Diálogos de familia
«Que el embarazo y la menopausia se solapen es un fenómeno nuevo»
Según esta experta, la maternidad tardía provoca que algunas mujeres tras el posparto tengan el cese de la regla
«Somos la primera generación de mujeres menopáusicas con hijos adolescentes»
Marta León es ingeniera química especializada en alimentación y salud hormonal femenina. En su libro 'La revolución invisible. Cuida tus hormonas a partir de los 40' rompe con la visión arcaica de la menopausia, un concepto que aún es tabú en nuestra sociedad sociedad.
En España hay actualmente once millones y medio de mujeres que están viviendo esta etapa de revolución hormonal con la menopausia. ¿Por qué sigue siendo tabú? ¿Aún les da vergüenza a las mujeres hacerse mayores, envejecer?
Es cierto, existe todavía un tabú porque en la sociedad actual sobrevaloramos a la juventud, sobre todo en el caso de las mujeres, en las que se valora más la belleza y su edad. Además, se une un desconocimiento sobre el climaterio y la menopausia que viene condicionado por un no querer acercarnos mucho a saber qué pasa al dejar de menstruar. Antiguamente, en la época victoriana, la menopausia suponía no poder tener más hijos y, al basarse nuestro estatus como mujer en tener hijos, y varones, la pérdida de la juventud tenía mucho peso. Hoy no es exactamente igual, obviamente, pero sí es verdad que la juventud y la belleza, en el caso de las mujeres, es un valor muy potente y en el momento en el que empezamos a ver cómo los años pasan, cómo van dejando marcas, hay una percepción muy sutil de que perdemos valor.
Y esto es un poco peligroso porque al tener esa impresión, en el fondo, lo que hacemos es no querer acercarnos al concepto de menopausia. Pensamos en este proceso y lo asociamos con nuestras madres, nuestras tías, pero no en nuestra amiga o ni siquiera en nosotras. Hay que dar un poco la vuelta a esta forma de pensar porque no deja de ser otra etapa normal de la mujer por la que vamos a pasar todas.
Cada vez más mujeres se quedan embarazadas a edades más tardías. ¿Qué sucede cuando un embarazo y la menopausia van prácticamente seguidas? ¿Se trata de un fenómeno nuevo?
Efectivamente, el hecho de retrasar la maternidad, a veces por primera vez, nos lleva a toda una transformación, no solamente física, sobre todo, bioquímica, lo que conlleva un burbujeo hormonal inmenso, que después en el postparto también sigue manifestándose.
Una de las cosas que suele pasar durante el posparto es que no menstruamos, el cuerpo se prepara para la lactancia... ¿y qué ocurre? Que el hecho de retrasar la edad de maternidad está teniendo también un efecto en el que se empiezan a solapar, y no lo habíamos visto nunca antes, con el inicio del climaterio. Y digo el inicio del climaterio, porque cuando hablamos de menopausia lo primero que pensamos es en que 'ya dejo de menstruar y la regla no me viene más'. Efectivamente, es así, pero años antes de que esto suceda empiezan a haber cambios hormonales que a veces son muy sutiles como alteraciones en la piel, en la hidratación de mucosas..., o más a nivel emocional, o incluso cognitivo, en que nos cuesta prestar atención, estamos más despistadas o nos resulta difícil decir la palabra justa en el momento adecuado, estamos como dispersas... Ese inicio del climaterio suele suceder en torno a los 45 años aproximadamente, dependiendo de cada mujer.
Si nosotras estamos transitando por un puerperio, por un posparto inmediato, o no tan inmediato, en esa edad es muy probable que empecemos a notar que la regla ya no es exactamente igual que antes, un desequilibrio propio de acercarnos a esta edad. Es decir, que esto no solamente ocurre con 50, sino que años antes ya empieza a notarse. Y claro, si retrasamos la maternidad, efectivamente, pues aquí hay una fusión de estas dos etapas.
Hablabas de una serie de cambios que se empiezan a notar bastante antes de la menopausia, con el climaterio, que es un momento en el que quizá las mujeres piensen menos. Aunque ya has adelantado algunos de estos síntomas, ¿qué más alteraciones físicas y emocionales se producen en la mujer?
Es muy importante que lo sepamos porque a partir de los 45, aunque depende de cada mujer, empezamos a experimentar estos cambios y casi siempre lo relacionamos con otra cosa, con que estoy muy estresada o con que algo raro que me está pasando. Es verdad que estamos estresadas y que nos pasan muchas cosas, pero tenemos que saber diferenciar cuándo efectivamente es porque esta etapa ya está cerca. Uno de los cambios más sutiles se produce en la propia menstruación, en los ciclos, como, por ejemplo, que hay menos sangrado, o más, que hay más días en los que el tono de la sangre es más marrón, que los días de ciclo se alargan o se acortan...
Emocionalmente también es verdad que el hecho de que la fase lútea, que es la segunda parte del ciclo menstrual, donde normalmente entra en juego una hormona que no es tan conocida, la progesterona, que empieza a manifestar cambios. Esta hormona, que es la que nos aporta la tranquilidad, descanso, empieza a alterarse. Notamos que descansamos menos, que dormimos peor porque el sueño es más ligero, que nos levantamos más veces a hacer pis, nos sentimos un poquito más irascibles... Y, claro, como todo esto se acompaña de estrés la situación se puede exacerbar un poquito más.
A nivel físico también podemos percibir ojo, la boca y la vagina secos, porque hay cambios en la lubricación durante todo el mes, alteraciones en la piel, en el cabello..., son señales que están anunciando que dentro de unos años ya haremos esa desconexión menstrual, que será la menopausia, y entonces dejaremos de sangrar.
Y cuando llega la menopausia y dejan de producirse todos esos cambios, ¿se supone que es un momento de mayor equilibrio para la mujer?
Sí, de hecho, el momento donde empezamos a notar estos cambios, que al principio son como más sutiles, y luego ya se hacen más manifiestos, se llama perimenopausia y puede durar, como mínimo, un año, pero en ocasiones puede durar tres años aproximadamente.
Hay algunas mujeres que lo viven de manera mucho más liviana y otras de forma un poco más intensa. Pero una vez pasado este periodo, sí que es verdad que hay una estabilidad. El descenso hormonal ya hace que la comunicación cerebro-ovarios sea más calmada una vez que la fertilidad ha cesado. Ya no necesitamos volver a reactivar los ovarios cada mes. A nivel emocional no tenemos las mismas fluctuaciones, vamos produciendo estrógenos, pero de una de una manera mucho más pulsada en el tiempo, no tan tan cíclica como antes.
Esto también se nota en nuestros niveles de progesterona, que han ido descendiendo y ahora están estables, pero más bajitos, y también, incluso, en nuestra manifestación, por ejemplo, del cortisol, de esta hormona del estrés. Es decir, llega una calma hormonal que se manifiesta en lo físico y también en las emociones.
Me llama la atención que en una ocasión afirmaras que uno de los cambios físicos que más preocupa a las mujeres y es la hinchazón del abdomen por la acumulación de grasa en esta zona durante la menopausia. ¿Sigue siendo así? ¿Hay una mayor preocupación por el tema estético que por el emocional?
Nos preocupamos mucho por la estética porque no dejamos de vivir bajo un mandato de la moda y de unos cánones de belleza determinados. Nuestro cuerpo va evolucionando a lo largo de nuestra vida y cuando llega la menopausia se producen cambios que no casan necesariamente con el canon de belleza, basado en la juventud, en la delgadez...
Esto va cambiando un poco, pero es verdad que una de las cosas que percibimos cuando empezamos este tránsito hormonal, es que la grasa ya no se almacena tanto en pechos y caderas, sino en el abdomen.
Al tener un poquito menos de dominancia estrogénica empiezan a manifestarse estos acúmulos de grasa en zonas que tradicionalmente vienen más dominadas por la testosterona y empezamos a notar cómo vamos acumulando grasa en esta zona. Tiene una explicación biológica. Y el cuerpo lo hace porque como ya no estamos produciendo el estradiol, que es este estrógeno tan preciado para el cuerpo femenino para mantener la salud ósea, para mantener una buena salud muscular, para mantener una buena salud cognitiva... pues al tener un poquito menos de actividad ovárica, el cuerpo tiene que buscar maneras creativas de fabricar estos estrógenos. Ya no será estradiol, serán otras formas de estrógenos menos efectivos, pero seguirán siendo estrógenos. ¿Qué utilizan? Usan los depósitos de grasa, como si fueran órganos endocrinos, fábricas de hormonas, y desde aquí otro tipo de estrógenos diferente. Por eso hay una tendencia a que si somos muy delgaditas empecemos a coger un poquito de peso. Eso ocurre porque el cuerpo necesita esos depósitos de grasa.
Por este motivo, hay que buscar estrategias para comer sano e incluir una alimentación que contengan grasas, pero de buena calidad que pueda mejorar y optimizar buenos depósitos de grasa, pero no de la que engorda mucho, sino más bien de las estructurales, tipo omega tres, que el cuerpo utilice para esta demanda actual.
¿Resulta aconsejable tomar complementos alimenticios?
No es necesario, pero lo que pasa es que a veces nuestra alimentación no es la adecuada, hay ciertas necesidades si, por ejemplo, tenemos algún problema tiroideo o algún déficit.
Quizás en este momento de perimenopausia pueda ocurrir que tengamos sangrados muy fuertes acompañados de anemias o con déficit de otros nutrientes y necesitemos algún apoyo. Pero, en general, si llevamos una vida saludable, hacemos dieta mediterránea y nos movemos no tendríamos por qué necesitarlos.
Estamos hablando de todo lo que le ocurre a la mujer desde el principio del climaterio hasta la menopausia. Pero, ¿cómo le afecta a la familia vivir con una mujer que atraviesa este proceso hormonal, sobre todo cuando hay hijos y es un momento en el que suele coincidir con su adolescencia? ¿Qué recomendaciones das a la familia para que tenga conciencia del momento por el que pasa la mujer?
Pasa muchísimo. Tradicionalmente en las familias lo que ocurre es que las mujeres empezamos a transitar la menopausia cuando los hijos comienzan la adolescencia, y esto es un totum revolutum completo en casa.
La menopausia se manifiestan con cambios también en lo comportamental, a la hora de poner límites, de tener las prioridades muy claras. En este contexto de gestionar una adolescencia resulta muy interesante porque de alguna manera la menopausia nos genera a las mujeres una firmeza, una experiencia, que es un grado, y una capacidad de discernimiento que no es la que teníamos antes.
Pero lo que sí que es importante es que en la familia se reúna y ponga sobre la mesa las necesidades y lo que le ocurre a la mujer y al adolescente, que está haciendo este cambio que quizás no entiende, como lo que le pasa a su madre: qué siento, qué me está pasando, qué inseguridades me despiertan estos cambios... Las mujeres necesitamos poner esto sobre la mesa, aportar luz para entender este proceso, para poder transitarlo con mucha más armonía y, sobre todo, saber cómo cuidarnos. Si lo llevamos en secreto, o en privado, todo será más complicado.
Algunos hijos querrán escucharlo más, otros menos, pero de alguna manera forma parte de la educación que recibimos de nuestros padres de la vida, de la biología humana. Las mujeres también somos biología y, sobre todo, servirá de aprendizaje para lo que nuestros hijos se van a encontrar o bien en su carrera profesional, porque quizás alguno será médico o se dedicará al ámbito de la salud, o sino, en su experiencia personal, porque tendrán amigas, parejas... que pasen por esta transición hormonal.
Estás comentando muchos cambios de este periodo, pero ¿qué aspectos positivos tiene y cuáles son las claves para poderla vivirla todavía mejor?
Es muy importante esta otra visión porque si vamos a Google y buscamos menopausia, lo que nos sale es el listado de cosas horribles que nos van a pasar. Esto no ayuda cuando queremos aproximarnos a esta etapa. Para algunas mujeres, dejar de menstruar es un alivio. Primero porque las hay que sufren endometriosis, tienen menstruaciones muy dolorosas, y no menstruar supone estar mucho más en paz. No tener que estar medicándose cada meses es muy positivo para ellas.
El hecho de saber que ya no se van a quedar embarazadas les da también mucha tranquilidad, porque a veces en esta etapa no necesariamente tenemos una pareja estable.
Y de lo que se habla menos es de los cambios a nivel cognitivo porque una de las cosas que aparecen es una capacidad de discernimiento muy interesante. De hecho, tanto es así, que en algunas culturas cuando las mujeres dejan de menstruar se convierten en las sabias del pueblo. Hay una expansión de la conciencia. Conectan con una sabiduría diferente que cuando están menstruando y toda la energía de su cuerpo está puesta al servicio de la fertilidad y de tener hijos.
Lo cierto es que al encontrarnos con menos energía disponible, el cuerpo se hace mucho más selectivo y, sobre todo, la mente, que diferencia mucho mejor lo que es urgente de lo que no, tiene mayor incluso capacidad de expresarse de una manera mucho más serena.
¿Y qué cinco claves imprescindibles darías a las mujeres para cuidarse en esta etapa de cambios hormonales en la madurez?
La primera de todas es prestarle mucha atención a la hidratación. Sé que es básica, pero se nos olvida siempre. Hay que beber agua suficiente, por supuesto más en verano, pero también tomar alimentos -frutas, verduras...- que nos hidraten, y evitar aquellos que nos deshidraten.
Los alimentos que nos pueden interesar mucho para preservar la hidratación son todos los de color anaranjado -la calabaza, la zanahoria, el boniato...-, ricos en vitamina A, en betacaroteno. Esto va a ser esencial para el cuidado interno, de nuestras mucosas, de la piel...
La segunda sería el omega tres, a través de las semillas como el lino o la chía, del marisco, del pescado azul porque tiene mayor concentración, e incorporándolo en nuestra dieta semanalmente y, si pudiera ser diario, sería ideal.
También es importante el calcio, que ya sabemos todas que cuando baja la actividad estrogénica podemos poner en riesgo nuestros huesos. Para ello hay que tomar lácteos, por supuesto, pero también semillas como el sésamo o frutos secos como las almendras. También las hojas verdes, los cereales como el arroz y la quinoa son ricos en calcio.
Uniría la vitamina D, la vitamina del sol. Esta sería la cuarta clave. Es esencial para vehicular ese calcio justo a los huesos y tener una buena cimentación ósea. Sabemos que influye a nivel inmunitario, hormonal y cognitivo.
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La quinta clave es el ejercicio físico. Es importantísimo porque una de las cosas que hemos visto, pues prácticamente todos los estudios lo certifican, es que los músculos se comportan también como órgano endocrino. Tenemos que preservar como un tesoro nuestra salud muscular. Debemos movernos, hacer ejercicio, el que nos guste y también entrenar fuerza, que va a ser importante para proteger la matriz ósea y las articulaciones.
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