«Papá ¡no quiero que vengas a verme al partido!»
Un nuevo vídeo intenta remover conciencias entre los padres 'hooligan' que con su comportamiento no permiten a sus hijos disfrutar cuando juegan al fútbol y les someten a una gran presión e, incluso, maltrato
«Si tú estás mal, todo lo demás estará mal, incluida la armonía familiar»
La presión de los padres provoca en los niños estrés, baja autoestima e, incluso, abandono de la actividad deportiva
Falta media hora para que empiece el partido de un niño cualquiera en un pueblo o ciudad cualquiera en nuestro país. El padre le acompaña y en el trayecto no para de darle indicaciones imperativas, de forma apresurada y sin dar derecho a réplica, sobre lo que el pequeño debe hacer y lo que bajo ningún concepto debe realizar sobre el campo de juego. Con un acalorado «¡hijo, a ganar!», le da una palmadita en la espalda y le empuja al césped con el nerviosismo propio de si fuera comenzar la final de una liga profesional. Pero no, son niños. Menores que intentan divertirse, hacer deporte y poner en práctica lo que sus entrenadores les ha enseñado durante semanas.
El padre no deja de gritarle «vamos, hijo, vamos, ¡pero corre más!», «¡Venga adelántate, que el otro equipo son todos unos pringaos!», «como no metas gol, te quedas castigado sin móvil toda la semana», «¡árbitro, qué haces, no tienes ni idea», «¡Noooooooooo!», grita desconsolado este padre con todas sus fuerzas cuando les meten un gol y suelta un violento y sonado manotazo contra la valla... «Papá, ¡no quiero que vengas a verme al partido!».
Así de sencillo y directo es el mensaje que muchos niños piensan pero no se atreven a verbalizar en voz alta cada vez que juegan un partido y sufren esta situación. Bajo este título, precisamente, se acaba de lanzar un nuevo vídeo de la Escuela Deportiva de Barcelona Fundació Brafa para reclamar a todos los padres y madres que se pregunten cómo actúan en los partidos de su hijo y reflexionen sobre el daño que algunas acciones les pueden causar.
Jesús María Vila, responsable de comunicación de esta organización explica a ABC que es muy necesario realizar este tipo de campañas «para que los padres reflexionen sobre estos comportamientos inadmisibles y que hace falta erradicar por completo cuanto antes. Para contribuir, además, a esta labor en nuestra escuela deportiva hemos hablado una a una con cada familia de los 360 jugadores menores y adolescentes a los que entrenamos. Somos una escuela con principios y valores que han de respetarse por el bien de los niños y de la sociedad en general».
Explica Vila que en muchos campos de futbol infantiles han observado durante años casos extremos de peleas entre padres por no coincidir en una determinada jugada de sus hijos, con los árbitros por estar en desacuerdo con sus actuaciones... «Pero lo que sí es mucho más habitual es el caso de los progenitores que gritan e insultan al árbitro, que suplantan al entrenador dando órdenes contradictorias a sus hijos, que hacen comentarios muy despectivos de los jugadores del equipo contrincante, que dan golpes o tiran objetos violentamente ante jugadas fallidas... Nada de esto se puede consentir cuando de lo que se trata es de que el niño haga deporte; no que gane y sea el mejor».
Consecuencias muy negativas
No duda al asegurar que este tipo de acciones tiene consecuencias negativas inmediatas en los hijos. «Numerosos estudios internacionales indican que los niños bajo esta presión familiar sufren estrés, les afecta a su autoestima y a medio plazo provoca que abandonen el deporte, sobre todo en la adolescencia. Además, estos niños aprenden malos ejemplos y normalizan situaciones y actitudes antisociales como la de gritar e insultar al árbitro o a otros jugadores. Es decir, el deporte, que tiene multitud de beneficios a estas edades, deja de tenerlos y se vuelve en su contra por los efectos negativos que le reporta».
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En definitiva, con este nuevo vídeo se pretende concienciar a los padres de que el deporte de base es, por encima de todo, un juego, un espacio de aprendizaje, mejora y adquisición de valores. «Lo fundamental —concluye Jesús Maria Vila— es que dejen a los hijos jugar tranquilos y no les roben una parte de su infancia que es fundamental: el juego».
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