Que una mala nota no suspenda las ganas de aprender en clase
Afrontar un suspenso no es tarea fácil para el alumno, pero no debe convertirse en un drama familiar
![Siempre hay que fomentar en los estudiantes el afán de superación, también en el entorno familiar](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2024/03/21/suspensosfoto-RUx8ufuLFMaCVbFghwqPGaL-1200x840@diario_abc.jpg)
Que levante la mano a quién le gusta suspender una asignatura. A nadie, dirían todos, ¿verdad? Recibir una mala nota es siempre una visita inesperada, pero sitúa al alumno en el camino hacia la recuperación. Es una oportunidad para mejorar y resolver los problemas que le han conducido a una situación en la que pocos se sienten cómodos.
Afrontar un suspenso, sin duda, no es una tarea fácil, ya que es frustrante para la mayoría de los estudiantes, pero no debe convertirse en un drama familiar. De hecho, los expertos recomiendan a los padres no mirar hacia otro lado y tratar el asunto con calma y, mejor, al día siguiente después de revisar las calificaciones. Hacerlo en el mismo momento crea mucha tensión y resulta poco propicio a la hora de encontrar las soluciones adecuadas. El joven está nervioso y preocupado, por lo que no atenderá a razones. Y, para ello, es aconsejable analizar con mesura y serenidad las causas y definir un plan de trabajo que ayude a revertir esta situación en los siguientes trimestres.
«Cuando llega algún suspenso hay que aprender a convivir con ello. Tratamos a los niños de manera individual y no hay dos niños iguales; tampoco hay dos suspensos iguales, ya que siempre existen muchos matices», asegura la psicopedagoga Ana Roa, especialista en Educación Infantil y terapeuta familiar experta en análisis transaccional y postgrado de especialización en TDAH. «A veces, el enfado y la explosión que nos produce es tan potente que, de alguna manera, la autoestima de ellos puede quedar dañada y el vínculo con los padres se puede resentir».
Otro de los aspectos más importantes en estas situaciones es ayudar a que los estudiantes aprendan a ser disciplinados. «Hay que acompañarlos, pero la responsabilidad es suya, porque tienen que estudiar», apunta Roa. No obstante, va a depender de cada niño y de la calificación recibida, ya que puede darse el caso en el que un estudiante se ha esforzado mucho durante ese periodo pero le ha perjudicado, por ejemplo, un cambio de ciclo, que por lo general suele afectar a la estabilidad emocional del alumnado«.
Recibir una mala nota puede afectar al rendimiento de los niños, sobre todo, si se encuentra en la adolescencia. Se trata de una etapa muy compleja de nuestra vida que provoca altibajos en su carácter. Por esta razón, la actitud de los padres es fundamental: «si es de juicio, censura, se van a sentir peor porque están muy susceptibles».
En caso de vivir este dilema, los expertos aconsejan a los familiares dirigirse al profesor y, sobre todo, crear un entorno adecuado a la hora de hablar con los jóvenes. «Hay que escuchar también su versión porque muchas veces tenemos nuestra percepción y no les damos la oportunidad de hablar. Es verdad que no siempre nos pueden contar la verdad, pero si no les damos la oportunidad de que se expresen no vamos a ayudarles», añade.
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A la hora de asumir los suspensos de sus hijos, los padres deben definir un esquema de evaluación del rendimiento académico del niño que permita comprender sus debilidades y sus fortalezas. De esta manera, dice esta experta, se va a poder encontrar un remedio a aquellas materias que se le dan peor. Natasha Kremer, directora adjunta de Aprendizaje en ISP School, considera que para que los hijos se conviertan en adultos felices y resilientes es importante ayudarles a aprender de sus fracasos. «Para crear un ámbito familiar donde no se teman los fracasos, hay que valorar el esfuerzo y la resiliencia tanto como, o incluso más, que las notas altas y los éxitos. Como adultos, tenemos que ser abiertos y honestos cuando cometemos errores y mostrar cómo aprendemos de ellos. No podemos esperar que los niños afronten bien los fracasos si no tienen modelos a seguir», manifiesta. El mensaje que más cala es claro: aprender de los tropiezos.
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