Turismo vital: los chinos peregrinan a por las vacunas que su país les niega
El Partido Comunista rechaza las vacunas internacionales pese a ser más efectivas, evidencia de que para el régimen la ideología prima sobre la salud pública

La política de Covid-cero, estrategia sanitaria que al comienzo de la pandemia salvó millones de vidas, pronto mudó en principio propagandístico que condenó a otras tantas. Una evidente demostración subyace en la reiterada negativa del régimen a administrar vacunas internacionales, pese a resultar ... más eficaces que las de producción patria.
Ahora bien, los ciudadanos chinos acostumbran a bregar por sus propios medios entre angostos impedimentos gubernamentales. De ahí que, tras la reapertura, muchos salgan al mundo en pos de una seguridad que para ellos todavía tiene forma de jeringa.
Uno de los destinos más populares es Hong Kong, cuyo sistema médico ofrece tanto las inyecciones chinas como la desarrollada por Pfizer y BioNTech. Visitantes del continente acuden en masa desde hace semanas, hasta el punto de que múltiples centros de vacunación acumulan largas listas de espera y el Ejecutivo local ha debido implementar legislación específica. Pocos lo saben mejor que Liu Sining, una mujer que casi sin darse cuenta se ha encontrado en el medio de esta coyuntura.
Liu, residente en Hong Kong desde hace un lustro, recibió a principios de enero una llamada de un antiguo amigo de su Hefei natal, quien le preguntó por la posibilidad de viajar al territorio para obtener una dosis. Ella le acompañó y grabó el proceso en un vídeo que colgó en la red social 'Xiaohongshu', donde se hizo viral de inmediato. «Mi perfil se saturó ante la cantidad de peticiones de amistad», cuenta con el teléfono en la mano. «Todas ellas eran personas interesadas en venir a Hong Kong a por vacunas occidentales».
«La opinión general es que la gente con vacunas chinas enferma mucho al contagiarse, mientras que con internacionales no tanto»
«La opinión general es que la gente con vacunas chinas enferma mucho al contagiarse, mientras que con internacionales no tanto», añade. Las soluciones mayoritarias en el país, producidas por Sinovac y Sinopharm, son inactivadas, es decir: emplean el mecanismo tradicional de inocular un virus 'muerto' para provocar la respuesta inmunitaria. Las occidentales de Pfizer/BioNTech o Moderna, por contra, recurren al novedoso procedimiento del ARN mensajero, basado en la inserción de un fragmento del código genético del patógeno.
Estas últimas han manifestado una mayor solvencia a la hora de reducir la mortalidad y otros efectos, en particular ante la aparición de nuevas variantes. Un estudio publicado este diciembre en la revista académica 'The Lancet' a partir de los datos sanitarios de Singapur apuntaba que, en caso de infección, individuos con tres dosis de Sinovac o Sinopharm tendrían casi el doble de probabilidad de padecer síntomas graves que aquellos con sendas inyecciones de vacunas de ARN mensajero. Sin embargo, ninguno de los ocho compuestos disponibles en China en la actualidad emplea esta técnica.
«Muchas de las personas que me contactan se preguntan por qué las vacunas occidentales no están disponibles en China y sí en Hong Kong», menciona Liu. La respuesta no es científica ni comercial, sino ideológica.
Tras abordar la gestión de la pandemia desde una óptica competitiva, elevando la política de covid-cero a prueba de la superioridad de su modelo político frente a las democracias liberales, el Partido Comunista elude ahora certificar su fracaso aceptando sueros extranjeros. A consecuencia, el acuerdo para la producción local de la fórmula de Pfizer/BioNTech por la farmacéutica china Fosun, alcanzado en diciembre de 2020, permanece paralizado por orden del Gobierno central. Entre blindar imagen o salud de los ciudadanos, el régimen elige la primera opción.
Muchas preguntas
Como responsable de una empresa de seguros médicos, Liu vislumbró una oportunidad entre la avalancha de consultas. Desde entonces se dedica a facilitar los trámites para aquellos chinos deseosos de acudir a Hong Kong en pos de una inyección internacional, por la que desembolsan unos 1.300 dólares hongkoneses (150 euros).
«Yo no les cobro nada», aclara. «Lo hago porque considero que ayudar a la gente es una buena manera de captar nuevos clientes para mi negocio». Mientras habla muestra en su móvil un grupo de WeChat con un centenar de participantes: los próximos en llegar. «Vienen, reciben la dosis, hacen algunas compras en tiendas de lujo y regresan a China continental el mismo día».
Entre los últimos se cuenta el señor Zheng, residente de Shenzhen. «Concerté la cita con una clínica a través de Liu Sining. No la conocía, pero había visto sus vídeos en redes sociales», explica. Zheng entró en Hong Kong a través del paso de Futian, que enlaza las redes de metro de ambas ciudades.

«Salí a las once de la mañana, me vacuné, hice otro recado y antes de las ocho de la tarde ya estaba de vuelta en casa, ¡y eso que había tráfico!». «Para viajar solo necesité una PCR realizada no más de cuarenta y ocho horas antes, pues ambos lados lo exigen», una sencillez extraordinaria en una frontera recién reabierta tras tres años de clausura.
«Me apresuré porque los expertos recomiendan mezclar varias inyecciones. Todavía no he contraído el virus y ahora que se está propagando tengo un poco de miedo», confiesa Zheng.
«Personalmente me gustaría que vacunas como las de Pfizer/BioNTech o Moderna pudieran llegar aquí, pero no creo que vaya a suceder porque los proyectos nacionales de ARN mensajero ya han alcanzado la fase clínica». En efecto, tanto CanSino como Sinopharm ultiman sus prototipos.
El primer laboratorio completó a principios de enero su «fase 2B» de experimentación en humanos, y anunció que el suero había generado «entre 23 y 29 veces más anticuerpos que una vacuna inactivada al ser empleado como refuerzo en sujetos que ya habían recibido tres dosis».
Un resultado alentador, pero el proceso aún tardará meses en completarse, y la situación apremia. Con la política de covid-cero derruida ante el asalto de la pandemia, la insuficiente tasa de vacunación suponía la más peligrosa vulnerabilidad. A finales de noviembre, uno de cada tres mayores de sesenta años no había recibido la tercera dosis, empresa paralizada desde julio y que las autoridades chinas nunca priorizaron.
Los reparos a la hora de fomentar la inmunización entre una sociedad escéptica por parte del mismo régimen que décadas atrás ejecutó campañas como la del hijo único, con millones de abortos y esterilizaciones forzosas, representa una de las incógnitas de este excepcional paréntesis histórico. La prevención no responde solo a criterios cuantitativos, también cualitativos.
Un estudio conjunto de las universidades de Harvard y Macao difundido a finales de diciembre en 'MedRxiv' pronosticaba un millón y medio de fallecimientos durante esta primera oleada, cifra reducida a menos de 200.000 según un modelo en que el 90% de la población recibía tres inyecciones con vacunas de ARN mensajero.
Pero no hay modo alguno de contrastar la teoría con la realidad, dado el esfuerzo gubernamental por esconder el colapso de hospitales y crematorios, tal y como ABC pudo atestiguar. El impacto de la pandemia constituye, por tanto, otra incógnita de la pandemia en China. Quedan muchas más.
Pese al colapso de hospitales y crematorios, China ha rechazado la donación de vacunas ofrecida por la Unión Europea
Pese a esta imperiosa necesidad, China ha rechazado la donación de vacunas ofrecida por la Unión Europea. Así lo dejó entrever la portavoz del ministerio de Exteriores, Mao Ning, a pregunta de ABC durante una rueda de prensa reciente. «Las vacunas y los suministros médicos mantienen en general niveles adecuados y la situación está bajo control», aseguró la representante, quien expresó también su «agradecimiento» ante la propuesta.
Las autoridades chinas afirman haber superado el pico de contagios. Wu Zunyou, epidemiólogo jefe del Centro de Prevención y Control de Enfermedades, estimó la tasa de infección hace una semana en un 80% de la población, 1.120 millones de personas. Las cifras oficiales reconocen 84.000 muertes tras varias revisiones, lo que arroja una ilusoria tasa de mortalidad del 0,0075%. En comparación, la Organización Mundial de la Salud coloca esta ratio a nivel global en un 3,4%.
Al otro lado
Al mismo tiempo, en Hong Kong, el caudal de visitantes chinos también lleva a muchos ciudadanos a buscar nuevas inyecciones. «Los casos en China están subiendo, va a venir mucha gente y quiero estar preparada», señala la señora Zhong mientras aguarda turno para recibir la quinta dosis en un hospital privado del centro. El Ejecutivo local calcula que durante el primer mes tras la reapertura al menos un millón de personas llegarán al territorio desde el continente.
Dicha movilidad explica la actualización del marco regulatorio, aunque impera cierta confusión al respecto en las clínicas y los escasos puestos de vacunación todavía operativos. En algunos centros los compuestos bivalentes, actualizados para nuevas subvariantes, están reservados para residentes, mientras que en otros siguen disponibles previo pago.
Los chinos vuelan asimismo a Macao o incluso a Tailandia, impulsando un nuevo tipo de turismo sanitario. Resulta imposible evaluar el éxito o el fracaso de la política de Covid-cero en términos prácticos, pues no hay juicio moral que entienda de sumas y restas con el sufrimiento infligido frente al soslayado. No así las motivaciones que llevaron a su sustento durante tres largos años. Aquellos ciudadanos chinos que ponen rumbo al extranjero para protegerse, jeringa mediante, lo saben.
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