Una experta advierte sobre cómo afectan a los hijos los comentarios que haces sobre las dietas y lo que engorda o no
La psicóloga Mery Viñas apunta que muchos pequeños amaban sus cuerpos, pero aprendieron a dejar de hacerlo e incluso aprendieron a odiarlo por lo que escuchaban en casa
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Mery Viñas, psicóloga especializada en la relación con la comida y la autoestima corporal lleva más de 10 años acompañando a miles de mujeres en aceptar su cuerpo sin tener que cambiarlo y vivir en paz sin dietas, sin restricciones, sin culpa ni vergüenza. Sin duda, la relación con la comida que tienen las madres y padres marca la forma en la que se alimentarán los hijos en el presente y futuro.
¿De qué manera afecta exactamente a los hijos escuchar desde que son pequeños a sus madres (y también a padres) hablar con frecuencia de dietas, del exceso de peso o de cómo les queda la ropa?
Es una de las influencias más potentes que puede recibir un niño en edad infantil. Mientras ellos buscan identificarse, definirse, sus padres les están marcando con el mensaje de «tu cuerpo no es válido como es, necesitas adelgazar, no comas eso o engordarás y no encontrarás novio», por ejemplo. Aunque parezca mentira, se siguen diciendo este tipo de comentarios.
Los niños pasan a sentirse válidos en función de cómo es su cuerpo y si ese cuerpo se adecúa a lo que sus padres definen como que es bueno y aceptado.
Esto, unido a la presión que ya existe en el entorno social, es una bomba para desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria, por no hablar de problemas de autoestima, ansiedad y depresión en edades cada vez más tempranas.
¿Determina de alguna forma la relación de estos menores con su cuerpo y con la comida?
Los padres son los referentes. Si ellos ven que esos máximos referentes, a quienes admiran, hacen constantemente dieta, maldicen su cuerpo, visten sus cuerpos para disimular las partes que no les gustan de su físico, se pesan constantemente, etc., ellos van a aprender que eso es lo que hay que hacer, que eso es lo normal y lo que se espera de ellos.
Lo que no aprenden (o dejan de aprender) es a admirar su cuerpo, a decirle cosas bonitas, a cuidarlo desde el amor y el respeto y no a través de restricciones y dietas extremas. Eso no lo hacen porque nunca lo han visto. Quizá de muy pequeños amaban sus cuerpos, pero aprendieron a dejar de hacerlo e incluso aprendieron a odiarlo.
¿Qué aspectos deben tener en cuenta los padres para no contribuir negativamente en el desarrollo de sus hijos a este respecto?
Los cuerpos no se comentan. Ninguno. No hace ningún bien comentar el cuerpo de una persona que sale en la televisión, el de una vecina o el nuestro propio. El físico no se puede modificar como uno querría, por tanto, la crítica ahí es totalmente poco útil y muy destructiva. Podemos cuidarlo, tratarlo bien, escucharlo y atenderlo, pero no perseguir que encaje en un determinado cánon que alguien se inventó sin tener en cuenta realmente cómo somos y qué necesitamos.
Los progenitores deben tener en cuenta que si lo que quieren es que sus hijos se respeten, deben respetar su propio cuerpo, amarlo y cuidarlo desde el agradecimiento y la amabilidad. Desde el castigo, las amenazas y el miedo se consigue bien poco y se destruye mucho.
También hay que tener en cuenta el tema de las prohibiciones con respecto a la comida. Se están prohibiendo muchos alimentos a los niños y lo que se acaba consiguiendo al final es que esos alimentos los deseen más, los coman a escondidas y se acaben generando trastornos de la conducta alimentaria. Se debería confiar mucho más en la sabiduría innata de los niños sobre hambre y saciedad. Cuando no prohibes, hay variedad y flexibilidad, ellos saben regularse según esas señales. Pero siempre acabamos interviniendo o bien para decirles que se acaben todo el plato o para que no coman tanto, no sea que vayan a engordar.
¿Influyen negativamente las redes sociales al hacer creer que un cuerpo bonito lleva al éxito personal? ¿Cómo deben actuar los padres?
Aquí tenemos mucho trabajo por delante porque la presión social estética siempre ha existido, pero ahora los estímulos e impacto de las redes sociales se multiplica de forma incalculable.
Deberíamos fomentar la autoestima de los más pequeños desde el inicio, haciéndoles sentir valiosos por lo que son, no por cómo se ven. Dejar a un lado los comentarios sobre el físico. Claro que puedes decirle 'guapa' a tu hija, pero si sólo crece escuchando que es 'guapa' es lo único que va a creer. Puedes decirle lo valiente que es, lo segura que la ves, lo que se esfuerza, lo generosa que llega a ser. Completar con otros atributos hará que ella se vaya descubriendo en su personalidad, aunque ésta vaya cambiando a lo largo de los años.
En las redes sociales también se encuentran perfiles maravillosos de mujeres en cuerpos grandes que se aman, se respetan y los muestran sin filtros. Deberíamos dejar de seguir esos perfiles de perfección y buscar más este tipo de variedad. Nuestros ojos buscan y comparan con lo que conocen y ven habitualmente. Si sólo vemos perfiles de cuerpos 'perfectos', estaré constantemente frustrada por lo poco que se parece mi cuerpo al de esos perfiles. Si veo más variedad, puedo llegar a entender que la variedad es la normalidad. Mi cuerpo es como es sin tener que llegar a cumplir con ningún patrón.
¿De qué manera afectan este tipo de mensajes en la salud física, emocional o mental de los jóvenes?
Ya hay estudios que indican que el uso de redes sociales puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria. A mayor uso de estas redes sociales, mayor nivel de adicción a éstas y mayor probabilidad de desarrollar un TCA. Así que claramente, el impacto a nivel físico, emocional y mental es evidente.
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Además, las imágenes poco realistas que muestran las redes sociales hacen que los jóvenes tengan sentimientos de baja autoestima y búsqueda de ese perfeccionismo que acaban derivando en trastornos de ansiedad y depresión.
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