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El rentable negocio de hablar mal de España

Los museos dedicados a los episodios supuestamente más tenebrosos de la historia hispánica mantienen viva la llama no de la inquisición, sino de todos los mitos y bulos que rodean a este tribunal que los investigadores han situado en su contexto sin que estos conocimientos hayan calado en el público general

Lenin y sus crímenes se resisten a pasar a la historia cien años después

Auto de fe de la Inquisición, de Francisco de Goya ABC
César Cervera

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Esqueletos de plástico enjaulados, hierros oxidados e imágenes horripilantes tratan de amedrentar a las visitas escolares, un público habitual en los numerosos museos dedicados a la inquisición y los métodos de tortura que pueblan la geografía española. Los hay en Granada, Toledo, Santillana del ... Mar (Cantabria), Ronda (Málaga) o en Garganta la Olla (Cáceres), entre otros. Allí, los escolares de visita y los turistas más lúgubres pueden ver objetos de tortura usados supuestamente por la malvada y terrible inquisición española, como la doncella de hierro (un sarcófago con pinchos donde se introducía al reo y salía zumo de hereje…), la cuna de Judas (una pirámide de madera puntiaguda sobre la que sentaban incómodamente al torturado) o la pera vaginal (el nombre deja lugar a pocas explicaciones). Una visita la mar de divertida, pero más falsa que un duro sevillano o un billete de treinta euros.

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