para que la reforestación sea eficiente y sostenible, debe partir de un diseño y planificación adaptados a las particularidades de cada proyecto, minimizar el impacto en el entorno y asegurar su viabilidad a largo plazo. La plantación no es un acto aislado, sino un proceso meticuloso que combina técnicas y tecnologías adecuadas para cada ecosistema. Pero el trabajo no termina ahí: el monitoreo continuo es clave para evaluar el crecimiento de la vegetación y la recuperación de la biodiversidad. Métodos innovadores como el análisis de ADN ambiental del suelo, la bioacústica o la medición de la estructura vegetal permiten ajustar estrategias con base en evidencia científica, y garantizar una restauración efectiva y resiliente.
Los bosques tienen un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, ya que son sumideros de carbono. Según recientes estudios, el potencial conjunto de la reforestación, el silvopastoralismo, las nuevas plantaciones en zonas degradadas, los cultivos perennes y leñosos, y la estratificación agraria en sistemas agroforestales (todas ellas estrategias escalables y viables) superaría las 300 gigatoneladas (GtCO2eq) desde hoy hasta 2050. Esto equivale a reducir más de 300.000 millones de toneladas de CO₂. Por lo tanto, los esfuerzos de restauración no solo ayudan a recuperar ecosistemas, sino que también contribuyen a mitigar en gran medida los efectos del cambio climático. Al restaurar los bosques, protegemos el medio ambiente, creamos oportunidades de empleo sostenible y mejoramos la calidad de vida de las comunidades locales.
No hay nada más altruista que un bosque. Invertir en ellos es apostar por el futuro del planeta y el bienestar de las comunidades locales. La reforestación es un acto de conservación y una estrategia fundamental para enfrentar los grandes desafíos ambientales del siglo XXI. En este Día Internacional de los Bosques, asumamos entre todos el compromiso de restaurar y proteger estos ecosistemas esenciales, dejando un vínculo y un legado vivo para las generaciones futuras.
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