«José Andrés for president»: el chef español que enamoró a América
Renunció a una vida de lujo que ya tenía hecha para llevar comida a víctimas de catástrofes humanitarias, y de ahí pasó a llevar ayuda a los conflictos de Ucrania y Gaza. Tras la muerte de siete voluntarios por un ataque de Israel, el mundo le escucha
José Andrés, «desconsolado»: «Lo peor de todo es que estas muertes no sirvan para parar la guerra»

Estaba ya acostumbrado a alimentar a víctimas de grandes catástrofes. Había montado cocinas en Haití tras el terremoto de 2010 y en Puerto Rico tras el huracán de 2017. Pero en aquel momento, en enero de 2019, José Andrés se había movilizado en Washington para alimentar a los funcionarios de la administración federal de Estados Unidos durante uno de los cierres más prolongados de la historia reciente, ofreciendo comidas gratuitas en el corazón de la capital estadounidense, en una avenida entre el Capitolio y la Casa Blanca.
El chef salió de la cocina, quitándose el delantal con su aire entre despistado y humilde, y trató de dar un breve paseo para ofrecer una corta entrevista a ABC. Fue prácticamente imposible avanzar. Muchas personas que estaban en línea esperando para recibir su bolsa de comida gratuita se acercaron para saludarlo, pedirle selfis y darle abrazos, expresándole su agradecimiento. Algunos diputados que habían venido a ayudar a distribuir la comida como voluntarios observaban la escena, con una mezcla de sorpresa y lo que parecía cierta envidia sana, impresionados por su popularidad. Un tipo se acercó con su hijo de la mano y exclamó: «¡José Andrés for president!».
«For president», no. José Ramón Andrés Puerta, quien nació en Mieres, España, en 1969, no cumple con el requisito constitucional de ser ciudadano nato de los Estados Unidos para presentarse a la presidencia. Se convirtió en ciudadano estadounidense por naturalización el 4 de julio de 2014. Desde entonces, sí puede optar a otros cargos públicos. De hecho, ha surgido una propuesta muy popular en la capital para que se presente como senador por Maryland, estado donde reside. Es un rumor que gana fuerza desde que empezara a destacarse más por su labor como activista humanitario que por su carrera como chef, que ya de por sí era bastante exitosa.
Así, se movilizó en los dos mayores conflictos de años recientes, el de Ucrania y el de Gaza. En este último, el lunes 1 de abril, un convoy de la organización de José Andrés World Central Kitchen fue atacado por un dron israelí, lo que causó la muerte de siete de sus trabajadores. La comunidad internacional se movilizó para apoyarle. Israel destituyó a dos comandantes. Joe Biden le llamó y después le lanzó a Benjamín Netanyahu un ultimátum para que permita entrar a la Franja la ayuda humanitaria.
Al inicio de la presidencia de Barack Obama, José Andrés ya se había establecido en Washington como un defensor de la cocina española, empeñado en asegurarle el lugar que le corresponde en el escenario culinario de Estados Unidos, históricamente dominado por cocinas como la italiana, la francesa o la india. Desde su llegada a la capital en 1991, se sintió atraído por el dinamismo del empresariado estadounidense y se fijó el objetivo de integrar platos como el pulpo a la gallega, la tortilla de patatas y las croquetas dentro del repertorio gastronómico gringo. Fundó Jaleo, una cadena consagrada a la cocina española con la que llevó la paella con denominación de origen hasta a Las Vegas. Amplió la fusión a oriente, con China Poblano, y a los aromas mediterráneos, con Zaitinya.
Los Obama le abrieran lo Casa Blanca y le reservaran su propio espacio en el jardín presidencial para un huerto con su nombre, algo con lo que pocos chefs habían soñado antes. A semanas de irse de la Casa Blanca, Barack Obama le concedió la Medalla de las Humanidades, un galardón reservado a los titanes de la cultura americana: Harper Lee, Maya Angelou, Steven Spielberg. Y desde 2016, José Andrés.
RESPUESTA ANTE LA INSISTENCIA
El chef ha dicho alguna vez que quizá se plantee lo de ir al Capitolio en un futuro incierto, pero siempre como candidato independiente
Pero más que su trabajo a favor de una alimentación saludable, fue el hecho de movilizarse para alimentar a los castigados funcionarios durante el cierre gubernamental de la era Trump lo que encumbró a José Andrés en Washington. Fueron a visitarle a su cocina algunos de los políticos de mayor renombre en la capital federal, encabezados por la entonces presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi. Le invitaron a testificar en el Capitolio, le consultaron sobre políticas alimentarias y al llegar a la Casa Blanca, Joe Biden le nombró asesor en nutrición y deporte.
Desde aquella gesta de José Andrés, alimentar a los americanos en el corazón de su capital en tiempos de gran angustia e incertidumbre en 2019, las presiones para que se presente a cargo oficial han ido aumento. Es un rumor persistente, que los periodistas le plantean repetidamente, y que por ejemplo sobrevoló en su intervención el año pasado en uno de los podcasts políticos más escuchados e influyentes, 'Pod save America', durante una grabación con público en un teatro en Washington.
El chef se sacudió las preguntas con una sonrisa y reiteró su compromiso con su labor humanitaria por encima de la política. Dijo que tal vez se plantee lo de ir al Capitolio en un futuro incierto, y siempre como candidato independiente, sin casarse con partido alguno. En aquella entrevista, por cierto, José Andrés eclipsó a la gran estrella demócrata del momento, el senador Jon Fetterman, y dio unos pases de toreo sobre el escenario tras proclamar: «I'm just a Spanish guy», «no soy más que un tipo de España».
Aun así, a pesar de que se define siempre como solo un chef que quiere ayudar, algunas de las decisiones de José Andrés le han colocado en el vórtice de las bravas aguas políticas de EE.UU. En 2017, el chef se retiró unilateralmente de un contrato con para abrir un restaurante en el Hotel Internacional Trump en Washington, tras los comentarios despectivos del que iba a ser presidente sobre los mexicanos. Aquello marcó un punto de inflexión. El pleito duró dos años, acabó con una indemnización y resaltó la firme postura del chef en lo que respectaba a sus principios declarados. En la era Trump, José Andrés fue así símbolo también de la resistencia.
Hubo aquel mismo año dos imágenes que pusieron de relieve el contraste entre el poder y aquella resistencia. Tras el paso del huracán María por Puerto Rico, con casi 3.000 muertos, el presidente Trump hizo una visita a San Juan y, en señal de solidaridad, les tiró desde la distancia rollos de papel higiénico a los trabajadores humanitarios. José Andrés se mudó, con su ya sempiterno chaleco de pescador y su gorra, a vivir en la isla con sus trabajadores humanitarios, cocinando y sirviendo comida, abrazando a los desplazados, privado de descanso y comodidades.
El chef suele decir siempre que aquel huracán fue un punto de inflexión en su vida. Antes ya había sido alguien interesado en ayudar a los demás, tras haberse hecho un nombre en EE.UU. como gran descubridor de la comida española por medio de Jaleo y otros restaurantes hermanos de fusión latina, asiática y mediterránea.
La idea de fundar la organización World Central Kitchen la tuvo en 2010, al visitar un campamento de refugiados por un terremoto en Haití. Los desplazados le enseñaron a preparar frijoles al estilo de allí, y al probarlos tuvo la idea: preparar comidas que a las víctimas de los desastres naturales y otras catástrofes les fueran familiares. No sólo cocinaría: ayudaría a construir escuelas y preparar a cocineros, para que la alimentación saludable y nutritiva se consolidara en las comunidades afectadas.
La revista 'Time' le declaró en 2018 una de las 100 personas más influyentes del mundo
Tras fundar World Central Kitchen se movilizó tras un huracán en Houston e incendios en California. En esas crisis se convenció, como él suele decir, de que «los chefs son personas de acción». En principio fue a Puerto Rico pensando preparar comida para unas 3.000 personas en unos pocos días. Al ver tanta miseria y devastación, cambió de planes. Se quedó, comenzó a buscar fuentes de alimentos, a localizar cocinas, a movilizar a otros chefs sobre el terreno. Cocinaron sancocho —guiso de cerdo, maíz y yuca— y en ocho meses prepararon más de 3.5 millones de comidas para los afectados. Los portorriqueños le adoran tanto como detestan las imágenes de Trump lanzando rollos de papel.
Al regresar a Washington de Puerto Rico, José Andrés no era ya el mismo. La fama ya la había tenido. No le cambió que la revista 'Time' le declarara en 2018 una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Su plan era poder ayudar a más gente, en más crisis, a través de la comida. World Central Kitchen se convirtió en un imán para quienes querían que sus donaciones dieran resultados tangibles, pronto, y que no quedaran en vagas promesa de ayudas a futuro. Esa organización recaudó casi 30 millones de dólares en 2019, y 250 millones el año siguiente.
Su papel en Ucrania

Cuando estalló la guerra en Ucrania, sumó a los desastres naturales la gran catástrofe de la guerra. Llevó a sus equipos hasta el corazón de Ucrania, se vio con Volodimir Zelenski, recibió hasta la visita de Biden en uno de sus centros de ayuda en Polonia. Según dijo entonces a este diario, la de Ucrania era la mayor operación de ayuda alimentaria en ese país, armada sólo días después de que comenzara la invasión rusa y sirviendo 235 millones de comidas en unos meses.
Después llevó Gaza, y tras largos meses de escalada, de presiones sobre Israel que parecían no mover a Netanyahu, a pesar de los miles y miles de civiles muertos, las denuncias de José Andrés comenzaron a mover las cosas. La Casa Blanca se manifestó indignada. Netanyahu pidió disculpas. El efecto de sus denuncias, el hecho de que el poder le escuche tan atentamente, lo explicó de este modo el senador John Hickenlooper: «Podría haber vivido una vida de lujo, pero en cambio está por ahí alimentando a los que lo necesitan. Es alguien a quien realmente le importa«.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete