La Navidad más dura de Ana Obregón: «No tengo dónde ir»
La presentadora se enfrenta a sus primeras fiestas navideñas sin sus padres y sin su hijo
Ana Obregón cuenta el motivo de su detención en Los Ángeles
De limpiar una tienda a ser uno de los constructores más exitosos: la vida del padre de Ana Obregón

A dos semanas de despedir el 2022, Ana Obregón se encuentra devastada. Este año se enfrenta a las primeras Navidades sin su padre Antonio García, que falleció el pasado septiembre a los 96 años de edad. Una dura pérdida que, sumada a la de su hijo Aless Lequio y su madre Ana María Obregón -en 2020 y 2021 respectivamente-, ha hecho que no sepa cómo celebrar estas fiestas. La vida me ha castigado con ganas. «Estas Navidades van a ser difíciles. No tengo dónde ir y no quiero pasar la Nochebuena sola en casa», confiesa.
Sus primeros recuerdos relacionados con las fiestas navideñas son rodeada de su familia. «Siempre hemos estado muy unidos. Mi madre, que adoraba la Navidad, se pasaba más de un mes decorando la casa. Siempre nos juntabamos en Nochebuena. Veíamos el discurso del Rey y luego a cenar. Y en Navidad, a comer», explica en una entrevista a la revista '¡Hola!'. Estas fechas siempre han sido importantes para Obregón, más aún después del nacimiento de Aless: «Disfrutaba la Navidad a través de sus ojos. Cuando era pequeño, aunque Alessandro y yo estábamos separados, pasábamos la Nochebuena juntos».
La bióloga ha compartido cómo fue la última Navidad de Aless. «Creíamos que todo iba bien. Reunió a todos sus primos y amigos y se fueron el día 31 a pasar la Nochevieja en mi casa de Palma. Contrató a un DJ, un 'catering'... Aunque él estaba todavía con quimio. Recuerdo que el 24 se tuvo que dar la quimio y estuvo bromeando todo el día diciendo que, con todas esas medicinas, a lo mejor alucinaba y veía de verdad a Papá Noel». Y también ha hablado de la generosidad que le caracterizaba: «Hace unos días encontré una carta en la que ponía: 'Me gustaría que me trajeras cosas de Doraemon y de Pokémon, pero si hay algún niño pobre que necesita un regalo, a mi no me lo traigas, llévaselo mejor a él».
Con la pérdidas de su padres y de su hijo, Ana Obregón se siente «sin tus raíces, que son de tus padres. Y sin tu futuro, que es su hijo. Y te sientes perdida, como imagino que se sienten los astronautas cuando van a la luna y se quedan ahí, flotando en un abismo». «La cura del dolor es dolor. No hay que camuflarlo ni ir en contra de él. Todo el que pase por un duelo, sea el que sea, una pérdida de un ser querido, una separación... tiene que saberlo. Tienes que sentirlo y dejarlo fluir», explica.
Aún no tiene claro que hará en Nochebuena. «Tal vez iré a Marbella, con una amiga, o a algún lugar donde no tenga ningún recuerdo de nada... Tal vez Canarias, o Punta Cana, donde también tengo muchos amigos». Pero Obregón mira el futuro con optimismo. Las Navidades que vienen no sé cómo será, pero tan oscuras y tan doloras como las de este año es imposible. Cuando tocas fondo ya tienes que ir para arriba. Las próximas ya tendremos la fundación de Aless funcionando a tope y me dará mucho orgullo y esperanza».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete