Mohamed al Bashir, un tecnócrata islamista para reconstruir la nueva Siria

Nacido en 1983 en Mashoun, un pueblo de la región de Jabal Zawiya en la gobernación de Idlib, al noroeste de Siria, su biografía revela un perfil técnico, que podría definirse como tecnócrata si no estuviera al servicio de un régimen islamista. Licenciado en 2007 como ingeniero electrónico en la Universidad de Alepo, Al Bashir se especializó en comunicaciones y ascendió en la compañía nacional del gas hasta dirigir el departamento de precisión de una planta, según recoge el medio 'The New Arab'. Como buen técnico, cuenta en su currículum con varios diplomas de gestión y administración y en 2010 siguió un curso avanzado de inglés impartido por el Ministerio de Educación, por lo que se supone que es capaz de comunicarse en este idioma.

Pero en 2011 estalló la revolución en Siria dentro de la Primavera Árabe que conmocionó, y sigue sacudiendo, a las dictaduras de la región. Al Bashir dejó su puesto como funcionario estatal y se unió a la lucha de los revolucionarios. De esa época, lo que ha trascendido es que dirigió el Instituto Educativo al Amal, que se dedicaba a la formación de niños víctimas de la guerra civil. En esos momentos parece profundizarse también su religiosidad porque, en 2021, se graduó en estudios de la 'sharia', ley islámica que rige todos los aspectos públicos y privados, cuyo fin último es la salvación.

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Dando buena fe de su carácter, precisamente ese nombre, Gobierno de Salvación, es el que gestionaba las zonas de Idlib y del noroeste de Siria controladas por los rebeldes contarios a Al Assad. En su Administración, Al Bashir dirigió entre 2022 y 2023 el Ministerio de Desarrollo y Asuntos Humanitarios. En enero de este año, el Consejo de la Shura de dicho gobierno lo nombró primer ministro. Durante su mandato redujo las tasas inmobiliarias y las normas regulatorias para aumentar la inversión, desarrollando la expansión de Idlib y, a tenor de 'The New Arab', dando prioridad al 'e-gobierno' y a la automatización de sus servicios públicos. Unas iniciativas que sorprenden para un país tan poco desarrollado y pobre como Siria y, especialmente, para una región con decenas de miles de desplazados internos que viven en campamentos.

Además de este perfil técnico, algunas informaciones apuntan a que en marzo mostró un carácter más compasivo que el de sus camaradas yihadistas, cuando decretó la amnistía para los presos que habían participado en unas manifestaciones contra HTS, pero no habían cometido delitos graves.

Durante las últimas semanas, su figura se ha visto potenciada por sus apariciones ante la prensa para dar detalles sobre la ofensiva relámpago de HTS que, finalmente, ha culminado con el derrocamiento de Al Assad y la caída de Damasco. En esta campaña relámpago, la semana pasada se desplazó hasta Alepo para volver a poner en marcha la administración pública, dando las gracias a los funcionarios que habían vuelto a sus puestos tras la estampida del ejército. Con ese talante y la experiencia de un tecnócrata, su cometido ahora es administrar y reconstruir la nueva Siria en una transición que todavía no sé bien hacia dónde irá.