Andrés de Urdaneta, el olvidado español que conectó para siempre Asia, América y Europa
Agustín R. Rodríguez, uno de los especialistas en historia naval más reconocidos del país, ha recuperado en el libro «Urdaneta y el Tornaviaje» (La Esfera de los libros) la aventura de este marino, militar, cosmógrafo y religioso al servicio de Felipe II

El nombre y la historia de los últimos de Filipinas son archiconocidos, al menos, por los españoles que peinan ciertas canas, mientras que de los primeros de Filipinas, para los que tienen canas, calvas o melana pura solo sobreviven trazos remotos en la ... memoria colectiva. La expedición Magallanes-Elcano fue la primera en llegar al archipiélago del Pacífico desde América, pero aquello solo resolvió una parte del rompecabezas. Si la Corona española quería asentarse en Filipinas, habría que encontrar una ruta factible para regresar a casa, no rodeando África como se vio obligado a hacer Elcano, sino a través del océano Pacífico.
La búsqueda del anhelado «tornaviaje» se llevó la vida de grandes navegantes, entre ellos el propio Elcano, y costó bastantes años hasta que un hombre, que hoy ocupa un papel secundario en los textos, halló una de las rutas fundamentales de la historia: Andrés de Urdaneta y Ceráin.
Agustín R. Rodríguez , especialista en historia naval, ha recuperado en el libro 'Urdaneta y el Tornaviaje' (La Esfera de los libros) la aventura de este marino, militar, cosmógrafo y religioso al servicio de Felipe II que dio con una vuelta segura del Pacífico a América a través de la denominada como corriente de Kuro-Shiwo. «No ha sido lo bastante recordado, probablemente, porque vino a rematar una larga empresa que era el proyecto original de Colón y luego de Magallanes, pero que habían quedado en el aire», aseguró el pasado martes 2 de marzo R. Rodríguez en un acto de presentación, junto a la especialista Magdalena de Pazzis Pi Corrales y el capitán de navío José Ramón Vallespín Gómez , celebrado en el salón de actos del Museo Naval.

Del tropiezo al convento
Andrés de Urdaneta había participado en 1525, junto a Juan Sebastián Elcano, en la fallida expedición de García Jofre de Loaísa que acabó con sus tripulantes regresando desordenadamente a España. Sobrevivió de milagro, pero aprendió del tropiezo más que nadie. «Contaba 17 años y tenía parentesco de alguna manera con la familia de Elcano. Se embarcó como ayudante y secretario del navegante en una expedición con muchos avatares. Ver las cualidades como navegante de Elcano fue la mejor escuela. A pesar de su juventud, Urdaneta ya destacó entonces por su liderazgo, su valor y su curiosidad intelectual», afirmó el autor de 'Urdaneta y el Tornaviaje' .
Los portugueses que le ayudaron a volver a casa le quitaron todos los documentos y sus anotaciones. Su memoria y su «buena formación literaria» le ayudaron en las siguientes décadas a buscar la manera de domar un océano que le había mostrado su cara menos amable. «Insistió en volver a América como comandante de Alvarado, nada menos que uno de los subordinados de Hernán Cortés , pero en una especie de crisis de conciencia retomó la vida religiosa en la Ciudad de México, como agustino, que era la vida que sus padres habían planeado originalmente para él», relató Agustín R. Rodríguez.
Siendo ya algo más que maduro, Urdaneta se uniría al proyecto resucitado por Felipe II para llegar y volver a Asia desde América. Por sus observaciones y estudios, el religioso ya sabía que había una manera de remontar el Pacífico usando una ruta norte, pero se lo guardó para sí temiendo que eso pudiera incumplir los sagrados acuerdos firmados en Tordesillas entre España y Portugal. «Urdaneta tenía problemas de conciencia por incumplir el acuerdo, si bien sabía que era posible técnicamente triunfar donde otros habían fracasado sangrientamente», recordó el historiador.
Encabezada por Miguel López de Legazpi , con Andrés de Urdaneta como asesor técnico, una flota de cinco naves y unos 350 hombres atravesó a finales de 1564 el Pacífico en una travesía de 93 días. Para no avivar los problemas de conciencia del religioso, no se le avisó del objetivo real de la expedición hasta que ya estaba en marcha. El 22 de enero del siguiente, los españoles desembarcaron en la isla de Guam, conocida como la Isla de los Ladrones, y desde allí saltaron a la conquista de Filipinas. En nombre de la Corona Española , Legazpi tomó posesión de varias de las islas y fundó las ciudades de Cebú (1565) y Manila (1571), las primeras piedras para la colonización de las Filipinas.
Precisamente fue la popularidad de Legazpi la culpable, en buena medida, del olvido de Urdaneta. «Era de esperar: quien organizó la colonización de Filipinas fue Legazpi, mientras que Urdaneta se relegaba al papel de asesor para la navegación, para entenderse con los indígenas y para el decisivo "tornaviaje" , pues de nada servía llegar a Filipinas sin tener claro el viaje de retorno, intento fracasado anteriormente en varias ocasiones. Y es de señalar que Legazpi no era un militar ni un navegante: era un hombre de leyes», apuntó el especialista naval.

Un retiro discreto
A Urdaneta, la colonización y administración de las Filipinas le parecía importante, y fue él quien recomendó a Legazpi, emparentado con su madre, pero bajo su criterio el punto central de la expedición era buscar un camino que uniera Filipinas con Nueva España . «Lo consiguió al primer intento, con un coste muy alto de vidas a consecuencia del escorbuto, que mataba en estas travesías tan largas a más personas que los temporales o los naufragios», señaló R. Rodríguez. El éxito dejó exhausto al navegante vasco , también afectado por el escorbuto, y que había sufrido una vida muy dura con graves privaciones y quemaduras en sendos accidentes.
Tras contarle la hazaña al Rey en Madrid y marcharse sin esperar recompensa alguna, el religioso volvió a su convento en la capital mexicana, donde murió cristianamente un año después. «Con gran frecuencia, los grandes hombres de la historia han sido personas con un perfil poco agradable. Urbaneta, en cambio, mostró a lo largo de la vida una calidad humana, una empatía y unos valores tremendos. Nunca sacó ni reclamó provecho de sus hazañas, consideraba que lo hacía por su compromiso con su país, con su Rey y con su dios. Lo hacía porque lo tenía que hacer. Nunca conspiró ni salió a mal con nadie », concluyó.
«Lo que hizo posible Urbaneta es unir tres continentes, iniciar la historia de misioneros españoles en Japón y en Corea y que islas tan remotas como la famosa Iwo Jima fueran un tiempo españoles. Es una historia que tenemos que recuperar»
Gracias a este viaje se abrió una ruta cotidiana que cambió la historia de Asia, América y Europa. «Lo que hizo posible Urbaneta es unir tres continentes, iniciar la historia de misioneros españoles en Japón y en Corea y que islas tan remotas como la famosa Iwo Jima fueran un tiempo españolas. Es una historia que tenemos que recuperar», reclamó el historiador naval en el salón de actos de la Armada.
A partir del hallazgo del «tornaviaje», la Corona española puso en marcha la ruta llamada del Galeón de Manila . Una travesía que cada año salía desde Acapulco hasta tierras filipinas, trasladando plata para pagar las mercancías que los comerciantes españoles, fueran o no funcionarios, enviaban a Nueva España en el Galeón de Manila, y desde Manila traía de vuelta seda y porcelana de China, marfil de Camboya, algodón de la India, piedras preciosas de Birmania y especias como canela, pimienta y clavo. Manila se transformó así en una población urbana, ideada como una base para expandir el comercio por el resto de la zona.
Los galeones empleados eran grandes embarcaciones, financiados por la Corona y construidos con madera de teca. Tenían mucho arrufo, es decir, una cubierta arqueada y un centro más bajo que la proa y la popa, con castillos prominentes para dar espacio en las bodegas a las mercancías asiáticas. Desde Filipinas salían al Pacífico por el Estrecho de San Bernardino , atravesaban zona de ciclones en el mar de China, y navegaban luego unas 1.500 millas hacia el Norte-Nordeste.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete