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Trump dice a su círculo cercano que Musk caerá en las próximas semanas, según 'Politico'

Este portal afirma que Trump está satisfecho con el trabajo del dueño de SpaceX y X, pero ambos han acordado que éste asuma un papel de apoyo

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Elon Musk en una imagen de archivo. Reuters
Javier Ansorena

Javier Ansorena

Corresponsal en Nueva York

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Elon Musk, mano derecha de Donald Trump en las primeras semanas de su Gobierno rupturista, está en peligro de ser despedido por el presidente de EE.UU. Así lo asegura 'Politico', que revela que Trump ha confiado a su círculo íntimo que el hombre más rico del mundo dejará de estar al lado del presidente de EE.UU. para ejecutar su transformación radical del sector público de la primera potencia mundial. Será algo que ocurra «en las próximas semanas», lo que indica que cualquier decisión al respecto no será inmediata.

El medio estadounidense cita a tres fuentes anónimas que aseguran que Trump está satisfecho con el trabajo de Musk al frente del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Pero que ambos están de acuerdo en que lo mejor es que Musk deje de pasearse por Washington y de meterse en todas las agencias federales, vuelva a dedicarse a sus muchas empresas -Tesla, SpaceX, la red social X, Neuralink, Starlink, entre otras- y tenga un papel mucho más limitado.

La realidad es que Musk tiene que abandonar sus ocupaciones gubernamentales en cualquier caso. Aunque es el líder de DOGE, no es su responsable formal. Su posición es la de un llamado 'empleado gubernamental especial', con capacidad de trabajar dentro de la Administración a un periodo limitado de 130 días. Ese plazo se consuma a finales de mayo, cuando, al menos de manera formal, Musk tendrá que dejar de trabajar para el Gobierno.

Por esa circunstancia, la revelación de 'Politico' de que Musk se irá «en las próximas semanas» no es tan relevante coo el momento exacto y las circunstancias de su marcha.

Este mismo lunes, el propio Trump reconoció que Musk no puede tardar mucho en marcharse. «Él es increíble», dijo sobre su mano derecha el presidente de EE.UU. «Pero también tiene una gran compañía que gestionar. En algún momento tiene que volver. Y él quiere hacerlo», añadió. «En algún momento, los secretarios tendrán que hacer ese trabajo», aludió en referencia a los recortes y reestructuraciones ejecutados por DOGE.

Cuando se anunció la creación de DOGE, el objetivo es que la transformación del Gobierno federal que promete se concluyera antes del 4 de julio del año que viene, una fecha histórica, cuando se cumplen los 250 años de la fundación de EE.UU. Desde ese momento, no quedó claro qué papel exacto tendría Musk, si podría participar en labores de Gobierno sin pasar por la confirmación del Senado y en medio de conflictos de interés monumentales (sus compañías tienen contratos multimillonarios con el Gobierno de EE.UU.). La denominación de 'empleado gubernamental especial' era una forma de rodear esos obstáculos.

La portavoz de Trump, Karoline Leavitt, acudió a las redes sociales para calificar de «basura» la información de 'Politico'. «Tanto Elon Musk como el presidente Trump han dicho públicamente que Elon dejará el servicio público como empleado gubernamental especial cuando su increíble trabajo en DOGE haya acabado».

Y, claro, Musk ha asegurado que está cerca de conseguirlo. En una entrevista con Fox News la semana pasada dijo que él y sus colaboradores habrán completado el objetivo de reducir el gasto del sector público en un billón de dólares dentro del plazo al que tiene que atenerse.

Pese a todo esto, no es casualidad que las revelaciones sobre la salida del hombre más rico del mundo ocurran este miércoles, pocas horas después del batacazo electoral que se llevaron Musk y Trump en Wisconsin.

Allí se celebró una elección para una plaza vacante en el Tribunal Supremo estatal y Musk se dedicó en cuerpo, alma y billetera a que el ganador fuera un candidato conservador, Brad Schimel. En juego estaba que la mayoría del tribunal siguiera siendo liberal, o pasara a ser conservadora. Dedicó decenas de millones de dólares al esfuerzo, acudió a mítines e incluso se puso el sombrero de queso, el símbolo de Wisconsin. Hasta trató de engrasar las elecciones con su dinero: organizó una lotería de dos cheques de un millón de dólares entre los votantes que dijeran que iban a votar a su candidato, además de regalar otros cien dólares a todo aquel que firmara una petición contra lo que él llama «jueces activistas».

Una elección que normalmente pasaría desapercibida, consiguió una atención nacional. Otros grandes donantes demócratas -George Soros y el gobernador de Illinois, JB Pritzker, entre otros- también inyectaron millones a favor de la candidata liberal, Susan Crawford.

El asunto acabó por convertirse en una especie de referéndum sobre Trump -Schimel prometió a los votantes que seguiría su agenda- y Musk, después de diez semanas en las que DOGE ha sacudido a EE.UU. con despidos masivos de funcionarios, eliminación de agencias federales y peleas en los tribunales para tratar de contenerlo. Y todo dominado por el caos en su ejecución.

Pérdida de popularidad

Crawford, la candidata liberal, ganó con holgura, por diez puntos, en una elección que se presumía mucho más ajustada y en un estado donde las fuerzas entre republicanos y demócratas están parejas, de los que deciden elecciones presidenciales.

A la debacle en Wisconsin se le sumaron los resultados en dos elecciones en Florida la misma noche para ocupar dos escaños vacantes en la Cámara de Representantes, donde los republicanos tienen una mayoría mínima y no se pueden permitir ninguna pérdida. Era en dos distritos muy republicanos, donde Trump ganó por más de treinta puntos en noviembre. Los candidatos republicanos, Randy Fine y Jimmy Patronis, se impusieron a sus rivales demócratas, pero por un margen mucho menor, catorce puntos.

Aunque Trump celebró los resultados, es una caída preocupante, que muestra cierto descontento con las turbulencias del arranque de su mandato. Las caras de esas turbulencias son las de Trump y Musk, un personaje que ha perdido popularidad como mano derecha del presidente y contra el que empiezan a surgir voces críticas en el entorno de Trump y entre los republicanos del Congreso. Y es evidente que el único que puede caer es el emprendedor de origen sudafricano.

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