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Ángeles Martín: «Mi marido, mis hijas y yo somos una familia de bohemios»

La actriz, que ha dejado 'Amar es para siempre' para volver al teatro, nos habla de su familia, del amor, de su pasión por los escenarios y los viajes

Ángeles Martín gtres

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Ángeles Martín desprende una energía inagotable, la misma que le ha permitido salir a flote en los escenarios durante los casi catorce años en que la televisión parecía haberse olvidado de ella. Con Doña Visi, en 'Amar es para siempre', ha sentido de nuevo la conexión con el público: «Ha sido como volver a casa. Soy luchadora, no me amedrento por nada, sabía que tarde o temprano volvería con un personaje así, que me ha permitido saborear su evolución». Ahora le espera el teatro, no sin esfuerzo: «Mi madre sufrió una caída y al ir a ayudarla, me hice daño en el hombro. Han sido días duros de hospitales, me tuvieron que operar de urgencia.» Pero la actriz pertenece a esa generación de artistas que no se rinden, ensayando en cabestrillo para llegar al estreno: «Me lo quito en ciertos momentos, para no parecer Napoleón con la mano en el pecho todo el tiempo.» Como una jabata, aguantando el dolor y acudiendo a rehabilitación, estrena la obra 'Hechos y faltas' el 25 de agosto en Avilés antes de llegar al Teatro Pavón, en Madrid, junto a Antonio Dechent y Juan Grandinetti.

«Llevo 22 años con Jaime, el hombre del que estoy totalmente enamorada, pero tengo que reconocer que el amor de mi vida es el escenario. He soñado con ser actriz desde los seis años,» reconoce Ángeles que nos recuerda sus primeros pinitos: «Mi familia tenía el Hostal Varela, en la madrileña calle Valverde, y yo a los clientes fijos les montaba espectáculos en la recepción, que era enorme, con sus sofás de skai rojo y sus pesados cortinajes, que yo usaba como telón.» Uno de los días más felices de su vida fue cuando un transformista abandonó su baúl lleno de ropa, boas y brilli brilli. Sus padres querían que la niña estudiara para secretaria, pero ella, a escondidas, se preparaba para ser actriz. Cuando se descubrió el pastel la ayudaron: su padre incluso trabajó como regidor en una función. «Soy sensible, fuerte, valiente, disciplinada, autoexigente», reconoce: «Me gusta tener un orden y que luego la vida me sorprenda y me obligue a improvisar. Tengo mis rutinas, que me dan placer, como el yoga. Pero reconozco que poseo una energía desaforada que debo dirigir para sentirme serena. Tengo que usar más la cabeza que el corazón.»

A su lado tiene un marido que la entiende porque comparte su pasión por el teatro: «Nos equilibramos y nos complementamos. Somos creativos y nuestra relación es muy divertida. Teníamos tanto amor que dar que decidimos adoptar, con la suerte que supuso encontrar dos hijas a las que adoramos.» Ser madre la cambió por completo: «Entendía que debía proteger a la manada, que ellas están antes que nada. Es un amor con mayúsculas, que se da sin expectativas de recibir nada a cambio. He deseado tanto ser madre que, para mí, es la experiencia más hermosa.» Verlas crecer le da paz: «Me gusta mirar el encinar que tengo enfrente de casa, la cara de mis hijas, el escenario antes de salir.» Y no puede con «la gente absurda, las tonterías, los bobos y las bobas. Me altera cuando oigo a los políticos, que se enfrentan en lugar de dar ejemplo de diálogo y comunicación.»

Ángeles no se considera una mujer caprichosa: «Pero sí me gusta que me sorprendan con algún regalo. Me encantan las sorpresas, pero no soporto los sustos.» Se siente muy a salvo en el calor de su familia: «Mi marido, mis hijas y yo somos una familia de bohemios. Somos felices con poco.»

Ángeles en su viaje al Sáhara D.R

Bajo un oceáno de estrellas

Para ilustrar esta entrevista, Ángeles buscó entre distintas cajas en las que se amontonaban los recuerdos en forma de fotografía: «Se me puso la piel de gallina al verlas, porque se me vino a la mente todo lo que sentí en aquel viaje, que fue muy intenso. Estuvimos en un campamento de Tinduf, en el Sáhara, llevados por Cristina del Valle y su Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género. Me impactó la inocencia de los niños, su mirada, con los que jugábamos y a los que llevamos una serie de espectáculos de música, voz y danza que los dejaba con la boca abierta.» A la actriz el sedujo la grandeza de la naturaleza: «Me sentí arropada en un mar de estrellas. Me enloquecieron las dunas, que se perdían en el horizonte. Me sentía dueña y señora del mundo. Es una sensación única. Aprendí mucho, porque soy de observar, tocar, escuchar.

Cuando volví a la foto mi corazón y mi mente volvieron a ese lugar en el mundo en el que fui feliz.» Ahora, con su marido y sus hijas, Ángeles veranea en la playa nudista entre Noja e Isla, en Cantabria: «Nuestro apartamento está en primera fila, nos ofrece las vistas sobre el mar y el río, que se juntan para crear un lago, rodeado por el bosque. Es una preciosidad.» Durante sus vacaciones, la familia vive una suerte de tregua: «No hay obligaciones, no exiges a tus hijas, estamos en igualdad. Somos colegas, no papá y mamá dando órdenes. Hacemos deporte, vamos en bici, disfrutamos de la comida, nos sentimos libres

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