El primer ministro de Qatar, el negociador entre Israel y Hamás curtido en Afganistán y en Irán
Bin Abdulramán, de 43 años, no cuenta con grandes títulos académicos en Occidente, pero sí con una impecable hoja de servicios como mediador
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En el plano oficial, la negociación del alto el fuego y el canje de rehenes por prisioneros en Gaza es un asunto que zanjan los máximos dirigentes: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu; y el gran mediador, ... el Emir de Qatar, la pequeña nación del Golfo que da refugio a la plana mayor política de Hamás.
En el día a día de la compleja y frágil operación actúan no obstante varios equipos de diplomáticos y agentes de Inteligencia, que informan puntualmente a sus jefes. Por parte de EE.UU., lleva la operación un experto en Oriente Próximo, Brett McGurk, que está en permanente contacto con el canciller Blinken y con Biden. El 'premier' israelí ha optado por el responsable de la Inteligencia, David Barnea, jefe del Mossad, por razones obvias. Qatar, por su parte, tiene un equipo negociador que encabeza el primer ministro, Mohamed bin Abdulramán Al Thani, responsable también de la cartera de Exteriores, puesto en el que se ha labrado merecida fama de mediador de canje de rehenes.
De 43 años y graduado en Administración de Empresas por la Universidad de Qatar, Bin Abdulramán representa la quintaesencia de la mentalidad de la clase dirigente de un país que -pese a su mínimo tamaño frente al gigante saudí- quiere ser el palico de la gaita en el Golfo. Primer ministro desde comienzos de este año, ministro de Exteriores desde hace siete, Bin Abdulramán es un Al Thani, un miembro de la familia reinante en Qatar, cuya corona hoy ostenta el emir Tamim bin Hamad Al Thani.
Bin Abdulramán no cuenta con grandes títulos académicos en Occidente pero sí con una impecable hoja de servicios como mediador de conflictos. Su equipo colaboró en el acuerdo de EE.UU. y los talibanes para la salida de Afganistán, ayudó en la evacuación y canje de rehenes; y más recientemente fue Doha la que medió en un intercambio de prisioneros entre EE.UU. e Irán.
«Amigo de todos»
Según declaró recientemente a Sky News Mahjoob Zweiri, director del Centro de Estudios del Golfo de la Universidad de Qatar, la estrategia del equipo gobernante en Doha es «ser amigo de todos, sin serlo de nadie». Qatar es amigo de EE.UU., que tiene en Doha una gran base naval. Fue el primer país del Golfo en establecer relaciones con Israel, pero no quiso estar en los llamados Acuerdos de Abraham de 2020 -a los que se sumó Emiratos y Bahréin, y estaba a punto de hacerlo Arabia Saudí antes de la guerra- y oficialmente ahora es hostil al Gobierno hebreo. Ayuda con 1.000 millones de dólares anuales a la Franja de Gaza, y desde hace años acoge en residencias de lujo a la plana mayor política del movimiento radical palestino. Qatar tiene también buenas relaciones con el régimen chií de Irán, en cierto modo para ganarse el respeto de Washington y provocar aún más cólera a su vecino y rival, Arabia Saudí.
La estrategia del equipo gobernante en Doha es «ser amigo de todos, sin serlo de nadie»
Es difícil encontrar más elementos para hacer de Qatar la mejor salsa de todos los platos que se originan en la región, aunque nada podría hacerse realidad si no estuviera respaldado por una fortuna inmensa -la que le concede el petróleo y las inmensas reservas de gas-, el éxito de la cadena de televisión Al Yasira en todo el mundo árabe, y un modelo social de 'apartheid' que mantiene al margen de los beneficios económicos y de muchos derechos a la gran mayoría de trabajadores no cataríes.
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