Giorgia Meloni se retira de la 'Nueva Vía de la Seda' auspiciada por China
Este proyecto comercial y de infraestructuras lanzado por Xi Jinping pretende crear un gran espacio económico euroasiático entre 70 países
Giorgia Meloni: «No somos una amenaza para la democracia, pero sí para el poder de la izquierda»
Giorgia Meloni está a punto de adoptar una decisión que muchos analistas consideran que «es una de las más difíciles de su mandato como primera ministra». Se trata de salir del Memorándum sobre el 'Belt and Road Initiative' (BRI), conocido como la ... 'Nueva Vía de la Seda', firmado en el 2019 por el exprimer ministro italiano, Giuseppe Conte, líder del Movimiento 5 Estrellas. Fue un acuerdo muy polémico, que no agradó en la Unión Europea y disgustó a Estados Unidos. Giorgia Meloni lo consideró también públicamente como un «grave error». Ahora le llega la ahora de la verdad para adoptar una decisión sumamente delicada, porque no solo están en juego importantes cuestiones económico-comerciales, sino sobre todo geoestratégicas.
Meloni tiene de plazo hasta diciembre para comunicar a Pekín si renueva el Memorándum o abandona la 'Nueva Vía de la Seda'. Todo indica que la primera ministra ha decidido ya retirarse y así lo hará ver en la reunión del G-7 que tendrá lugar en Hiroshima (Japón) del 19 al 21 de mayo, donde los líderes de Occidente debatirán ampliamente sobre las relaciones con Pekín.
Muchas son las razones por las que la 'Nueva Vía de la Seda' suscita recelos y desconfianza en la UE y, sobre todo, en Estados Unidos. El 'Belt and Road Initiative' fue un proyecto que puso en marcha el presidente Xi Jinping en 2013. Se trata de un programa muy ambicioso de infraestructuras que, a través de seis grandes corredores o vías de transporte, por tierra y mar, pretende desarrollar la conexión y la colaboración entre China y unos 70 países, creando un gran espacio económico euroasiático integrado. Pekín ha invertido en diez años más de 700.000 millones de dólares en muchos de esos países, sobre todo en grandes proyectos de infraestructuras (puertos y ferrocarriles), a menudo en forma de préstamos concedidos a los gobiernos que se han adherido.
El Gobierno de Pekín ha sabido vender este extraordinario proyecto como un regalo de la «sabiduría china para el desarrollo mundial», una especie de nuevo Plan Marshall para África y una plena integración de las economías de Europa y Asia, gracias al reforzamiento de una red de nuevas infraestructuras de transporte para conectar Europa, Oriente Medio y Asia. Pero los chinos no regalan nada. Son comerciantes natos. Las supuestas ayudas y los beneficios económicos y de infraestructuras que puede aportar el BRI no se hacen gratis. Al contrario, pueden tener repercusiones negativas; ahora se dan cuenta muchos países de Asia y África, continente este último que está colonizando China.
También Grecia se está percatando y aumenta su inquietud sobre las negativas consecuencias que pueden tener las inversiones chinas en estructuras clave para un país. Por ejemplo, la privatización del puerto del Pireo y su venta al grupo estatal chino Cosco fue un gran negocio para Pekín, desde el punto de vista económico y estratégico, pero con pocos beneficios para la economía local y el estado griego. Cosco compró en 2016 el Pireo, en plena crisis de la deuda griega. En pocos años, ese puerto se ha convertido en la escala más transitada del sur de Europa. Es la vía de acceso privilegiada para las mercancías con destino a los mercados del este y el punto de clasificación para las destinadas a los mercados de Europa Central. Muchos griegos no digieren hoy haber perdido ese control del Pireo y hablan de «colonialismo chino».
Este temor también existió en Italia en muchos sectores, cuando Roma y Pekín firmaron el Memorándum. Hoy el riesgo para Italia, con repercusiones para Europa, sigue siendo evidente, porque detrás del romanticismo de la 'Nueva Vía de la Seda', con evocaciones para Italia del legendario Marco Polo, hay un diseño geopolítico de China muy claro y ambicioso. «Para Italia, el riesgo es dar a Pekín, llave en mano, redes estratégicas no solo para nosotros sino para el resto de Europa», afirma Stefano Stefanini, del Instituto de Estudios de Política Internacional (ISPI). Giorgia Meloni ha decidido estar como un aliado fiel en la Alianza Atlántica. Ha podido demostrarlo con su apoyo firme a Ucrania. Ahora la prueba definitiva será abandonar el tren de la 'Nueva Vía de la Seda', siguiendo una vía diplomática para no irritar a Pekín. Algunos medios italianos, como el 'Corriere della Sera', lo dan ya por hecho.
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